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Científicos asisten al nacimiento de una nueva tradición cultural entre chimpancés

Imagine que fuera posible asistir al momento en que una parte de la humanidad decidió comer con tenedor mientras otro grupo optaba por usar los palillos. Si hubiera sido un punto y lugar concreto, podría parecerse a la situación que están registrando en Uganda unos científicos que se dedican a observar a un grupo de chimpancés. En pocos años, se ha ido extendiendo una nueva forma de beber entre una comunidad de estos simios africanos, que podría terminar dividiendo a la comunidad en dos subgrupos culturales.

Todo empezó en 2011, cuando Nick, el macho alfa de la comunidad Sonso comenzó a tomar agua de un pozo natural de una forma que nunca antes se había observado. Este grupo de chimpancés, formado por unos 70 ejemplares, lleva más de 20 años siendo escrutado por los científicos. Pero jamás habían visto esa ingeniosa forma de beber: en lugar de usar una hoja de los árboles, Nick sumergió un puñado de musgo para beber del agua que absorbía esta esponja natural. En una semana, ya eran ocho los chimpancés que habían adoptado este sistema de esponjas de musgos para beber del pozo de arcilla, con un agua muy valiosa para los chimpancés por su alto contenido mineral.

«Fuimos increíblemente afortunados de estar en el lugar correcto en el momento adecuado para documentar la aparición y la propagación de nuevos comportamientos de uso de herramientas, algo extraordinariamente raro en la naturaleza», explicaba la primatóloga Catherine Hobaiter al dar a conocer el descubrimiento del que era la principal autora. El equipo de la Universidad St. Andrews había podido registrar la aparición de una nueva herramienta y cómo un grupo de compañeros había adoptado esta técnica al observar al chimpancé innovador.

Tres años después, otro equipo de científicos volvió al mismo lugar, al pozo de arcilla que se oculta bajo las raíces de un árbol, para comprobar cómo había evolucionado este hecho cultural. No sería lo mismo si ese puñado de chimpancés usó los musgos de forma anecdótica, como si fuera un juego o una moda, para luego olvidarlo. Colocaron sus cámaras trampa frente al pozo y esperaron a ver qué hacían los animales al activarlas con su movimiento. Y observaron lo que podría ser una manifestación cultural en desarrollo y expansión.

Hobaiter y su grupo registraron a ocho de 32 chimpancés bebiendo con los musgos; este nuevo grupo de científicos ha observado usándolos a 22 de los 40 que se acercaron allí a beber. En tres años, los modernos pasaron de ser el 25% a ser más de la mitad, según ponen de manifiesto en un estudio que publica Science Advances, liderado por Noemie Lamon. «Descubrimos que 3 años más tarde, el uso de esponjas de musgo seguía presente en los individuos que adquirieron el comportamiento poco después de su aparición y que este se había extendido a otros miembros de la comunidad», explican en el estudio.

«Esto llevó a la convivencia de dos subgrupos culturales: los individuos que se basaban en la técnica tradicional de beber vista en todas las comunidades de chimpancés; y los que utilizan el musgo para absorber el agua», señalan.

Lo más llamativo es que esta nueva técnica se había extendido no solo por afinidad social, sino que se observaba una línea materna muy clara. Es decir, en una primera fase de expansión el hecho cultural se había difundido por afinidad social, entre el grupo más cercano de Nick. Pero a partir de ahí, en una segunda fase, habían sido las hembras las que habían consolidado esta herramienta enseñándosela a su prole. El macho alfa innovó, su círculo lo adoptó como tendencia y las madres consolidaron la novedad como tradición, al transmitirla a otra generación.

Los científicos han estado fascinados durante décadas por las diferencias de comportamiento entre las comunidades de chimpancés: algunas usan herramientas, otras no, otras las usan pero son distintas, etc. Por ejemplo, las hembras de la comunidad de Fongoli, en Senegal, destacan por el uso de afiladas lanzas para cazar, una reveladora innovación que no se ve en otros grupos. Estas variaciones de comportamiento se han descrito como culturales, porque se propagan cuando un individuo aprende de otro. Pero es extraordinario tener la ocasión de ver aparecer el fenómeno para estudiar cómo se desarrolla y extiende, como está sucediendo en la comunidad Sonso del bosque ugandés de Budongo.

Fuente: elpais.com