Lepra, la enfermedad milenaria que no ha sido erradicada
No tratar a tiempo esta afección puede dejar secuelas progresivas y permanentes, como mutilaciones, deformidades y ceguera
La lepra es una enfermedad muy antigua que no ha desaparecido, pero hablar de ella hoy es muy distinto a lo que se mencionaba en la Biblia o en un cuento de Jack London que inicia así: “Nos quitan la libertad porque estamos enfermos”. Los microscopios y los antimicobacterianos eliminaron los relatos que eran una combinación de terror psicológico y drama apocalíptico. Ahora sabemos qué causa esta enfermedad y cómo se puede curar. Ya no hay pacientes forzados a tocar campanas o castañuelas para alejar a la gente al oírlos pasar, como solía ocurrir. Tampoco vemos a miles de personas muriendo solas, como sucedía cuando contagiarse era sentencia de muerte y aislamiento. Ahora el objetivo es erradicarla.
Esta infección ha sido poco común en Estados Unidos. El mayor número de casos registrados fue en 1983, y desde entonces, las cifras disminuyeron de forma significativa hasta el año 2000. Sin embargo, los informes indican un aumento gradual en las últimas décadas.
Casos modernos de una enfermedad antigua
La historia médica de dos hermanos aparece en un informe de la revista Medicina Tropical e Higiene. Esto fue lo que sucedió. En 2007, un mexicano de 25 años que vivía en Minneapolis fue al médico después de tener picazón en la piel, hinchazón, dolor en las extremidades y pérdida del pelo en cejas durante un año y medio. Estos son síntomas de lepra. Después de realizar pruebas de laboratorio, se la diagnosticaron. Se curó, pero su tratamiento no fue fácil, tuvo recaídas, llagas y debilidad en las piernas.
Cinco años después, su hermana mayor, con quien el joven solo había vivido un año, desarrolló lesiones en la piel: manchas violáceas y pálidas en la espalda, brazos y piernas. Otros signos característicos de la misma enfermedad.
Aunque la mayoría de los casos se detectan en India, Brasil e Indonesia, un informe publicado en Emerging Infectious Diseases indica que la lepra es endémica en el sureste de los Estados Unidos, donde el número de casos se ha duplicado en la última década, especialmente en Florida.
Por otro lado, en México, las autoridades de salud registraron 300 casos de lepra en 2022. Si comparamos esta cifra con la de 1991, cuando había 17,188 casos, se nota una disminución significativa. Sin embargo, la Secretaría de Salud destaca que se necesitan más esfuerzos para detener la propagación de la enfermedad de manera rápida. Han identificado 12 municipios prioritarios que tienen una tasa de prevalencia superior a un caso por cada 10,000 habitantes.
Combatir el estigma con ciencia
Gracias a los avances en la investigación científica, la enfermedad de los dos hermanos de Minneapolis fue tratable. Un primer paso histórico para entender la lepra se dio en 1873, cuando Hansen observó bajo su microscopio el parásito que la causa. Desde ese momento, a esta enfermedad también se le conoce como mal de Hansen.
Hoy sabemos que esta afección no es un castigo divino para impuros ni un mal del alma, como se decía en textos antiguos, sino una enfermedad infecciosa crónica causada por Mycobacterium leprae y Mycobacterium lepromatosis.
También se entiende que el contagio no es por herencia, como se creía en la Edad Media, sino a través de gotitas respiratorias en contactos prologados con infectados, aunque también se han detectado casos de lepra en humanos con la cepa que portan los armadillos de nueve bandas.
Una revisión sistemática de investigaciones sobre la transmisión de la lepra realizada en 2020, refiere que en el continente americano se ha reportado que la especie de nueve bandas es huésped natural y reservorio de Mycobacterium leprae. También señalan que en 1984 se informó la aparición de uno de estos animales infectados con M. leprae en México y que en 2016 se detectó M. lepromatosis en ardillas rojas con lesiones similares a la lepra en las Islas Británicas, y que la cepa aislada en estos roedores era, en esencia, la misma que circulaba entre los humanos en la Inglaterra medieval y Dinamarca. Además de estar muy relacionada con las cepas que portaban los mamíferos acorazados en el sur de Estados Unidos.
Si bien no se le atribuye a los armadillos la enfermedad de los hermanos. El reporte de su caso también sirve de pretexto para contar otro asunto a saber: la lentitud con que se manifiesta la lepra. Esto es así porque los bacilos que causan la enfermedad se reproducen muy despacio, en promedio suelen pasan cinco años desde la incubación del microorganismo hasta el inicio de los síntomas, pero pueden manifestarse 20 años después.
Tratamiento antimicobacteriano
Durante mucho tiempo se aisló a las personas con lepra, pero hoy se sabe que no es una enfermedad altamente infecciosa. Para infectarse del mal de Hansen es necesario un contacto cercano y prolongado con personas infectadas no tratadas, como sucedió en la historia de Minneapolis. Además, el curso de la enfermedad depende en gran medida de la susceptibilidad individual a M. leprae.
Las investigaciones recientes destacan que en los casos más modernos, las personas que la contraen suelen estar bajo inmunosupresión, por ser pacientes de trasplante o tomar medicamentos inmunosupresores.
No tratar a tiempo esta enfermedad puede dejar secuelas progresivas y permanentes como mutilaciones y deformidades, e incluso ceguera. Desde 1981, la OMS recomienda una terapia con multidrogas que mata al patógeno, cura al paciente y detiene la transmisión. Dicho tratamiento es gratuito a través de la OMS, gracias a la donación de Novartis, e incluye tres medicamentos (dapsona, rifampicina y clofaziminia) administrados entre seis y 12 meses.
Para cortar la cadena de contagios es importante seguir esta terapia, además, vacunarse contra la tuberculosis ofrece una protección parcial contra la lepra, pero para prevenir mejor la enfermedad la OMS recomienda rastrear contactos domésticos, vecinales y sociales de las infectadas y administrarles una dosis única de rifampicina como tratamiento quimioprofiláctico.
Antes de estas opciones médicas, las acciones contra la enfermedad se centraron en cuidados dentro de leproserías, sitios donde las familias abandonaban a sus enfermos. Estos espacios crearon exclusión y estigmas sobre los pacientes. Actualmente, según la Agencia Fides, la Iglesia católica gestiona 532 hospitales de lepra en el mundo. En África tienen 201, en América 41 (en México son tres y en Brasil 18), en Asia 269, en Europa 19 y en Oceanía 2.
Como la enfermedad ha estado rodeada de prejuicios y discriminación durante cientos de años, algunos médicos y activistas dedicados a curar y apoyar a enfermos proponen sustituir el termino lepra por ‘hanseaniasis’. La OMS la sigue llamando lepra, pero también se refiere a ella como enfermedad de Hansen.
Fuente: es.wired.com