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Los pozos de ‘fracking’ de EU gastan hasta un 770% más de agua que en 2011

El fracking o fracturación hidráulica permite extraer gas y petróleo atrapado en el subsuelo. Pero para lograr romper de forma controlada el pozo donde se encuentran esos hidrocarburos, inaccesibles si no fuera por esta tecnología, es necesario inyectar a presión grandes cantidades de agua mezclada con materiales químicos.

Esta técnica se ha ido extendiendo en los últimos años, sobre todo en EEUU, al mismo ritmo que crecían las críticas de las organizaciones ecologistas debido a su impacto ambiental y a los terremotos de pequeña magnitud que provoca. Ahora, una investigación realizada en la Universidad de Duke alerta del gran incremento en el consumo de agua destinada al fracking en EEUU en los últimos años.

Según detalla esta investigación, publicada este miércoles en la revista Science Advances, la cantidad de agua utilizada por pozo en las principales regiones productoras de gas y petróleo de EEUU (Nuevo Mexico y Texas), ha aumentado hasta un 770% entre 2011 y 2016. «No esperábamos un incremento tan grande», admite a EL MUNDO Avner Vengosh, uno de los coautores de esta investigación.

Si esta tendencia continúa, seguirá aumentando también la huella ambiental del fracking , lo que según los autores, plantea dudas sobre la sostenibilidad de esta técnica en regiones áridas o semiáridas de los estados del oeste del país, o en otras zonas con recursos hídricos limitados.

12.000 pozos estudiados

Según Vengosh, aunque estudios anteriores sugerían que el fracking no usa mucha más agua que otras fuentes de energía, esos resultados se basaban en datos recopilados durante los años en los que estaba empezando a utilizarse. «A medida que la extracción de gas natural de pizarra (shale gas, en inglés) y petróleo se ha hecho más eficiente y su producción neta ha aumentado, la cantidad de agua usada para fracturación hidráulica y el volumen de aguas residuales que genera cada pozo ha aumentado a niveles muy altos», dice el investigador.

«Tras más de una década de operaciones de fracking, tenemos datos de más años y de múltiples fuentes verificables. Claramente podemos ver un incremento anual y regular en la huella ecológica por consumo de agua», afirma. 2014 y 2015, añade, supusieron el punto de inflexión pues fue entonces cuando el gasto de agua empezó a aumentar de manera más significativa.

En concreto, el volumen de aguas residuales generadas en los pozos de petróleo y gas durante su primer año de producción también aumentó hasta un 1.440 por ciento durante ese mismo período (2011-2016), según el estudio. Ese incremento máximo correspondió a la región Eagle Forn, en Texas.

Para hacer esta investigación emplearon datos recopilados durante seis años de 12.000 pozos localizados en las principales regiones productoras de gas y petróleo mediante fracking en EEUU.

No obstante, el científico señala que el agua empleada para la fracturación hidráulica es solo una pieza del gran puzle del sector energético: «Cuanta más energía usemos, sobre todo de combustibles fósiles, más agua extraemos y contaminamos», señala el investigador, que recuerda que es posible utilizar otras fuentes para obtener ese agua, por ejemplo reciclando las aguas residuales de petróleo y gas.

EEUU sigue siendo el país en el que más extendido está el fracking y en el que más se ha estudiado su impacto. «En un estudio anterior que hicimos en China evaluamos la cantidad de agua consumida para el fracking en la cuenca de Sichuan [en el suroeste del país]. En Europa no se desarrolla esta técnica así que no hay datos. Recientemente Reino Unido ha aprobado que se haga al norte del país, así que es posible que en el futuro podamos determinar si la cantidad de agua que se consume en Reino Unido», señala.

Fuente: elmundo.es