El anuncio de un científico chino que asegura haber creado a los primeros bebés modificados genéticamente de la historia ha puesto en el punto de mira el laxismo de la leyes sobre bioética en China.
Ese país quiere convertirse en un líder mundial de la investigación genética y del clonado, y las zonas grises de la legislación local allanaron el camino a investigaciones a veces controvertidas.
En 2015 científicos chinos fueron los primeros en modificar los genes de embriones humanos, según la revista Nature. El mismo año se construía en Tianjin un laboratorio para clonar animales, con la ambición de producir hasta un millón de vacas por año.
A principios de 2018 especialistas chinos hicieron nacer por primera vez monos genéticamente idénticos, con la misma técnica de clonado utilizada hace más de 20 años con la célebre oveja Dolly, el primer mamífero clonado.
Estas investigaciones pueden contribuir a desarrollar medicamentos o tratamientos contra las enfermedades, pero plantean serios interrogantes éticos, en particular sobre la clonación humana.
El investigador He Jiankui, quien dirige un laboratorio en Shenzhen, anunció el domingo, en videos difundidos por Youtube, el nacimiento de gemelas cuyo ADN fue modificado para que fueran resistentes al virus del sida.
Este martes volvió a defender su experimento en un video en el que asegura que quiere ayudar a las familias con enfermedades genéticas. Pensamos que la ética está de nuestro lado. Acuérdense de Louise Brown, el primer bebé nacido por fecundación in vitro en 1978. Los mismos miedos y las mismas críticas se repiten hoy, estimó.
Sin sanciones
Según Qiu Renzong, pionero de los temas de bioética en China, los investigadores no son sancionados, ya que sólo rinden cuentas a su institución. Algunas de estas instituciones no prevén ningún castigo en caso de falta profesional.
China protege mucho a los científicos. Si cometemos un pequeño error, se queda ahí, no hay sanciones, lamentó ayer en Hong Kong, en el contexto de una conferencia internacional sobre genética.
He Jiankui podría intervenir el miércoles y el jueves en este mismo acto.
Michael Donovan, fundador de Veraptus, una empresa de biotecnología, dijo que leyes más laxas que en otros países permitieron a China tomar la delantera en el sector biomédico.
En muchos sectores, si la ley no castiga es que se puede avanzar con prudencia. En ese contexto avanza actualmente la investigación sobre modificaciones genéticas, explicó.
También influyen otros factores, como la demografía. Los mil 400 millones de habitantes garantizan al país una amplia muestra de eventuales pacientes, estimó.
Fang Gang, profesor de biología de la Universidad de Nueva York en Shanghai, indicó que parece que en China no tenemos restricciones morales para impedirnos ese tipo de investigaciones.
La Comisión Nacional de Salud, que tiene rango de ministerio, ordenó sin embargo una indagatoria sobre el caso.
Por su lado, ayer en un encuentro con la prensa, el viceministro de Ciencias y Tecnología, Xu Nanping, precisó, según la televisión pública, que si las gemelas realmente nacieron sería ilegal.
Según los principios éticos fijados en 2003 con respecto a la investigación sobre células madre de embriones, el cultivo in vitro es posible, pero sólo durante 14 días luego de la fecundación o el trasplante del núcleo.
Un grupo de 122 científicos chinos lamentó la locura del investigador. En una carta abierta que circula por Internet, señalaron que el uso de la tecnología CRISPR-Cas9 para editar los genes de embriones humanos era peligroso, injustificado y dañaba la reputación y el desarrollo de la comunidad biomédica en China.
La Universidad de Ciencias y Tecnología del Sur, donde trabajaba He Jiankui, dijo considerar esas investigaciones como una grave violación de ética y de las normas universitarias.
Las autoridades de Shenzhen subrayaron que todas las organizaciones de salud deben constituir un comité consultivo de ética antes de iniciar investigaciones biomédicas en seres humanos, paso que el hospital implicado en el experimento de He no respetó. Pero esta clínica, Harmonicare, negó toda implicación y aseguró que el documento autorizando fue probablemente falsificado.
Fuente: Reuters / Afp