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Un dron derribado en Ucrania desvela uno de los secretos mejor guardados del ejército ruso

Las pruebas halladas en el dron ruso refuerzan las sospechas de que China estaría suministrando a Rusia tecnología militar o de doble uso, a pesar de las restricciones internacionales

Un dron militar ruso derribado en Ucrania ha sacado a la luz algo más que restos metálicos, en su interior, las Fuerzas de Defensa encontraron vídeos grabados en una planta de Shenzhen, en China.

Las imágenes procedían de la cámara que equipaba la aeronave no tripulada, un modelo Viewpro A40, y mostraban pruebas realizadas en las instalaciones del fabricante antes de que el dispositivo llegara a la zona del conflicto.

El hallazgo es clave, porque confirma que tecnología china está llegando a los arsenales rusos, un detalle que abre interrogantes sobre la implicación indirecta de China en esta guerra.

Un dron ruso con tecnología y componentes chinos

El dron era un Gerbera, modelo que Rusia utiliza en misiones de reconocimiento y ataque. Al revisarlo, los analistas descubrieron que la cámara a bordo no solo grababa durante el vuelo, sino que contenía material previo a su despliegue.

Las grabaciones mostraban con claridad pruebas realizadas en un polígono industrial de Shenzhen, en el Parque Científico Aotexing, China, donde se ubican las instalaciones de la empresa Viewpro.

La comunidad independiente de analistas conocida como Cyberboroshno en X (antes Twitter) geo localizó las imágenes y verificó que coincidían exactamente con la fábrica. Con ello se disiparon las dudas: el dron había sido testado en China antes de ser integrado en el arsenal ruso.

Cabe señalar que no es un caso aislado, puesto que en los últimos meses han aparecido indicios de que otros sistemas empleados por el gobierno de Vladímir Putin también incluyen tecnología china. Una de las pruebas más comentadas fue el vídeo en el que se ve cómo un dron ucraniano FP-1 es destruido en pleno vuelo por un sistema láser que expertos atribuyen a origen chino.

Para Ucrania y para sus aliados occidentales, la cuestión es clara, donde no se trata de incidentes aislados, sino de un patrón que muestra cómo Rusia recurre a proveedores externos para mantener su maquinaria de guerra.

Tecnología de doble uso

Este caso reabre el debate sobre los llamados productos de doble uso, que son cámaras, sensores, giroscopios o sistemas de guiado que pueden instalarse tanto en drones civiles como en militares, los cuales acaban siendo difíciles de controlar en los canales comerciales.

Esta ambigüedad facilita que lleguen al campo de batalla sin que los fabricantes ni los gobiernos lo reconozcan abiertamente.

China asegura mantener una posición neutral en el conflicto, pero la presencia reiterada de su tecnología en drones y sistemas rusos refuerza la sospecha de que, como mínimo, tolera que empresas de su industria vendan equipos que terminan en manos del ejército ruso.

Para Occidente, especialmente para Estados Unidos, plantea un reto diplomático y económico que pone a prueba la capacidad de presión internacional. Por otro lado, la dependencia de componentes extranjeros habla de una Rusia con dificultades para sostener por sí misma la producción de armamento.

Las sanciones, así como las restricciones tecnológicas, han limitado su acceso a microchips y sensores de última generación, lo que explica que recurra a proveedores como China. Al mismo tiempo, demuestra que su ejército ha sabido integrar con rapidez piezas de origen diverso en sus drones, manteniendo operativo su programa militar.

El hallazgo también deja claro que cada dron derribado no es solo un éxito táctico, sino una fuente de inteligencia. Saber qué piezas lo componen y de dónde proceden, ofrece pistas sobre las rutas de suministro y las dependencias de la industria militar rusa.

Fuente: computerhoy.20minutos.es

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