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Una especie de peces logra su adaptación genética a un nuevo hábitat en solo 120 años

Una población de peces de una especie que vive y crece en el océano Pacífico, ha conseguido adaptarse genéticamente al ambiente de agua dulce del lago Michigan en apenas 120 años.

La trucha de la especie Oncorhynchus mykiss fue introducida intencionadamente en dicho lago a finales del siglo XIX, para reforzar la pesca comercial y recreativa. En su área de distribución geográfica original, que se extiende desde California hasta Rusia, esos peces nacen en ríos de agua dulce, migran al océano y regresan al agua dulce a desovar. Esta migración permite a estas truchas alimentarse en el océano, donde pueden crecer más y producir más huevos que si se quedaran en los arroyos de agua dulce durante toda su vida.

La población de la trucha introducida en el lago Michigan continúa desovando en los afluentes y arroyos de agua dulce, pero ahora trata todo el hábitat de agua dulce de los Grandes Lagos como un sustituto del océano. Después de su introducción en el lago Michigan, la trucha empezó a reproducirse de forma natural y estableció poblaciones autosuficientes a lo largo y ancho de los Grandes Lagos. Para examinar cómo estos peces se adaptaron a este entorno nuevo, el equipo de Mark Christie, de la Universidad Purdue en Estados Unidos, secuenció los genomas completos de 264 peces. El equipo comparó después a la trucha del lago Michigan con las de su entorno ancestral, buscando en sus genomas regiones atípicas asociadas con la adaptación genética.

Los análisis revelan que ciertas regiones de tres cromosomas en la trucha evolucionaron después de que fuera introducida en el lago Michigan, lo que ofrece información reveladora sobre cómo este pez que emigraba al océano se adaptó a un hábitat enteramente de agua dulce.

Dos de las tres regiones en los cromosomas que experimentaron cambios genéticos son esenciales para el proceso que mantiene un equilibrio en las sales y los iones en las membranas del cuerpo, la llamada osmorregulación. Los peces de agua dulce toman iones de forma activa de su entorno para compensar las sales perdidas a través de la difusión pasiva, mientras que los peces de agua salada expulsan iones para compensar la entrada de sales en sus cuerpos. Estos cambios en regiones de cromosomas que afectan cómo funciona este proceso ayudan a explicar cómo la trucha ha sobrevivido en un entorno integrado completamente por agua dulce.

La tercera región que cambió está implicada en el metabolismo y la curación de heridas. Esta adaptación quizá pudo permitir a la trucha aprovechar la disponibilidad de presas alternativas a la hora de cazar en su nuevo entorno. Otra posibilidad es que esta región pueda haberse adaptado en respuesta a una amenaza nueva: la lamprea marina parasitaria. Estas criaturas fueron introducidas inintencionadamente en el lago Michigan en la década de 1930. Se aferran a los peces como sanguijuelas y producen heridas grandes, matando a menudo a un elevado porcentaje de aquellos de los que se alimentan.

Fuente: noticiasdelaciencia.com