Amazon encuentra un equilibrio entre robots y empleados
A finales del año pasado, Nissa Scott comenzó a trabajar en el almacén cavernoso de Amazon ubicado al sureste de Nueva Jersey, apilando contenedores de plástico del tamaño de un banco pequeño. Scott dice que no era la actividad más estimulante. Además, levantar los contenedores —que pesaban unos 11 kilos cada uno— también era agotador para ella después de un turno de diez horas.
Hoy, Scott, de 21 años, observa cómo su remplazo apila los contenedores: se trata de un gigante brazo mecánico de color amarillo brillante.
Su nuevo trabajo en Amazon es cuidar a varios robots al mismo tiempo, resolviendo sus problemas cuando es necesario y garantizando que tengan contenedores que cargar. Hace poco, la garra que se encuentra al final del brazo tomó un contenedor de la banda transportadora y lo apiló sobre otro contenedor, para formar columnas arregladas sobre tarimas de madera ubicadas alrededor del robot. Fue la primera ocasión en que Amazon mostró a un reportero ese brazo mecánico, la última generación de robots que utiliza en sus almacenes.
“En mi opinión, es lo más desafiante para la mente que hay por aquí”, dijo Scott para referirse a su nuevo trabajo. “No es repetitivo”.
Tal vez no haya una empresa que personifique mejor las ansiedades y esperanzas alrededor de la automatización que Amazon. Muchas personas, entre ellas el presidente Trump, culpan a la empresa de haber destruido los trabajos tradicionales de las ventas minoristas al provocar que la gente comprara en línea. Al mismo tiempo, el crecimiento impresionante de la empresa la ha convertido en una máquina de empleos, con una necesidad insaciable de empleados de nivel básico para que trabajen en sus bodegas con el fin de satisfacer los pedidos de sus clientes.
La fuerza laboral a nivel mundial de Amazon es tres veces mayor a la de Microsoft y dieciocho veces más grande que la de Facebook; la semana pasada, Amazon afirmó que abriría una segunda oficina en Norteamérica con una disponibilidad para 50.000 empleados.
Para complicar aún más la ecuación, Amazon también está a la vanguardia de la automatización y ya ha encontrado nuevas formas de que los robots realicen el trabajo que alguna vez hicieron los empleados. En 2014, la empresa comenzó a introducir robots en sus bodegas: máquinas que originalmente desarrolló Kiva Systems, una empresa que Amazon compró por 775 millones de dólares dos años antes y que renombró como Amazon Robotics. En este momento, Amazon tiene más de 100.000 robots en acción por todo el mundo y planea añadir más.
Los robots hacen que el trabajo en el almacén sea menos tedioso y demandante en el aspecto físico, al mismo tiempo que hacen posible el tipo de eficiencia que permite que el cliente pida hilo dental después del desayuno y lo reciba antes de la cena.
“Es verdad que Amazon no podría funcionar con los costos que tiene y los precios que ofrece a sus clientes sin la automatización”, afirmó Martin Ford, futurista y autor de Rise of the Robots, un libro sobre la automatización. “Tal vez no recibiríamos nuestros pedidos en dos días”.
Las dinámicas entre las personas y las máquinas ocurren a diario en los almacenes de Amazon, los cuales se encuentran ubicados en lugares como Florence, Nueva Jersey, y Kent, Washington. En Kent, los robots parecen escarabajos gigantes que se apresuran mientras cargan anaqueles verticales sobre sus espaldas con mercancía que pesa hasta 1360 kilos. Cientos de ellos se mueven de forma autónoma dentro de una gran zona enjaulada y se siguen de cerca, pero no chocan.
En la orilla de la jaula, un grupo de trabajadores humanos —los “almacenadores”— meten productos en los anaqueles para rellenar su inventario. Los robots se llevan esos anaqueles y, cuando llegan las órdenes de los clientes para los productos que llevan en las espaldas, hacen filas en estaciones al otro lado de la jaula, como autos que esperan pasar por una caseta de cobro.
En ese lugar, los “recolectores” humanos siguen instrucciones en pantallas de computadora, toman los objetos y los colocan en contenedores de plástico, los cuales desaparecen en cintas transportadoras que llegan a los “empacadores”, personas que meten los productos en cajas de cartón destinados a los clientes.
Dave Clark, el alto ejecutivo a cargo de las operaciones en Amazon, señaló que la empresa quería que las máquinas realizaran la mayoría de las tareas monótonas y que las personas tuvieran trabajos que las mantuvieran ocupadas mentalmente.
