Nanobiónica vegetal, la ciencia de la plantas con superpoderes
Peter Parker y Spiderman, Bruce Banner y su alter ego Hulk, Los 4 Fantásticos… Si hacemos un repaso al origen de muchos superhéroes de cómic, vemos que tienen puntos de partida muy similares: son chicos normales a los que una serendipia de laboratorio en forma de radiación, ingesta o alguna eventualidad del estilo, les dota de un poder sobrenatural.
Y no es casualidad que arranquemos el artículo acordándonos de ellos, porque la noticia de que unos científicos del MIT han logrado crear espinacas capaces de detectar explosivos nos ha traído todos esos personajes a la cabeza. Según los investigadores, las plantas fueron modificadas introduciéndoles unos dispositivos fabricados con nanotubos de carbono mediante los que pueden detectar la existencia de componentes químicos presentes en las minas antipersonas y en otros explosivos terrestres.
Este poder concedido funciona así: cuando uno de estos elementos químicos se encuentran disueltos en el agua subterránea que llega a la planta, los nanotubos de carbono irradian una señal fluorescente que puede ser leída por una cámara infrarroja. Esta, a su vez, se conecta a un dispositivo móvil que envía la alerta al usuario.
Se trata de una de las primeras demostraciones en las que se le integra un sistema electrónico a una variedad de plantas. El encargado de investigaciones como esta es un campo de la ingeniería que cada vez tiene más relevancia: la nanobiónica vegetal o lo que podríamos llamar la ingeniería de las superplantas. Pero ¿en qué consiste exactamente?
¿Plantas capaces de repoblar suelos alterados?
La nanobiónica vegetal es un campo de la ciencia que se encarga de introducir en las plantas nanopartículas o estructuras que les otorgan capacidades que, sin esa modificación, nunca tendrían. Una rama de la biología aún por desarrollar que, según los expertos, nos enfrentará en el futuro a un punto de no retorno.
Lo cierto es que hay muchas esperanzas puestas en la nanobiónica vegetal para problemas como el de la contaminación, ya que mediante estas modificaciones genéticas o estructurales y la capacidad de las plantas de recoger antes que nadie la información del suelo, se podrían conseguir especies que detectaran elementos contaminantes y anticiparnos así a dificultades mayores. Lo mismo sucede con la biorremediación, una disciplina encargada de recuperar terrenos que se han visto alterados por condiciones ambientales adversas que podría encontrar en las plantas transgénicas o, lo que es lo mismo, con su genética modificada, un aliado incomparable.
Precisamente también científicos del MIT han desarrollado unas plantas con mayor capacidad de fotosíntesis insertando nanoestructuras en las células que les permiten, no solo capturar un 30% más de energía de la luz, sino también detectar contaminantes.
Y es que esta es una de las bases de la nanobiónica, adaptar sensores que, añadidos a los vegetales, nos permitan controlar de una manera alternativa y muy eficaz los pesticidas, descubrir infecciones por hongos o las toxinas bacterianas, y quién sabe cuántas posibilidades más.
Fuente: Scientific American