Los expertos de Silicon Valley se retiran a meditar sobre su impacto en el mundo
Ante una crisis, Silicon Valley ha encontrado un centro de retiro.
Ha sido un año difícil para la industria de la tecnología. Personajes prominentes como Sean Parker y Justin Rosenstein, horrorizados al ver en lo que se ha convertido la tecnología, han comenzado a denunciar públicamente a empresas como Facebook, que los hicieron ricos.
Así que Silicon Valley ha venido al Esalen Institute, un histórico hotel para hippies en la costa sur del Pacífico, en California. Después de sufrir daños por una tormenta en la primavera y de tener que trabajar con una plantilla mínima en el verano, el instituto fue reabierto por completo en octubre con un nuevo director y una nueva misión: ser un hogar para que los tecnólogos reflexionen sobre lo que han construido.
Este es un cambio radical para el lugar. Fundado en 1962, la organización sin fines de lucro ayudó a que el yoga, los alimentos orgánicos y la meditación se volvieran parte de la cultura popular estadounidense.
Los líderes de la psicología humanista trabajaron desde la hostería y, según cuenta la leyenda, Hunter S. Thompson se paseaba por el lugar con una escopeta. La desnudez era la norma.
El año pasado fue apocalíptico para Esalen. Tres deslaves en la primavera bloquearon las carreteras en todas las direcciones y los participantes de un taller de masajes tuvieron que ser evacuados por helicóptero. Mientras estaba cerrado, inundado y perdía un millón de dólares al mes, la junta del instituto hizo grandes cambios. Cuando la carretera reabrió en octubre, el centro estrenó director ejecutivo, Ben Tauber, así como una nueva misión.
“Va surgiendo una nueva conciencia en Silicon Valley conforme la gente reconoce que su éxito convencional no necesariamente está haciendo del mundo un lugar mejor”, dijo Tauber, de 34 años, un exgerente de productos en Google y guía de ejecutivos de empresas emergentes. “El interior de los directores ejecutivos está dañado. No pueden dormir de noche”.
Tauber ha atiborrado el calendario de Esalen con sesiones impartidas por líderes de Silicon Valley y los espacios se están agotando.
Dave Morin, un capitalista de riesgo y de los primeros empleados de Facebook, encabezará un programa en torno a la depresión y la tecnología; un antiguo experto en ética de Google, Tristan Harris, dirigió una sesión de fin de semana sobre la adicción a internet, y los futuristas de la tecnología organizarán una conferencia acerca de la realidad virtual y la espiritualidad. Se han instalado cargadores para los autos eléctricos de Tesla y generalmente hay una fila para usarlos. Las nuevas sesiones en 2018 tienen como propósito dirigirse a los trabajadores que están creando realidad virtual, inteligencia artificial y redes sociales.
“Se preguntan si están haciendo lo correcto para la humanidad”, dijo Tauber. “Estas son preguntas que solo podemos responder a puertas cerradas”.
Recientemente a Gopi Kallayil, el principal predicador de mercadotecnia de marca en Google, se le estaba haciendo tarde camino del trabajo a la clase que impartiría en Esalen, llamada “Connect to Your Inner-Net”.
Sus asistentes se esforzaban por hacer todos los arreglos. “Tienen que estar acomodados de manera que si dos ingenieros están sentados en extremos opuestos no sientan que hay demasiado espacio entre ellos”, dijo Jnanada Schalk, quien antes se llamaba Jennie y está ayudando a Kallayil como voluntaria.
Kallayil llegó con un suéter rosa abotonado y un enorme reloj inteligente Android. Había conocido a Tauber cuando trabajaron para Google Plus, la red social del buscador.
Kallayil hizo que los participantes se pusieran en círculo y se presentaran. Había un inversionista de tecnología de salud, un gerente de producto, varios ingenieros y desarrolladores de software, un emprendedor que acababa de vender su empresa emergente de alimentos, una enfermera, un defensor de la vivienda asequible y dos abogados. Kallayil habló en la lengua de Silicon Valley.
“¿Qué es lo que mueve a la tecnología hacia donde avanza tu red interna?”, preguntó. “Por suerte, otras personas han desarrollado el manual operativo”.
