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Gotinga, la necrópolis de los Nobel donde se esconde el principio de incertidumbre

¿Qué tienen en común Max Born, Otto Mahn, Max von Lave, Walthe Nernst, Max Planck, Otto Wallah, Adolf Windaus y Richard Zsigmondy? Todos ellos comparten, al menos, dos cosas: haber recibido el codiciado premio Nobel y encontrarse enterrados en la misma necrópolis. Estos científicos de renombre internacional duermen el sueño eterno en el cementerio de Stadtfriedhof -en la ciudad teutona de Gotinga-, el cual tiene a gala tener el mayor número de premios Nobel entre sus muros.

Gotinga o Göttingen, en alemán, es una ciudad medieval de apenas 121.000 habitantes, de los cuales 24.000 son estudiantes de alguna de las trece facultades de su universidad, la cual, dicho sea de paso, es la más grande y antigua de la Baja Sajonia.

La mujer más besada del mundo

La Universidad de Gotinga es una de las mecas del conocimiento académico, no en balde 44 de sus profesores han sido laureados con el premio Nobel. Si hacemos un sencillo cálculo, esto significa que hay un Nobel por cada 3.000 habitantes. ¿A que dan ganas de irse a vivir a Gotinga?

El icono de Gotinga es la “Gänseliesel”, la chica de los gansos, una efigie ubicada en medio de la plaza del ayuntamiento, sobre un antiguo pozo, y que fue esculpida a finales del siglo XIX. La estatua hace alusión a un conocido cuento de los hermanos Grimm. La fábula narra la historia de una princesa que vivía en la pobreza cuidando gansos blancos y ocultando su belleza bajo una horrible máscara. Los gansos eran realmente doncellas que también habían sido víctimas de un embrujo.

Desde hace mucho tiempo es tradición que los estudiantes universitarios de Gotinga, antes de leer su tesis doctoral, pasen a rendir tributo a la chica de los gansos, dejándole unas flores y propinándole un beso en la mejilla. Este gesto ha convertido a esta joven en una de las más «besadas del mundo».

Una ecuación en una lápida

Muchos estudiantes de física se desplazan hasta el cementerio de Gotinga para rendir un humilde homenaje a Max Born (1882-1970), uno de los padres de la física cuántica. Su lápida es austera y lleva inscrita su ecuación más famosa, el principio de incertidumbre. Según Born es imposible predecir cuál es la posición o la velocidad de una partícula, pero sí la probabilidad de encontrarla en un determinado lugar. Y a esto lo denominó incertidumbre.

La verdad es que la incertidumbre era un concepto que ya se manejaba en la antigua Grecia. Los helenos lo simbolizaban con una pelota, con la que hacía malabares la diosa Tique. Esta divinidad -una de las hijas del todopoderoso Zeus- era la encargada de decidir la fortuna de los mortales. Tique era absolutamente imprudente e imprevisible, sus acciones eran una total “incertidumbre” para los humanos, mientras que a algunos les colmaba en abundancia y éxito a otros los privaba de todo lo que poseían y los condenaban a una vida llena de desdichas y sinsabores.

A finales de la década de los 70 una joven actriz –Olivia Newton-John- se debió sentir en deuda con Tique después de convertirse en una estrella mundial gracias a su interpretación en la película “Grease” (1978) en el papel de Sandy. ¿Quién no la recuerda bailando junto a John Travolta? Quizás lo que todo el mundo no sepa es que Olivia era la nieta de Max Born, el de la “incertidumbre”…

Fuente: abc.es