Adiós al porro: la industria de la marihuana apuesta por la tecnología
Las calles de San Francisco siempre han olido a marihuana. Aunque vale la pena señalar que la ciudad no parece haberse vuelto mucho más apestosa en ese aspecto desde Año Nuevo, cuando entró en vigor una ley aprobada por votantes en 2016 para legalizar el uso recreativo de la marihuana en California.
La razón es obvia: ya nadie fuma marihuana. Todos la inhalan con cigarrillos electrónicos o vaporizadores, la vaporean. O la están comiendo, bebiendo, sorbiendo, chupando en pastillas, masticando en chicles, untando como crema o se están aplicando una gota o dos de tintura impregnada de cannabis bajo la lengua, donde son absorbidas por la arteria sublingual y, en cuestión de minutos, uno queda puesto de manera privada, inodora e invisible.
Estas son algunas de las invenciones de un conjunto cada vez más sofisticado de empresas emergentes de marihuana, las cuales argumentan que llevando a la industria más allá del humo pueden hacer que el cannabis sea conveniente y ubicuo: la droga del futuro y la siguiente gran bonanza.
En Estados Unidos, ocho estados y el Distrito de Columbia han legalizado el uso recreativo de la marihuana, y su uso medicinal es legal en 29 estados. La droga sigue siendo ilegal bajo la ley federal y el Departamento de Justicia ha dado muestras de que pretende aplicar medidas enérgicas contra los negocios. Sin embargo, el crecimiento de la industria legal del cannabis sigue superando hasta las expectativas de sus más grandes impulsores: los clientes de Estados Unidos gastarán más de 10.000 millones de dólares en marihuana legal en 2018 y casi 23.000 millones para 2021, según proyecciones de ArcView Group, una firma de investigación e inversiones enfocada en el cannabis.
Las empresas emergentes de la industria dicen que ese crecimiento ha sido impulsado por algo sencillo: el humilde porro hecho a mano estaba frenando el avance de la marihuana. Mientras que, libres del humo y su parafernalia, los nuevos métodos de suministro —sobre todo los vaporizadores portátiles— están transformando la imagen y la utilidad del cannabis. Con ello ha llegado una clientela más generalizada.
En el nuevo mercado en apogeo, las empresas emergentes están reinventando la imagen de la marihuana: de una droga para “fumados perezosos” a una de “bienestar”. Es un remedio universal para una sociedad ansiosa y aturdida por la tecnología, un bálsamo para todos los padecimientos, un ungüento para todos los estados de ánimo; es como si el ibuprofeno se mezclara con una copa de vino tinto rebajada con un poco de antidepresivos y un toque del gurú Deepak Chopra.
“Este puede ser un desafío del cannabis, pero también es la oportunidad… hay miles de combinaciones posibles”, dijo Troy Dayton, el director ejecutivo de ArcView. Dayton señaló que hay un abanico de problemas que las empresas de cannabis se han propuesto tratar, desde la ansiedad, el insomnio y el dolor, hasta problemas con la libido y la creatividad. “Es el sueño de todo vendedor”.
El crecimiento de Eaze, una empresa emergente que entrega cannabis a domicilio en el área de la bahía de San Francisco y San Diego, muestra las tendencias que le están dando forma a la industria naciente. Cuando Eaze comenzó en 2014, la flor de la marihuana —es decir, el brote verde que pones en tu pipa para fumar— conformaba el 85 por ciento de las ventas. Ahora representa menos de la tercera parte.
En 2017, la venta de la flor fue superada por la de cartuchos para vaporizar; al igual que en los cigarrillos electrónicos, utilizan un aparato para calentar un aceite infundido con cannabis. Puesto que no quema material orgánico, el cannabis vaporizado se considera más seguro que el fumado, tal como la nicotina vaporizada es considerada menos dañina que los cigarrillos.
“A muchos usuarios nuevos, el concepto de fumar simplemente les parece nocivo”, dijo Jim Patterson, director ejecutivo de Eaze.
