Halladas tres nuevas avispas en Centroamérica
Las avispas del género Neuroterus pertenecen a la familia de los cinípidos que inducen agallas complejas en las plantas. Estas agallas, que sirven de refugio y alimento para el desarrollo larvario de las avispas, están controladas por los genes del insecto que son los causantes de que la planta cree tejidos vegetales nutritivos y protectores completamente nuevos.
Los árboles del género Quercus sirven de huésped a muchas de esas avispas cuyas agallas son importantes focos de biodiversidad, ya que albergan comunidades complejas de otros insectos como inquilinos o parasitoides que forman parte de los microhábitats en que se desarrollan.
Es un ejemplo de interacción planta-animal muy estrecha, en el que la avispa sale muy beneficiada y la planta no suele sufrir daños. Sin embargo, hay algunas especies de avispas que pueden convertirse en importantes plagas forestales como la avispilla del castaño (Drycosmus kuriphilus) una especie invasora que está parasitando los castaños de muchos países europeos, entre ellos España.
Las nuevas especies descritas en la revista Graellsia se caracterizan, como la mayoría de los cinípidos, por su pequeño tamaño, de 1,5 a 3 mm, colores no metálicos, característica venación alar simple y abdomen comprimido lateralmente.
“Difieren de las especies europeas de Neuroterus en algunos rasgos morfológicos, por lo que será necesario una profunda revisión taxonómica para determinar si se encuadran definitivamente en el mismo género”, explica el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) (España), José Luis Nieves Aldrey.
Los bosques nublados montanos tropicales representan un raro y frágil ecosistema que se encuentra en peligro en muchos lugares del planeta, principalmente por la acción humana y el cambio climático.
En Centroamérica, son especialmente relevantes los bosques de especies del género Quercus, que son una herencia de los períodos glaciares y actualmente se encuentran amenazados por el deterioro, la fragmentación y la reducción de su área de distribución.
“Las avispas se pueden utilizar como indicadores del estado de conservación de estos ecosistemas, lo que supone una de las aplicaciones más prácticas y directas del estudio”, aclara Nieves Aldrey.
Fuente: noticiasdelaciencia.com