Casi la mitad de las tierras del planeta ya son de cultivo
Según un nuevo estudio de la Universidad de Stanford, los virus que saltan de animales a personas, como el responsable de COVID-19, se volverán más comunes a medida que las personas continúen transformando hábitats naturales en tierras agrícolas.
El estudio, publicado en Landscape Ecology, revela cómo la pérdida de bosques tropicales en Uganda pone a las personas en mayor riesgo de interacciones físicas con los primates salvajes y los virus que transportan.
Esta investigación tiene implicaciones para la aparición y propagación de enfermedades infecciosas de animales a humanos en otras partes del mundo, y sugiere posibles soluciones para frenar la tendencia.
Expansión agrícola
El estudio destaca que la población humana ha convertido casi la mitad de las tierras del mundo en agricultura.
Los bosques tropicales son los que más han sufrido la deforestación, con algunas de las tasas más altas de conversión agrícola de las últimas décadas.
En África, esto ha representado aproximadamente las tres cuartas partes de la pérdida reciente de bosques.
Lo que queda, fuera de los parques y reservas protegidas, son pequeñas islas de bosque en un mar de tierras de cultivo y áreas donde las tierras de cultivo interfieren con áreas boscosas más grandes.
El caso de Uganda
En Uganda, décadas de migración y la creación de tierras de cultivo fuera del Parque Nacional Kibale, han llevado a una alta densidad de personas que intentan mantener a sus familias al borde de los hábitats forestales.
Por lo general, las personas evitan los primates salvajes porque son portadores conocidos de enfermedades, y muchos están protegidos por la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda.
Sin embargo, la pérdida continua de hábitat forestal significa que los primates salvajes y los humanos comparten cada vez más los mismos espacios y compiten por el mismo alimento.
Cuando las personas se aventuran en áreas boscosas en busca de recursos, y cuando los animales se aventuran fuera de sus hábitats para atacar los cultivos, aumentan las posibilidades de transmisión de enfermedades zoonóticas o de animales a humanos, destaca el estudio.
Anticipando la infección
A diferencia de estudios previos que examinaron el tema principalmente desde un punto de vista ecológico, el estudio de Stanford es el primero en integrar factores ecológicos a nivel de paisaje con factores de comportamiento a nivel individual, y sopesar a la vez los riesgos para la salud humana.
Los investigadores comenzaron recolectando datos de encuestas de uso de la tierra de pequeños agricultores que viven cerca de fragmentos de bosque.
Combinaron esta información con imágenes satelitales de alta resolución del mismo período de tiempo, para modelar cómo los patrones del paisaje y los comportamientos individuales juntos, hacen que ciertas personas tengan más probabilidades de tener contacto con animales salvajes.
Descubrieron que los predictores más fuertes del contacto entre los primates y los humanos eran la extensión del límite del bosque alrededor de las casas de las personas y la frecuencia con la que las personas se aventuraban en estas áreas boscosas para recolectar árboles pequeños para usarlos en la construcción.
Medidas preventivas
Los investigadores advierten que esta interacción creciente entre animales y personas debido a la expansión agrícola representa una amenaza para la propagación de las infecciones de los primates salvajes a los humanos en todo el mundo.
Como soluciones preventivas sugieren crear pequeñas zonas de protección, como granjas de árboles o deforestación controlada, en el entorno de los bosques donde viven los animales salvajes.
Estas zonas alejarían la posibilidad de contactos humanos con animales salvajes.
Otra solución sugerida por los investigadores sería establecer ayudas a la construcción en las poblaciones agrícolas, para evitar que tengan que introducirse en hábitats de animales salvajes en busca de madera.
Fuente: tendencias21.net