Lobo mexicano, tortuga caguama y jaguar también podrían extinguirse
Por abusos en métodos de pesca, cacería, protección al ganado o contaminación marina especies mexicanas languidecen y necesitan de urgente atención
La vaquita marina mexicana se encuentra en peligro de extinción por la mano humana. Pero hay otras especies que, debido a la actividad de las personas, también ven amenazada su existencia; tal es el caso del lobo mexicano, la tortura caguama y el jaguar.
El martes 18 de julio el presidente Andrés Manuel López Obrador agradeció a Joe Biden, su homólogo de Estados Unidos, la no aplicación de sanciones comerciales contra México por posibles omisiones en el cuidado a la vaquita marina en el Alto Golfo de California. Biden informó de tal decisión en una carta enviada al Congreso estadunidense.
Esa prórroga se da con la condición de que en el plazo de un año México dé un giro a la estrategia para salvaguardar al mamífero marino en mayor peligro de extinción en todo el planeta. Los únicos 10 ejemplares que quedan de la vaquita se encuentran en aguas mexicanas. En una palabra, “está al borde de extinguirse”, enfatiza Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica.
Sólo 30 lobos mexicanos en todo el país
El lobo mexicano era una especie que, por mucho tiempo, fue considerada extinta en su medio natural. Hasta hace dos años. Hoy, existen al menos tres decenas de estos especímenes, por lo que se le considera también en peligro de extinción según una norma nacional que identifica las especies o poblaciones de flora y fauna silvestres en riesgo y que requieren de atención y protección, la NOM 059 SEMARNAT-2010.
La población de estos lobos, narra Alejandro Olivera, cayó drásticamente en décadas pasadas por la cacería de personas que se dedicaban, principalmente, a la ganadería. Envenenaban a los depredadores que habían vivido ahí por siglos porque los consideraban una amenaza.
Tan grande fue la matanza que el gobierno mexicano intervino y comenzó la crianza en cautiverio de esta especie. A la fecha se han liberado en su medio natural varios ejemplares y logran sumar unos 30 que sobreviven en su hábitat en el norte del país, principalmente en Sonora y Chihuahua. Aunque es una cantidad mínima de individuos, ya no se considera extinto.
“Como muchas otras especies, enfrentó el problema de la construcción del muro fronterizo de Donald Trump. En condiciones normales, los lobos migran de uno a otro país sin ningún impedimento. Pero, con el muro, en las fronteras de Sonora y Sinaloa se cortaron los oasis en el desierto, que son los sitios de alimentación y para beber agua”, lamenta Olivera.
Que la población se esté recuperando no significa que la amenaza contra el lobo se haya disipado, debido a que el muro fronterizo y la cacería siguen vigentes. Además, se suma el cambio climático.
El especialista celebra que si bien existen familias de lobo mexicano que sobreviven en territorio mexicano, “debido a estos factores el peligro continúa”.
Tres mil caguamas muertas en seis años
Esta especie milenaria que habita en el Golfo de Ulloa, en Baja California Sur, tiene la mala suerte de que, en su hábitat, donde se traslada y alimenta, se realizan actividades humanas como la pesca y la minería marina –una, por cierto, que no tiene que ver con petróleo o gas–.
En el Golfo de Ulloa se trataba de implementar el único proyecto de minería submarina en América, que consistía en la succión de suelo marino para obtención de fosfato. Esto lo realiza la compañía estadunidense Odyssey Marine Exploration, que tiene 30 años en este tipo de extracción. Mario Sánchez, director de la oficina regional noroeste del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), AC, contextualiza al respecto: “Por un lado, la tortura caguama está en peligro por las actividades humanas, pero también por la omisión del Estado mexicano. Uno de los grandes problemas que tenemos es la pesca ribereña, pero sobre todo la industrial. A ello se suma la minería submarina”.
La autoridad mexicana no ha hecho la parte que le corresponde para atender un alarmante nivel de mortandad que afecta a esta especie. “En seis años, de 2017 a la fecha, se han encontrado más de 3 mil especímenes muertos en las playas del Golfo de Ulloa”. Eso según datos de las mismas autoridades, “pero se considera que, por cada espécimen hallado sin vida, se multiplica el número, es decir, por cada individuo muerto puede haber ocho más”, enfatiza.
