La cocaína llega a la Antártida
Las aguas de la Antártida contienen cafeína, ibuprofeno, paracetamol y cocaína, a veces en niveles similares a los de Europa y otros continentes mucho más poblados. Así lo indica el primer estudio que ha analizado la presencia de medicamentos y drogas ilegales en la península Antártica, un cuerno de tierra al noroeste del continente donde está la mayoría de bases científicas y que además recibe cada año la visita de miles de turistas. Los resultados confirman algo que era de esperar, allí donde vamos los humanos, también van nuestras drogas.
“La presencia humana está introduciendo contaminantes no analizados hasta la fecha que, en función de su toxicidad, persistencia o bioacumulación, podrían producir daños en el ecosistema antártico”, explica Yolanda Valcárcel, investigadora de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y coautora del estudio.
Para este estudio, científicos del Instituto Geológico y Minero (IGME), la Universidad Autónoma de Madrid y el Instituto Nacional del Agua de Argentina recogieron muestras de agua de arroyos, lagunas, drenajes glaciares y vertidos de aguas residuales sin tratar en zonas especialmente sensibles debido al turismo y la presencia de bases científicas. Las muestras se analizaron en busca de 25 medicamentos y 21 sustancias recreativas y drogas ilegales. Doce de ellas han aparecido en los análisis. Los compuestos de mayor concentración son antiinflamatorios y analgésicos, que presentan un “riesgo alto» a nivel medioambiental, según el trabajo, publicado en Environmental Pollution. También se detectan concentraciones preocupantes de antibióticos en las aguas residuales de una de las bases analizadas.
La sustancia más presente dentro del grupo de “sustancias recreativas” es la cafeína, según el estudio, seguida de la efedrina, que se usa también con fines médicos. El trabajo ha detectado también el principal metabolito de la cocaína en uno de los 10 puntos analizados, situado cerca de la base científica y militar Marambio de Argentina. Las concentraciones son “similares” a las detectadas en ríos de España, Italia, Bélgica y Reino Unido, apunta el estudio. Aunque “la presencia de esta sustancia puede deberse al consumo ocasional incluso fuera de la zona analizada, es aconsejable realizar un control continuo debido a los potenciales riesgos que puedan suponer para los ecosistemas acuáticos de la Antártida”, señala el trabajo. También se detecta en este punto alprazolam, un fármaco de uso frecuente para la ansiedad. Valcárcel matiza que, por el momento, “las concentraciones de drogas son ínfimas y en ningún caso suponen un peligro ambiental”.
Los responsables del trabajo quieren seguir analizando la presencia de estos compuestos y estudiar si pueden suponer un peligro para la fauna del continente. “Las especiales condiciones climáticas del continente antártico, con fríos extremos la mayor parte del año, podrían retardar o dificultar los procesos de degradación microbiana y fotodegradación de este tipo de contaminantes”, lo que a su vez puede concentrar estas sustancias en el agua y en la cadena alimentaria, explica Luis Moreno, investigador del Instituto Geológico y Minero (IGME) y coautor del estudio, en una nota de prensa.
Fuente: elpais.com