Imposible cerrar las nucleares en 10 años y luchar contra el cambio climático a la vez: gobiernos deben decidir
En los últimos días, el rumor de que el nuevo Gobierno socialista planea lanzar un nuevo calendario de cierre para las centrales nucleares del país cada día es más fuerte. El nombramiento de Teresa Ribera supone un primer paso en ese sentido y diarios como Expansión citan a fuentes de la dirección socialista que hablan de una España posnuclear en 2027.
A falta de confirmación oficial, desde Xataka nos hemos preguntado si sería posible prescindir de toda la energía nuclear en menos de una década y qué costos tendría para nuestros bolsillos y para la lucha contra el cambio climático. Los expertos coinciden en que, hoy por hoy, compaginar las dos cosas es inviable a nivel técnico y económico.
Un debate crucial que ya está aquí
Es un tema que estará sobre la mesa del ejecutivo socialista lo quiera o no porque la central nuclear Almaraz I cumple 40 años en 2020 y tendrá que solicitar la renovación de la autorización actual en 2019, el año que viene. Ese será el momento clave porque el resto de centrales nucleares del país caerán como fichas de dominó tras de ella: Ascó I (2022), Almaraz II (2023), Cofrentes (2024), Ascó II (2025), Vandellós II y Trillo (ambas en 2027). Está claro que este Gobierno tiene fecha de caducidad y no podrá pilotar el cierre de todas las centrales nucleares, aunque , por eso mismo, la tentación de “jugar en corto” es grande. Aprobar el cierre nuclear puede ser rentable económicamente, pero sus consecuencias a medio plazo serán difíciles de gestionar. Sobre todo, porque no estamos preparados.
A ese posible cálculo electoral, hay que sumarle el hecho de que la misma (futura) ministra, Teresa Ribera, Lo que está claro es que, hoy por hoy, las energías renovables no pueden suplir el aporte nuclear. Como nos recordaba Rubén Lijo, experto en ingeniería de alta tensión y sistemas eléctricos de potencia, “las fuentes de energía renovable son muy variables y no disponemos de capacidad de almacenamiento a gran escala que nos permita asegurar su gestionabilidad”.
En los últimos años, hemos visto numerosos casos de abastecimiento 100% renovable, pero a poco que los examinamos nos damos cuenta de que son casos puntuales y anecdóticos. O, en palabras de Lijo, “sacar de ellas [de esos casos] lecturas más atrevidas nos aleja de la visión realista que se requiere para enfrentarnos a un reto de la magnitud que se presenta en el sector eléctrico”.
Es decir, si queremos energía barata y verde, necesitamos baterías: un sistema de almacenamiento a gran escala que, pese a los esfuerzos de empresas como Tesla o Sonnen, no es factible. Las plantas de hidrólisis tampoco están a punto. Sin el aporte energético nuclear de base, la variabilidad de las renovables solo puede suplirse con fuentes de energía más caras y con más emisiones.
¿Se pueden cerrar las nucleares sin subir las emisiones?
decía que “prefería no apostar por la nuclear” y afirmaba que “la energía nuclear no puede resolver el cambio climático”. Sin embargo, las alternativas no están claras.
La “alternativa” renovable
Si existe esa posibilidad, aún no sabemos cómo hacerlo. El mejor ejemplo es Alemania. En 2011, tras el desastre de Fukushima, se anunció el cierre definitivo de las ocho centrales nucleares que quedaban pendientes. El cierre culminará en 2022, pero (incluso con la Energiewende en marcha, la estrategia de transición energética más famosa del mundo) apagar la central de Grafenrheinfeld tuvo un efecto directo sobre el nivel de emisiones alemán. Desde entonces, las emisiones que siguen subiendo.
Sin energía nuclear y sin reformar (profundamente) la red, Alemania es la reina de quemar carbón en nombre de las energías renovables. Hoy por hoy, las distintas variedades del carbón siguen estando por encima del 40% y, solo ellas, representan casi un tercio de las emisiones del país.
Como explicábamos ayer hay tres grandes cosas que quiere hacer Teresa Ribera: cerrar nucleares, descarbonizar el país y promover las energías renovables. En la próxima década, coinciden los expertos, no se pueden hacer las tres cosas a la vez con la inversión presupuestaria que el gobierno puede movilizar. Qué afrontar primero es, fundamentalmente, una cuestión de prioridades.
Fuente: xatakaciencia.com