La agricultura es hoy 48 veces más tóxica de lo que era hace unas décadas. Y los insectos lo pagan
La humanidad produce hoy más alimentos que en cualquier otro momento de la historia. Las causas son múltiples, pero una tiene un origen claro: la mejora de la productividad agraria, en parte, gracias a los pesticidas. De controvertida naturaleza, su impacto en el medio ambiente ha sido siempre cuestión de disputa. Un nuevo estudio ha acotado las consecuencias de uno de ellos, los neonicotinoides, en las poblaciones de insectos de Estados Unidos. Y no es en absoluto alentador: nuestros campos de cultivo son hoy 48 veces más tóxicos que antaño.
El estudio. Publicado en PLOS One hace algunas semanas, el trabajo se vale de una nueva metodología desarrollada por los investigadores para calcular la pervivencia de los pesticidas en la superficie cultivable, la cantidad de pesticidas utilizados a lo largo del año, y la toxicidad absorbida por las poblaciones de abejas (el estándar para el resto de insectos). Entre 1992 y 2014 los volúmenes de toxicidad aumentaron sustancialmente, y la mayor parte del impacto (el 92%) en las especies invertebradas se podía atribuir a los neonicotinoides.
Qué son. Popularísimos pesticidas empleados en más de 120 países del planeta, pero objeto de toda clase de problemas en las especies autóctonas de abejas y otros insectos. Son sistémicos, es decir, las plantas los absorben y se impregnan de su toxina a todos los niveles. Inocuos para el consumo humano, se disuelven en el agua y tienden a contaminar arroyos y pozos de agua. Se sabe de sus consecuencias negativas desde hace años: la Unión Europea congeló su uso en 2013, y los prohibió en todo el continente en 2018. Un respiro para los insectos.
¿Por qué? Porque los números de abejas y otros insectos han caído en picado. Los autores del estudio hablan de una segunda “primavera silenciosa” (un término popular entre los grupos ecologistas) y de un incierto “apocalipsis de insectos”. Son palabras gruesas, pero las cifras tienden a darles la razón: el 37% de las poblaciones de abejas están en declive, y el 24% en peligro de extinción. Diversos estudios han demostrado como el empleo de neonicotinoides tiene un impacto directo en la supervivencia de las abejas, reduciendo su número entre un 24% y un 79%.
Un 2,5% anual. Otros trabajos son igual de alarmantes. A principios de este año un análisis estimaba que el volumen de insectos albergado en al Tierra estaba cayendo a razón de un 2,5% cada año. Como explicaron nuestros compañeros de Xataka de la mano de uno de sus autores, se trata de la mayor extinción “desde el Cretácico”. El 41% de las especies de insectos han visto cómo sus números se han desplomado durante la última década, cifras de especial crudeza para los lepidópteros (mariposas y polillas) y ortópteros (saltamontes, grillos, etc).
En países como Alemania los insectos voladores se han reducido un 75% en treinta años.
Grave. La evidencia sobre su paulatina desaparición es abundante. ¿Pero por qué es importante? Para el caso de las abejas, por ejemplo, porque se encargan de polinizar el 90% de las plantas con flores del planeta, y el 75% de los cultivos para consumo humano o ganadero. Los insectos son la base del complejísimo sistema bioecológico de la Tierra, y sin ellos el castillo de naipes se puede venir abajo. Tanto la UE como Canadá, así como otros países, parecen ser conscientes de ello, limitando o prohibiendo el uso de neonicotinoides. Estados Unidos, la primera potencia agrícola del mundo, cuenta con una legislación más laxa.
Fuente: xataca.com