‘Será doloroso y preocupante’: Elon Musk admite un error clave en una tecnología de Tesla tras casi una década de expectativas

Una declaración reciente de Elon Musk reabrió un debate que parecía cerrado: la tecnología que prometió durante casi una década no funciona como muchos creían. Esto podría transformar la relación entre Tesla y sus clientes

Durante años, Tesla construyó gran parte de su atractivo sobre la idea de que la conducción autónoma estaba a la vuelta de la esquina. Actualizaciones, campañas, hardware nuevo y un discurso optimista alimentaron esa imagen futurista. Sin embargo, un comentario reciente de Elon Musk modificó el panorama por completo, generando dudas internas, malestar entre propietarios e incertidumbre sobre una promesa que parecía sólida. El giro tomó por sorpresa incluso a seguidores fieles de la empresa.

Una promesa que se desgasta con el tiempo

Cuando Tesla presentó sus primeros avances hacia la conducción autónoma, muchos compradores asumieron que el camino estaba marcado. Modelos equipados con hardware dedicado, actualizaciones constantes y un paquete premium —el conocido FSD o Full Self-Driving— reforzaron la idea de que, tarde o temprano, la funcionalidad llegaría de forma definitiva. No era barato: en Estados Unidos, este extra costaba alrededor de 12.000 dólares, una cifra que no todos podían asumir.

Pero a comienzos de este año, en una conferencia con accionistas, Elon Musk dejó caer una afirmación que cambió el tono general. Reconoció que los vehículos con el hardware 3, pieza clave para quienes habían pagado por el FSD, necesitarán una actualización de componentes para ser compatibles con la versión más reciente del sistema de conducción autónoma. Para muchos, no fue solo una aclaración técnica: significó la admisión implícita de que la promesa original no estaba del todo fundamentada.

Musk incluso señaló que el proceso sería “difícil y doloroso”, lo cual sugiere que no se trata de un simple reemplazo, sino de una operación costosa, compleja y masiva. Y aunque no ofreció fechas ni detalles operativos, el mensaje fue suficiente para encender la preocupación de miles de usuarios que llevan años esperando el despliegue completo del FSD.

Como recuerdan portales tecnológicos especializados, esta situación no es nueva: en 2019, quienes poseían autos con los hardwares 2.0 o 2.5 tuvieron que migrar obligatoriamente al hardware 3 para no quedar fuera del potencial despliegue del FSD. Aquella decisión motivó incluso demandas por publicidad engañosa. Para algunos, esta nueva vuelta al mismo problema deja entrever un patrón difícil de ignorar.

Un futuro incierto para quienes confiaron en la visión autónoma

La relación entre Tesla y su comunidad siempre se ha caracterizado por una mezcla de entusiasmo, confianza y paciencia. Pero esta última revelación añadió una capa de incertidumbre que podría afectar la reputación del programa FSD. Si bien el fabricante asegura estar avanzando en nuevas versiones, la realidad es que la conducción autónoma plena sigue sin estar disponible en los vehículos que se comercializan hoy, incluso los más recientes.

Los modelos actuales ya incorporan el hardware 4, más potente y adaptado a los requisitos del software que la compañía está desarrollando. Pero, paradójicamente, ni siquiera en ellos está disponible la versión final del FSD. Esto deja a los compradores en una especie de limbo tecnológico: pagan por adelantado una función futura de la que no tienen garantías claras.

Las declaraciones de Musk pueden interpretarse como un intento de anticiparse a una posible ola de frustración o incluso a nuevas demandas. Aun así, surge una pregunta inevitable: ¿está Tesla enfrentando un desafío técnico mayor al que reconocía públicamente? O, dicho de otro modo, ¿el camino hacia la autonomía total es más complejo —y costoso— de lo esperado?

Para algunos analistas, la respuesta parece evidente. Tesla podría estar navegando en un momento delicado: entre mantener su liderazgo en el sector eléctrico y evitar nuevas controversias legales por un sistema que lleva años en desarrollo pero que todavía no cumple lo prometido.

¿Un punto de inflexión para la conducción autónoma?

Aunque todavía no existe un desenlace claro, el panorama actual sugiere un punto de inflexión. Si la compañía asume los costos y actualiza el hardware de los clientes afectados, la operación podría ascender a millones de dólares. Pero, si no lo hace, corre el riesgo de erosionar aún más la confianza de quienes apostaron por su visión de futuro.

En este contexto, propietarios que invirtieron sumas altas por la promesa del FSD solo pueden esperar que el resultado final esté a la altura de lo anunciado durante años. El problema es que esa espera se ha prolongado demasiado y la empresa ya no puede permitirse nuevos tropiezos en un terreno donde los competidores avanzan rápido.

La historia aún está en desarrollo y cada movimiento tendrá consecuencias. Lo que está claro es que la conducción autónoma ya no se percibe como una simple actualización tecnológica, sino como una prueba crucial para la credibilidad de Tesla y de su fundador.

Fuente: es.gizmodo.com

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