Sequías repentinas: una constante reciente que alerta del cambio climático
Las sequías no son nada nuevo para nosotros, pues muchos países tienden a sufrirlas durante el verano como resultado de las bajas precipitaciones. Ahora, oír hablar de “sequías repentinas” era hasta ahora muy extraño, ya que este tipo de erosión está estrechamente vinculada a cambios climáticos abruptos.
Sin embargo, todos los análisis científicos parecen indicar que esta “rareza” desaparecerá en la próxima década, a medida que avancen las temperaturas.
¿En qué se diferencian las “sequías repentinas” del resto?
Generalmente las sequías son eventos de erosión progresivos, que tardan entre tres y cuatro meses en desarrollarse. Esto debido a la pérdida progresiva de la humedad en los suelos.
No obstante, en condiciones de extrema calor, estas sequías se agilizan en el suelo y comienzan a producir grietas sin advertencia. A esto es a lo que los científicos llaman “sequías repentinas” o “sequías por cambio climático”.
Se estima que estas sequías repentinas pueden acabar con una cosecha completa en cuestión de una semana o quince días, dependiendo de la extensión del terreno. Mas los episodios recientes de este fenómeno en Europa, China, África y Estados Unidos sugieren que estas pueden acelerarse aún más, y erosionar toda la vegetación de una hectárea en solo cinco días.
“Las sequías repentinas parecen estar golpeando más rápido en las últimas dos décadas, con aproximadamente el 46% de las sequías repentinas que ahora surgen avanzan en solo cinco días”.
Yamin Qing, geofísico en la Universidad de Hong Kong
El cambio climático y las sequías repentinas son amigos cercanos
Los científicos de Hong Kong aseguran que la primera aparición de estas sequías, en 2013, se debió al aumento exorbitante de temperatura que se dio durante ese año. De 14 grados a 14,6 grados Celsius, producto del cambio climático.
Motivo por el cual también adjudican estos recientes fenómenos a la misma causa: el calentamiento global.
Como sabemos, el calentamiento global se ha acelerado en la última década, alterando los períodos estacionales y la temperatura. Ahora, por ejemplo, vivimos períodos de invierno prolongados en primavera, y climas templados en invierno. Una alteración que si bien para algunos puede ser agradable, afecta gravemente a los suelos. Principalmente porque estos dependen del agua que procede de la atmósfera para humectar sus componentes químicos y ser “fértiles”.
Si esta humectación no llega a ocurrir en los períodos precisos, la tierra empieza a “transpirar”, de la misma forma que nosotros cuando hace mucho calor. Lo que a la larga acaba por erosionarla.
En consecuencia, muchos países de Oriente Medio y América del Norte, zonas naturalmente áridas, están empezando a sufrir ahora las consecuencias más perjudiciales del cambio climático que predijeron algunos científicos en 2010:
- La destrucción de los cultivos.
- La pérdida de fauna y flora en las zonas afectadas, por culpa de la malnutrición.
- Pérdida de ingresos y puestos laborales en el área.
Todo esto de manera indefinida, según comentan los investigadores, ya que las sequías repentinas no se detendrán mientras el cambio climático siga avanzando.
¿Cómo frenar las sequías repentinas en un mundo cada vez más caliente?
Más allá de reducir la temperatura global, que en estos momentos parece ser imposible por culpa del exceso de emisiones de carbono y el derretimiento desenfrenado de los polos, no existen otros métodos para tratar las sequías repentinas.
“Hasta el año 2015 las sequías repentinas eran escasas. No hemos podido estudiar a profundidad este fenómeno ya que se necesita una imagen global del inicio de la sequía repentina para revelar el patrón espacial y la variabilidad temporal de la velocidad del desarrollo “.
Yamin Qing
Sin embargo, gracias a los análisis hidrológicos de esta reciente ola de sequías, los investigadores han podido concluir algunos rasgos preventivos importantes.
Vigilar las zonas más vulnerables
En términos regionales, es más probable que estos ocurran en regiones semihúmedas, como el sudeste asiático o la cuenca del Amazonas. En particular porque este tipo de sequías repentinas se dan durante episodios de aridez atmosférica extrema, cuando no solo escasea el agua, sino la humedad del aire.
Por tanto, una forma de evitar su propagación es prestando atención a estas regiones vulnerables. Es decir, monitorear constantemente la humedad de los suelos y abastecerlas de H2O siempre que sea necesario.
Enfocar el trabajo científico en los suelos
Asimismo, los investigadores sugieren que estas sequías repentinas, que ahora son una alerta inminente de cambio climático, se han dado por una mala gestión de los suelos.
La mayoría de los científicos y agricultores se enfocan en desarrollar productos químicos para mejorar la fertilidad del suelo, en lugar de prestarle atención a sus requerimientos básicos de humedad.
Como resultado, no existen tratamientos científicos como parches o humectantes que puedan aplicarse durante las sequías. Pero de existir, estos podrían frenar la expansión de las sequías repentinas, o al menos la pérdida de vegetación.
No sabemos hasta cuando dure este fenómeno de sequías repentinas, pero podemos asegurar que no será el último efecto que nos deje el cambio climático.
Fuente: tekcrispy.com