“Cada vez tienes un nuevo objetivo”, afirmó Clark. “Encuentras cosas y las inspeccionas, tu mente está ocupada de un modo que creo que es importante”.
Los robots también reducen el tiempo que los empleados deberían pasar caminando, lo cual hace que los recolectores de Amazon sean más eficientes y estén menos cansados. Además, permiten que Amazon coloque los anaqueles juntos, como autos en tráfico de hora pico, porque ya no se necesita espacio en los pasillos para los humanos. Mientras haya más densidad en el espacio de los anaqueles, habrá más inventario debajo de un techo, lo cual implica que los clientes tendrán una mejor selección.
El almacén de Amazon en Florence es una muestra del tipo de trabajo en que las máquinas superan a las personas. Ocho brazos mecánicos operan en las instalaciones: una bodega donde se separan grandes cantidades de mercancía en unidades pequeñas y se distribuyen en centros de logística y envíos por todo Estados Unidos.
Los brazos tienen el extraño nombre de “paletizadores robóticos”, pero los trabajadores les han dado una pizca de personalidad: cada uno tiene una etiqueta pegada con nombres como Stuart, Dave y otros de los nombres de los minions de las películas Mi villano favorito. A diferencia de los robots en la bodega de Kent —cuyos diseños se basaron en las máquinas que Amazon obtuvo por medio de su adquisición de Kiva—, estos brazos provienen de una empresa externa.
Amazon comenzó a instalarlos a finales del año pasado, no mucho tiempo después de que abrieran la bodega en Florence. El brazo robótico está configurado para recoger únicamente contenedores de tamaño estándar y no recoge objetos de otras dimensiones. En una demostración de las posibilidades a futuro, Amazon presentó una simulación de realidad virtual con prototipos de los conceptos de los nuevos robots, entre ellos un brazo adaptado con un elevador de horquilla para que mueva las tarimas.
Cuando Amazon instaló los robots, algunas personas que antes apilaban los contenedores, como Scott, tomaron cursos en la empresa para convertirse en operadores de robots. Muchos otros se cambiaron a las estaciones receptoras, donde clasifican de forma manual cajas grandes con mercancía y las meten en los contenedores. No se despidió a nadie cuando se instalaron los robots y Amazon encontró nuevas funciones para los trabajadores desplazados, aseguró Clark.
“La gente no se fue a ningún lado”, agregó.
La pregunta es qué sucederá cuando lleguen las generaciones futuras de robots.
Por el momento, hay tareas en las bodegas —por ejemplo, recoger objetos individuales de los anaqueles, con todas sus diferentes formas y tamaños— en las que la gente supera a los robots. Amazon ha sumado 80.000 empleos en bodegas en Estados Unidos desde que introdujeron a los robots de Kiva, con lo cual alcanzaron un total de 125.000 empleados en los almacenes. Además, la empresa aseguró que continuará la oleada de contrataciones en las bodegas.
Sin embargo, las empresas emergentes y los investigadores están luchando para superar los obstáculos técnicos pendientes. Amazon incluso patrocina un concurso anual para impulsar más innovación en la categoría.
Ford, el autor del libro sobre automatización, cree que solo es cuestión de tiempo para que cambie el panorama del empleo en los almacenes de Amazon.
“Supongo que esta tecnología eventualmente desplazará a mucha gente de esas bodegas”, señaló Ford. “No diría que una gran cantidad de trabajos va a desaparecer de un día para el otro. Tal vez el primer indicio es que no se deshacen de las personas, pero el ritmo de creación de trabajos es más lento”.
Clark, de Amazon, dijo que la historia demostraba que la automatización aumenta la productividad y, en algunos casos, la demanda de los consumidores, lo cual finalmente crea más trabajos. Explicó que los empleados de los almacenes continuarán trabajando en entornos llenos de tecnología.
“Es un mito que la automatización destruya el crecimiento neto del empleo”, afirmó.
En el caso de las instalaciones en Florence, la automatización abrió una nueva oportunidad para Scott.
En un momento, uno de los brazos tiró una bolsa y mandó por el suelo poco más de una decena de filtros de plástico para café con forma de cono. Scott presionó un botón con el fin de detener el brazo para que pudiera recoger el desastre de forma segura.
Después, los brazos comenzaron a trabajar de nuevo.
“El robot trabajará lo mismo todo el día”, mencionó Edward Cohoon, quien supervisa a Scott y a otros trabajadores de Amazon mientras se ocupan de cuidar a los robots individuales. “Sus estómagos no gruñen”.
Fuente: The New York Times