Dijo que muchas de las personas que se acercaron a él habían fracasado este año y que él también se cuestionaba sobre el impacto de su trabajo.
“¿Qué están haciendo estas tecnologías?”, dijo Kallayil, quien también da clases en un espacio similar, 1440 Multiversity. “Las decisiones que tomamos afectan a más de mil millones de personas. Aquí, te quitas la ropa y la inhibición, y se siente que hay una crudeza al respecto”.
Los horarios para la sesión de Inner-Net estaban apretados pero sin mucha rigidez. La mañana siguiente, habría clases de caminatas de meditación, de alimentación consciente, de reimaginar el trabajo e integrarse a la vida; después, prácticas de compasión, autocompasión y, finalmente, yoga. Después de la cena, habría trabajo en torno a visualizar las vidas como son y como queremos que sean. Después Kallayil encabezaría unos cánticos.
Las fuentes termales de Esalen funcionan todo el día, pero son famosas por la noche, cuando se abren al público de la una a las tres de la mañana. Una estancia de fin de semana para una pareja en Esalen puede costar 2890 dólares, así que quienes viajan con un presupuesto limitado se quedan cerca de ahí y vienen caminando con toallas poco después de la medianoche.
El camino de terracería hacia los baños lleva a un corredor de concreto y a un vestidor; al rodearlos, reinan la oscuridad y el olor a azufre, pero una vez que tus ojos se ajustan a la luz de las estrellas, pueden verse las grandes tinas de concreto con agua caliente, las bañeras personales con patas y un par de docenas de cuerpos desnudos y silenciosos. Las fotografías están prohibidas en ese lugar.
“Estaba cansada de mi vida”, dijo Marina Kurikhina, de 32 años, quien vive en un rancho cerca de ahí. “Representaba artistas latinoamericanos en una galería en Londres. Ahora enseño pintura creativa subconsciente”.
Kurikhina dijo que la gente visitaba Esalen “para transformarse”. Pronto, planea abrir un bar de salud en el lugar, donde servirá postres crudos, jugos prensados en frío y café de alta calidad.
Tauber fue una elección sorpresiva para ser el director de un centro de retiro. Había fundado un servicio para poder darle seguimiento geográfico de celebridades en tiempo real llamado JustSpotted cuando Google lo contrató a él y a su equipo en 2011. Poco después, vacacionó en Big Sur y dijo que ahí decidió que su trabajo estaba causando daños.
“Me di cuenta de que estaba haciendo que la gente se hiciera adicta a los celulares”, dijo Tauber. “Todos están en esta crisis y por dentro están muriendo”.
Una noche, en la fuente termal, se topó con un líder de Esalen que lo invitó a un evento para hacer negocios con conciencia. Tauber renunció a Google para abrir un negocio de asesoría a fundadores de empresas emergentes, desarrolló la estrategia de tecnología de Esalen y se unió a la junta en 2015. Durante la inundación en la primavera, mientras Esalen recortaba su equipo de 330 a 50, Tauber tomó el mando.
Su plan es dirigir los cursos a altos ejecutivos. “¿Cómo escalamos nuestro impacto como organización?”, preguntó. “Lo hacemos al llegar directamente a los que tienen influencia”.
Su casa es un medio círculo de madera y roca construido en la ladera, que da hacia los cipreses y el agua. Quería una mejor vista, así que hizo que podaran los cipreses. Tiene un ukelele, un tazón de oración y varias herramientas de masaje al lado del sofá. Cerca de las brasas extintas de una fogata que enciende cada mañana, estaba leyendo una historia de Esalen y un libro sobre el Verano del Amor.
En el piso de arriba, la clase de Inner-Net estaba haciendo un ejercicio de compasión. Todos pasaron diez minutos mirando a los ojos a un extraño y repitiendo en silencio frases como “Esta persona tiene emociones al igual que yo”, “Esta persona ha experimentado el dolor y ha sufrido al igual que yo”, “Esta persona morirá al igual que yo”. Estaban descalzos. Algunos estaban envueltos en cobijas gruesas.
Mientras, en el piso de abajo, la profesora de arte había preparado una bebida caliente y espumosa de hongos en un enorme contenedor.
Fuente: The New York Times