Sólo quedan 4 mil 800 jaguares
Ya tiene rato que la Alianza Jaguar AC trabaja en la conservación del jaguar. Porque desde 1999, año en el que se fundó, prevalecen tres factores que han puesto en peligro de extinción al jaguar, señala Erik Saracho, director de esta asociación.
El primero es que en los últimos 25 años se intensificó la interacción negativa entre los ganaderos y los depredadores carnívoros. “Esto ha amenazado la conservación del jaguar en México”, declara Saracho, quien detalla que en el país se da la práctica común de ganadería de agostadero, es decir, de animales sueltos en potreros muy amplios de pasto.
Cuando las vacas son soltadas para pastar, se desplazan hasta donde están otros animales herbívoros. Las vacas se comen el sotobosque y, por ello, en esas zonas disminuye la presencia de venados, jabalís o tejones.
Es decir, esas que son las presas naturales del jaguar y de otras especies como el puma y coyote, son desplazadas, con lo cual los depredadores no tienen más remedio que matar a los animales de granja. “Los ganaderos, para tratar de controlar el daño a su patrimonio, matan a los animales a balazos o envenenándolos”, explica el director de Alianza Jaguar.
Este conflicto ganadero sucede en el occidente de México, en estados como Jalisco, Michoacán, Sinaloa, Nayarit, franja donde se extiende un corredor biológico importante.
El segundo factor es la construcción de carreteras y caminos que no consideran la existencia del jaguar y de otros animales.
“El hábitat se fragmenta, se rompe el corredor biológico que permite que se mantengan la salud genética de estos animales, no se hacen los pasos de fauna adecuados y cada atropellamiento de un animal disminuye la posibilidad de que se conserve a largo plazo”, reporta Saracho.
El tercer factor es la cacería incidental contra las presas del jaguar. “Hay mucha cacería no regulada de esas presas del jaguar, si bien la gente ya sabe que matar un jaguar está mal, cree que es válido cazar venados y otras de sus presas”, y lo hace sin autorización de las autoridades.
“Hay gente que mata animales silvestres para venderlos en restaurantes clandestinos. Eso hace que el jaguar tenga menos presas. Además, un cazador puede matarlo por miedo o desconocimiento”. Saracho arguye que conservar el jaguar necesariamente exige proteger áreas amplias de hábitat.
Esa ha sido importante para que el gran felino no se encuentre en alto riesgo de desaparecer. El último conteo estimativo, de 2018, arrojó que existían unos cuatro mil 800 ejemplares en todo el territorio nacional.
Vaquita marina, en la mira del mundo
“El gobierno mexicano no ha hecho lo que debe para impedir que se usen redes de pesca en el hábitat de la vaquita. Sigue habiendo pesca ilegal y redes para capturar el pez totoaba y el camarón. Son esas redes las que incidentalmente la atrapan”, expone Alejando Olivera.
El comunicado del presidente Biden no es casual, alerta el conservacionista. “Se tiene bajo la lupa a la autoridad mexicana”, distingue y señala que a causa del peligro en que se encuentra la especie, actualmente hay un embargo comercial a todos los productos del Alto Golfo de California. No se puede exportar camarón y otros animales marinos a Estados Unidos.
Tan grande es la preocupación que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la Unesco, declaró el hábitat de la vaquita como patrimonio mundial en peligro. Pero esa presión internacional hacia México no es algo nuevo.
“Que el gobierno vea como victoria que no haya sanciones comerciales, es una lectura incorrecta. La libraron… por esta vez. El gobierno de Estados Unidos dio un año para que se cumpla lo prometido por el gobierno, como prohibir las redes en el Alto Golfo de California”, específica Olivera.
De no hacerse la afectación no sólo sería contra las empresas pesqueras exportadoras y los habitantes de esas costas bajacalifornianas que laboran en ellas, sino que la humanidad podría componer ya un réquiem a esta especie que dolorosamente languidece.
Fuente: telediario.mx