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Los padres de la edición genética creen hará falta debatir sus límites éticos

“Tendremos que pensar juntos, como la especie humana que somos, en cómo resolver cuestiones así”, ha reconocido la bioquímica estadounidense Jennifer Doudna, en una rueda de prensa.

Doudna es, junto a Francisco Martínez Mojica y Emmanuelle Charpentier, ganadora del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina.

Los tres han sido reconocidos por crear la ya famosa técnica del corta-pega genético, una herramienta diseñada por las dos investigadoras e inspirada en un hallazgo del científico alicantino.

Mojica, profesor de Microbiología de la Universidad de Alicante, descubrió que los microorganismos tienen un sistema natural para defenderse de los virus, una capacidad del sistema inmune que nadie esperaba: “Fue un hallazgo totalmente inesperado que aún hoy sorprende” y con unas repercusiones biológicas “tremendas”.

Esta herramienta ya se está utilizando en miles de laboratorios de todo el mundo para hacer ensayos clínicos de todo tipo de enfermedades -incluido el cáncer y el Sida-, y en experimentos medioambientales, vegetales y veterinarios, entre otros.

“Es imposible vislumbrar su futuro. No lo podíamos imaginar cuando en 2005 muchos grupos de investigación llegaron a este campo en el que nos sentíamos tan solos y empezaron a pensar en aplicaciones más allá de la microbiología”, ha dicho Mojica.

Sin embargo, esta herramienta ya ha abierto un debate sus usos.

Las líneas rojas de la edición genética

Para Charpentier hay una línea roja: “Si se utiliza para curar pacientes es una buena idea” pero “no para cambiar el ser humano. Ese es un límite que para mí no debería alcanzarse”.

Ha explicado Reino Unido y Suecia investigan con embriones fecundados ‘in vitro’ para, “en condiciones muy estrictas y con un límite de 14 días, intentar comprender las bases del desarrollo de ciertas enfermedades, pero modificar el genoma de un embrión para mí roza la línea roja”.

Además, ha advertido, “pasará tiempo antes de que lleguemos a poder hacerlo, porque antes hay que asegurar un grado de seguridad y precisión que aún no tenemos”.

Doudna no lo tiene tan claro: “Mi opinión personal ha cambiado desde que creamos esta herramienta. Creo que es fundamental entender el desarrollo del embrión del ser humano bajo unas líneas rojas apropiadas. De momento sólo podemos trabajar con células pero en el futuro se podrá cambiar la secuencia genética de los embriones”.

Mientras, “cada día que pasa oigo hablar de enfermedades genéticas hereditarias y si pudiéramos evitarlas habría que considerarlo. Deberíamos utilizar CRISPR para ayudar a la gente”.

Mojica, por su parte, no tiene “una decisión preestablecida”.

Para este investigador, la manipulación preventiva del ADN de embriones para evitar enfermedades es un tema conflictivo.

“No tengo una idea preestablecida y todavía no lo tengo tan claro. Cuando he escuchado los distintos puntos de vista me han convencido todos, al menos parcialmente”.

Para Mojica, “en algún caso podría estar justificado usar estas herramientas para modificar embriones humanos e incluso generar humanos modificados genéticamente en algún caso siempre y cuando no haya otra alternativa. Quizá lo que no sería ético sería no hacerlo, quizá”, ha advertido.

Los tres investigadores creen que en dos años llegarán los primeros resultados de los ensayos que se están haciendo sobre terapias inmunológicas contra el cáncer o sobre enfermedades genéticas como la degeneración retiniana o la distrofia muscular de Duchenne.

Sobre la inclusión de Mojica en las quinielas del Premio Nobel, el investigador ha dicho que probablemente se debe a una suposición que se ha difundido porque “España tiene ganas de tener un Nobel ya” y que, no obstante, el tema ha servido para motivar y dar ilusión a los jóvenes investigadores españoles, “que buena falta les hace”.

Fuente: EFE