El ruido de los barcos altera la conducta de los peces limpiadores
Una investigación liderada por la Universidad de Exeter (Reino Unido) ha observado el comportamiento de los peces limpiadores, aquellos que retiran parásitos a otros peces (conocidos como ‘clientes’), cuando se les expone al ruido de las lanchas a motor.
Según su estudio, publicado en la revista Scientific Reports, mientras se les expone a este sonido los peces limpiadores son más propensos a ‘engañar’, mordisqueando la capa mucosa protectora de sus clientes en lugar de limpiarlos de parásitos. Por su parte, los clientes son más propensos a estarse quietos y dejar que esto suceda.
«Los limpiadores muerden a sus clientes cuando hay ruido de un barco y, en lugar de salir o tomar represalias, dejan que el proceso continúe más tiempo de lo normal. Esto sugiere deterioro cognitivo en una o ambas partes», explica la autora principal del trabajo, Sophie Nedelec, de la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Una explicación a este comportamiento es que los clientes están distraídos por el ruido de la embarcación y los limpiadores lo aprovechan para engañar a sus clientes.
“La eliminación eficaz de parásitos por parte de los limpiadores es fundamental para la salud, la abundancia y la diversidad de los peces en los arrecifes de coral”, apunta Isabelle Côté, de la Universidad Simon Fraser (Canadá). «Esta interacción es preocupante por la resistencia de los sistemas de arrecifes de coral que actualmente están expuestos a múltiples amenazas», añade.
Según los expertos, este tipo de experimentos que consideran el comportamiento de los animales silvestres en condiciones naturales son cruciales para comprender plenamente el impacto del ruido causado por la actividad humana en el océano.
Steve Simpson, también de la Universidad de Exeter, enfatiza: «Este estudio destaca importantes implicaciones para manejar el ruido de los cientos de miles de lanchas usadas en todo el mundo en entornos de arrecifes de coral”. Para los científicos, estos resultados ponen de relieve la necesidad de controlar el ruido artificial en los hábitats protegidos.
«Ahora estamos considerando zonas acústicamente silenciosas y corredores, para así explorar cómo el desarrollo de motores y hélices puede reducir el impacto de este contaminante mundialmente predominante», concluyen los autores.
Fuente: SINC