La agricultura y ganadería ecológicas son peores para el cambio climático
Las prácticas orgánicas pueden reducir los impactos climáticos que genera la agricultura, algo que sería fantástico si no requirieran más terreno para producir la misma cantidad de alimentos. Eliminar más pastos y bosques para producir suficientes alimentos para compensar esa diferencia liberaría muchos más gases de efecto invernadero de los que estas prácticas serían capaces de reducir, según un nuevo estudio en Nature Communications.
Otra investigación reciente también concluye que la agricultura orgánica genera más contaminación climática que las prácticas convencionales cuando se tiene en cuenta la tierra adicional requerida. En el trabajo en Nature, los investigadores de la Universidad de Cranfield (Reino Unido) han analizado esta cuestión para ver qué sucedería si toda la agricultura de Inglaterra y Gales se hiciera mediante prácticas orgánicas.
La buena noticia es que reduciría las emisiones directas de gases de efecto invernadero del ganado en un 5 % y de los cultivos en un 20 % por unidad de producción. La mala noticia es que la producción se reduciría alrededor del 40 %, lo que obligaría a los británicos a importar más alimentos del extranjero. Si la mitad de la tierra necesaria para satisfacer la demanda se obtuviera de los pastizales, que almacenan carbono en los tejidos de las plantas, en las raíces y en el suelo, las emisiones generales de gases de efecto invernadero aumentarían un 21 %.
La agricultura orgánica evita el uso de fertilizantes sintéticos, pesticidas y organismos modificados genéticamente. Todos estos elementos se usan habitualmente para aumentar la cantidad de cultivos producidos. Por el contrario, este tipo de práctica depende del estiércol animal y del compost, y de prácticas como la rotación de cultivos, que implica cultivar diferentes plantas durante todo el año para mejorar la salud del suelo.
El estudio señala que estos elementos producen menos emisiones que los fertilizantes sintéticos a base de nitrógeno, que incluyen el óxido nitroso, un gas de efecto invernadero altamente potente. Además, el uso de estiércol y el cultivo rotacional pueden aumentar la cantidad de carbono almacenado en el suelo.
El análisis del impacto de las emisiones de la carne, la leche y los huevos producidos por ganadería orgánica resulta más complicado. Por un lado, puede aumentar las emisiones porque, sin hormonas, suplementos y alimentos convencionales, los animales tardan más en engordar. Al tener vidas más largas, tienen más tiempo para expulsar metano, otro gas de efecto invernadero muy potente. Por otro lado, permitir que los animales pasen más tiempo de sus vidas pastando en pastizales abiertos puede estimular el crecimiento de más plantas para capturar dióxido de carbono, lo que reduce las emisiones asociadas a la producción de los productos cárnicos.
Pero el mayor problema, tanto para los cultivos como para el ganado, consiste en que estas prácticas necesitan mucha más tierra para producir la misma cantidad de alimentos. Al fin y al cabo, el objetivo principal de los fertilizantes sintéticos es aumentar la productividad de los cultivos, al proporcionar una forma “fija” de nitrógeno que promueve el crecimiento de las plantas. Las legumbres que los agricultores orgánicos tienen que rotar para ayudar a convertir el nitrógeno en compuestos más reactivos en el suelo terminan afectando profundamente otros cultivos alimenticios que de otro modo podrían cultivar, señala el estudio.
Específicamente, hacer que la ganadería y la agricultura fueran 100 % orgánicas requeriría 1,5 veces más extensión de tierra para compensar la pérdida de producción, lo que multiplicaría por cinco las importaciones alimenticias de Inglaterra y Gales. Esa diferencia se amplifica por el hecho de que la producción del sistema agrícola de Reino Unido es particularmente alta en comparación con otras partes del mundo.
Este estudio revela unos efectos peores que algunos análisis anteriores. En particular, un metanálisis de 2012 en Nature determinó que los rendimientos de la agricultura orgánica son entre 5 % y 34 % más bajos que los de la agricultura convencional, en función del tipo de cultivo y prácticas. Además, otro estudio publicado en Nature Communications en 2017 estimó que cambiar a la agricultura orgánica aumentaría el uso de terrenos entre un 16 % y un 33 %.
El análisis del todo el sistema agrícola de Inglaterra y Gales llevado a cabo por este nuevo estudio ayuda a abordar algunas de las críticas que suelen recibir otras evaluaciones de emisiones orgánicas previas, que se solían limitar a granjas o cultivos específicos, explica el director asociado de alimentos y agricultura del grupo de expertos que promueve soluciones tecnológicas para los desafíos medioambientales Breakthrough Institute, Dan Blaustein-Rejto.
El experto señala: “Analizar a la escala de una granja realmente no muestra cómo sería una transición a lo orgánico a gran escala. Solo un estudio como este, que tiene una perspectiva global, realmente lo consigue”.
El mundo necesita encontrar formas de reducir las emisiones y la contaminación ambiental provocada por los fertilizantes sintéticos. Pero parece que la mejor estrategia no reside en deshacerse de ellos sino en modificarlos para resulten menos dañinos y no nos obliguen a convertir más tierras para la agricultura u obligar a grandes partes del mundo a pasar hambre. La tecnología podría ayudar. Entre otras cosas, varios investigadores y start-ups trabajan para desarrollar nuevos aportes agrícolas capaces de reducir las emisiones sin reducir los rendimientos, nuevos cultivos que absorban más nitrógeno del suelo y varias alternativas a la leche y la carne.
Fuente: technologyreview.es