La economía puede frenar la resistencia a los antibióticos
Un estudio realizado por investigadores británicos sostiene que el uso de análisis económicos podría ayudar a evitar el aumento de la resistencia a los antibióticos.
Los investigadores han incidido en la utilidad de los análisis económicos para elaborar las recomendaciones de los planes contra problemas globales, como la resistencia antibiótica o el cambio climático. Estos análisis guiaron las medidas establecidas en el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático y las decisiones tomadas por la comunidad internacional en el Acuerdo de París.
Este estudio ha analizado qué medidas económicas podrían tomar los gobiernos para frenar los efectos y evitar algunas de las causas de la creciente resistencia a los antibióticos, así como para potenciar la investigación sobre nuevos antibióticos, que ha dejado de ser rentable para las empresas farmacéuticas.
Estimaciones recientes encargadas por el Gobierno del Reino Unido calculan que, si no se toman medidas, la resistencia de la población a los antibióticos causará en 2050 hasta 10 millones de muertes anuales en todo el mundo.
La resistencia a los antibióticos: una amenaza para la salud y la economía
A medida que crece el uso de los antibióticos, las bacterias son cada vez más resistentes al tratamiento. Esta resistencia pone en peligro la atención médica moderna, que se basa en el acceso a antibióticos para prevenir y tratar infecciones asociadas con procedimientos médicos rutinarios.
La resistencia de las bacterias a los antibióticos también afecta a la economía de los países. El efecto sustancial sobre la salud y la productividad laboral puede reducir el producto interior bruto (PIB) entre un 2% y un 3,5%, según las citadas estimaciones.
El nuevo estudio sostiene que una variedad de impulsos económicos pueden ayudar a abordar los desafíos que presenta este problema, incluida la evaluación del coste social total del uso de antibióticos teniendo en cuenta el impacto de los niveles de resistencia de las bacterias, tanto en la salud humana como en el PIB.
Medidas económicas
El desarrollo de nuevos antibióticos rara vez es rentable y la mayoría de las compañías farmacéuticas importantes han abandonado el campo. El nuevo estudio sostiene que se necesitan nuevas formas para hacer rentable el desarrollo de antibióticos, desvinculando las ganancias al número de ventas. También deben ofrecerse incentivos para el desarrollo de intervenciones que reduzcan el uso de antibióticos.
“El desarrollo de nuevos antibióticos debe ser rentable independientemente de los precios y el volumen de ventas”, explica en un comunicado la doctora Sarah Wordsworth, del Servicio Nacional de Salud británico, y coautora del estudio. ”Necesitamos mejores incentivos para alentar a las compañías farmacéuticas a reincorporarse con el desarrollo de antibióticos”, añade.
Según Wordsworth, se requieren incentivos de “empujen”, como subsidios de investigación y créditos fiscales para reducir los gastos en I+D, y mecanismos para guiar la inversión de los desarrolladores.
La resistencia a los antibióticos y el cambio climático
El estudio establece paralelismos entre los desafíos presentados por la resistencia antibiótica y los del cambio climático. El consumo controlado, tanto de antibióticos como de carbono, puede proporcionar valiosos beneficios a corto plazo, pero impone costes a más largo plazo.
Las personas, a menudo, no se animan a cambiar sus hábitos porque las consecuencias adversas pueden tardar en aparecer. Además, es poco probable que se eviten esas consecuencias negativas, a menos que muchas otras personas también decidan reducir su consumo de carbono y de antibióticos.
En países donde la prescripción y la administración de medicamentos no están separadas, los médicos pueden tener incentivos económicos para prescribir antibióticos, como por ejemplo gravar cada antibiótico que prescriban, y reducir así las recetas de este medicamento.
La recaudación obtenida mediante este impuesto podría invertirse después en el desarrollo de nuevos antibióticos. Una alternativa puede ser establecer un organismo regulador que otorgue a los médicos permisos o cuotas para la prescripción de recetas y luego permita que el mercado determine el precio.
El uso generalizado de antibióticos en la agricultura también contribuye a la resistencia antibiótica. El 80% del uso de antibióticos en Estados Unidos se dirige a este sector para promover el crecimiento del ganado o como sustitutos de bajo coste de las medidas de higiene para prevenir infecciones. Los impuestos y las cuotas podrían usarse para desalentar el uso innecesario de antibióticos en animales y reinvertirse en investigación y desarrollo, señala el estudio.
Acceso universal a los antibióticos
La población de los países de altos ingresos está acostumbrada a la relativa seguridad de procedimientos como el reemplazo de cadera o las cesáreas, pero antes del descubrimiento de la penicilina, la infección por un rasguño menor podía llegar a ser fatal.
La falta de acceso a los antibióticos todavía causa más muertes en todo el mundo que la resistencia a los mismos. “El los países con ingresos medios y bajos, el acceso inadecuado a los antibióticos entre los pobres suele ir acompañado de un sobre-consumo de antibióticos por parte de las clases medias”, apunta el doctor Laurence Roope, del Centro de Investigación en Economía de la Salud (HERC) en el Departamento de Salud de la Población de la Universidad de Oxford.
“Se estima que la provisión universal de antibióticos podría evitar el 75% de las muertes por neumonía en niños menores de 5 años en estos países”, añade Roope. “Equilibrar la necesidad de reducir el uso general de antibióticos con la ampliación del acceso esencial es un reto difícil pero importante”.
“Si el coste de los antibióticos aumenta a través de impuestos o cuotas, será vital desarrollar mecanismos para reducir el riesgo de que solo los asuman quienes puedan pagarlos”, señala el profesor Richard Smith, de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y coautor del estudio.
“Las investigaciones futuras deben considerar nuevas formas de reducir el consumo general de antibióticos sin restringir el acceso esencial”, añade Smith. “Hay una oportunidad para que los economistas en muchos campos se involucren con este problema global acuciante”.
Fuente: tendencias21.net