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Chinamperos y UNAM, unidos por la supervivencia del ajolote

Las chinampas protegen y refugian a estos anfibios porque las estructuras de troncos, tierra y raíces impiden el paso de sus depredadores, señala Horacio Mena, del IB de la UNAM

¿Te imaginas a todos los barrios de Xochimilco dedicados a la agricultura? Hubo una época en que el agua de este lugar era transparente y las chinampas estaban llenas de rosas, hortensias, cempasúchiles y alelís, y de lechuga, zanahoria, chiles, tomate y rábano.

Relatos de cómo era esa zona al sur de la ciudad se guardan en la memoria de Felipe Barrera, un joven originario de ese lugar con una larga herencia chinampera. “De niño me platicaban mis abuelos y padres cómo era aquí antes. Soñaba con cultivar de la manera que me contaban”.

Con esa idea en mente y ganas de regresar a las formas tradicionales de practicar la agricultura, hace ocho años Felipe se inscribió en el proyecto Chinampa Refugio del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, que busca habilitar a estos espacios de siembra sobre el agua para que, además de producir vegetales, sean hogar para ajolotes.

El proyecto coordinado por Luis Zambrano González, doctor en Ecología por la UNAM, busca rescatar y retomar las actividades ancestrales en el humedal de Xochimilco. Para esto es necesario reactivar la producción chinampera, la cual destacó por su agricultura sostenible durante dos mil años y contribuyó a la conservación de diversas especies nativas.

De acuerdo con Horacio Mena González, responsable de la colonia de ajolotes criados en el Laboratorio de Restauración Ecológica del IB, las chinampas otorgan protección y refugio a estos animales debido a que las estructuras que las sostienen, hechas de troncos, tierra y raíces, impiden el paso de sus depredadores (tilapias y carpas).

Recuperar las chinampas tendría un impacto ecológico importante, ya que su presencia evita el cambio de uso de suelo, sirven como biofiltros que limpian el líquido de los canales y conservan el ecosistema lacustre.

“Cuando venía de niño, el agua lucía negra, revuelta y no dejaba ver nada. Hoy es limpia y se aprecia el fondo. Eso que había soñado es una realidad”, relató Felipe, quien añadió que, para crear el refugio, tuvo que cavar un canal secundario con más de dos metros de profundidad en su chinampa y controlar los niveles de oxígeno, pH y los alimentos necesarios para el buen desarrollo de los ajolotes, especie en peligro de extinción que se reproduce, principalmente, en los laboratorios del IB.

Gracias a su esfuerzo, la asesoría y recomendaciones de especialistas por mantener los niveles óptimos, hoy la chinampa de Felipe es una de las seis que reúnen las condiciones para ser el hogar de esta especie endémica mexicana.

Segunda etapa del proyecto

Tener chinamperos comprometidos es lo más importante de este proyecto, aseguró Horacio Mena. “Ya tenemos tiempo trabajando con ellos y sabemos que sus chinampas son productivas, cómo es la calidad del agua en sus refugios y que hay alimento suficiente para los ajolotes”.

Tras meses de trabajo con chinamperos y después de una evaluación, en octubre de 2023 dio inicio la segunda etapa de Chinampa-Refugio, que consistió en liberar 12 ajolotes en tres espacios ya habilitados, a fin de monitorearlos de octubre a enero.

Y en mayo de 2024, se liberaron 12 más: cuatro en la chinampa de Felipe y ocho más en las dos restantes. Para hacerlo, especialistas del IB y del Laboratorio de Restauración Ecológica seleccionaron a individuos menores de dos años con aptitudes notables para la caza.

La liberación se hace de manera controlada en una jaula de dos metros cuadrados hecha de bambú con malla camaronera. Antes de ingresarlos los pesan y miden. Una vez que son soltados se revisa su estado de salud cada ocho, 15 y 30 días durante toda su estancia en Xochimilco a fin de comparar esos datos con los que se tenían cuando salieron del Laboratorio de Restauración Ecológica.

“Veremos qué pasa en mayo, junio, julio y agosto con los animales en estos refugios. Al cuarto mes se retirarán para tomarles muestras de tejido porque otra cosa que evaluamos es la dieta de estos anfibios y eso lo hacemos a través de muestras de músculo y determinaciones de isótopos de carbono y nitrógeno”, explicó Mena González.

La liberación de ajolotes también es un ejercicio para que no olviden cómo vivir de manera silvestre en su hábitat natural: Xochimilco. A decir del académico, mientras más años pasan en cautiverio, estos anfibios empiezan a perder memoria y se van adaptando a un sistema nuevo.

El siguiente reto será liberar a parejas para que se reproduzcan en el sitio y sobrevivan sin ayuda. “Si todo sale bien y hubo éxito reproductivo, lo siguiente será liberarlos en los refugios para que desarrollen ahí su ciclo completo”, refirió Horacio Mena. Una de las metas a corto plazo es que dentro de cinco años los chinamperos tengan una tierra productiva con ajolotes prosperando ahí. “No se trata de ciencia ficción o de disparates. Sí es posible hacer una restauración de Xochimilco”, finalizó Felipe Barrera.

Fuente: unamglobal.unam.mx