Sin embargo, vaporear tiene otras ventajas por encima de fumar. Produce una fracción del olor, no necesita ningún otro aditamento, es portátil, se oculta fácilmente y es fácil de usar: presionas el botón e inhalas. Y como los cartuchos pueden incluir sabores y mezclas de distintos compuestos de cannabis para producir efectos más fuertes o más sutiles, los vaporizadores pueden ser etiquetados y comercializados en decenas de nichos comerciales.
Eaze —que hasta este año solo había estado ofreciendo ventas medicinales y ahora vende cannabis para uso recreativo y medicinal— dijo que gracias en parte a los vaporizadores, sus ventas aumentaron 300 por ciento en 2017 (Patterson no quiso revelar la cantidad en dólares). Para finales de 2017, la empresa estaba haciendo más de 120.000 entregas al mes. Las mujeres conformaron el 35 por ciento de su base de consumidores el año pasado, comparado con el 25 por ciento en 2015. Además, el grupo de edad de mayor crecimiento entre sus consumidores era el de los llamados baby boomers, quienes nacieron poco después de la Segunda Guerra Mundial.
“La historia aquí es que el consumidor promedio de cannabis es cada vez más el estadounidense promedio”, dijo Patterson.
Anticipándose a la legalización total que entró en vigencia el 1 de enero, Eaze llenó de publicidad la zona de la bahía de San Francisco con afiches que presentaban el cannabis como una terapia para varios padecimientos específicos: “Hola, marihuana; adiós, ansiedad” y “Hola, marihuana; adiós, insomnio”. Patterson dijo que la publicidad había estado rindiendo frutos: los pedidos se habían triplicado desde el inicio del año. La empresa, que ha recaudado casi 52 millones de dólares de inversionistas, no quiso revelar en cuánto está valuada.
Otra empresa emergente es Cura Cannabis Solutions, una compañía de Oregón que fabrica cartuchos para vaporizador. Ha reportado un crecimiento igual de robusto: en diciembre de 2016, las ventas de Cura fueron de 2 millones de dólares; un año más tarde, los ingresos habían alcanzado los 7 millones de dólares al mes.
Las empresas emergentes relacionadas con el cannabis han reportado problemas para encontrar inversionistas que estén metidos en su industria, pero Nitin Khanna, el director ejecutivo y cofundador de Cura, sugirió que el interés de los inversionistas había cambiado. “Actualmente, estamos recaudando dinero a partir de una valuación de 400 millones de dólares”, comentó.
Vivien Azer, una analista que estudia los mercados del alcohol y el cannabis en la firma de servicios financieros Cowen, dijo que el atractivo en aumento del cannabis era parte de una tendencia cultural a largo plazo. Durante la última década, la percepción social de la marihuana ha mejorado rápidamente, de tal forma que su ascenso ahora incluso representa una posible amenaza para los negocios relacionados con el alcohol.
“Considero que el alcohol y el cannabis se sustituyen en el mercado”, dijo Azer. Y señaló que desde 2008, según un sondeo, ha disminuido drásticamente el número de personas de 18 a 25 años que dijeron haber consumido alcohol el año anterior, a la par de un aumento drástico en el número de los que dijeron haber consumido cannabis en ese mismo periodo.
La tendencia está impulsada por un cambio en la percepción de riesgo. Los jóvenes solían pensar que fumar marihuana era más arriesgado que el alcohol, pero en la última década esa idea se ha transformado.
“Personas cada vez más jóvenes consideran que el alcohol es más riesgoso y creen que el cannabis lo es mucho menos”, dijo Azer.
En un reporte para inversionistas el año pasado, la analista señaló que el uso del cannabis está ganando aceptación entre las personas de todos los grupos de edad, etnia e ingresos. La legalización también tiende a reducir el precio del cannabis, lo cual aumenta aún más su atractivo.
La conclusión de su informe: los jóvenes de hoy están a la vanguardia. El cannabis podría estar a punto de convertirse en la droga preferida del mañana, un futuro en el que muchos de nosotros disfrutaremos de sus efectos sin fumarla.
Fuente: NYT