DestacadaMedio Ambiente

Una cacatúa que se hizo viral prueba que los animales también responden a la música

La respuesta a la música de una cacatúa que se hizo viral no es exclusiva de los seres humanos; también surge cuando capacidades cognitivas y neuronales se combinan en el cerebro de los animales.

Hace una década, una cacatúa de cresta de azufre llamada ‘Snowball’ se hizo famosa en Youtube por su extraña habilidad para bailar al ritmo de los ‘Backstreet Boys’.

Una nueva investigación que se publica ahora en ‘Current Biology’ ha descubierto, tras seguir realizando pruebas a ‘Snowball’, que no está limitada en sus movimientos de baile. A pesar de la falta de entrenamiento en la danza, los nuevos vídeos (https://www.youtube.com/watch?v=TC272vDZOfU) muestran que responde a la música con movimientos diversos y espontáneos utilizando varias partes de su cuerpo.

Según explican los autores, el hallazgo es más que una novedad entretenida, ya que el hecho de bailar con la música no es un producto arbitrario de la cultura humana, sino una respuesta a la música que surge cuando ciertas capacidades cognitivas y neuronales se unen en el cerebro de los animales.

“Lo que más nos interesa es la gran diversidad de sus movimientos con la música”, explica el autor principal Aniruddh Patel, psicólogo de la Universidad de Tufts y la Universidad de Harvard (ambas en Estados Unidos), quien apunta que ‘Snowball’ desarrolló esos movimientos, mucho más ricos que el movimiento de la cabeza y el levantamiento de los pies, sin ningún entrenamiento previo.

Un estudio anterior de Patel, también publicado en ‘Current Biology’, confirmó que ‘Snowball’ podría moverse al ritmo. Eso fue notable en parte porque el baile es una habilidad natural en los humanos que está ausente en otros primates. Poco después de ese estudio, la dueña de ‘Snowball’ y autora de la nueva publicación, Irena Schulz, comprobó que estaba haciendo movimientos siguiendo la música que no había visto antes.

Esto les dio a los investigadores la oportunidad de estudiar otra posible similitud entre los movimientos de ‘Snowball’ y el baile humano: la diversidad en los movimientos y las partes del cuerpo que se usan al responder a la música. Para cuantificar la diversidad de movimientos de la cacatúa, el equipo de Patel la filmó con dos éxitos clásicos de los años ochenta: ‘Another One Bites the Dust, de Queen, y ‘Girls Just Want to Have Fun’, de Cindy Lauper. Tocaron cada una de las canciones para él tres veces durante un total de 23 minutos.

En ese momento ‘Snowball’ tenía 12 años y no había bailado esas canciones con nadie más que su con su dueña. Durante el rodaje, Schulz estaba en la sala gritándole de vez en cuando “buen chico”, pero ‘Snowball’ era el único que bailaba en la sala.

Para analizar sus movimientos, la primera autora del estudio, R. Joanne Jao Keehn, neurocientífica cognitiva y bailarina clásica y contemporánea, utilizó el análisis fotograma a fotograma con el audio silenciado. Se centró en cada ‘movimiento de baile’ o secuencia de movimientos repetidos. Los movimientos de interés fueron claramente intencionales, pero no eran un medio eficiente para que ‘Snowball’ lograra ningún objetivo externo plausible.

En total, el video capturó a ‘Snowball’ completando un repertorio diferenciado de 14 movimientos de baile y dos movimientos compuestos. Mueve, balancea y gira su cabeza de varias maneras diferentes, a veces en coordinación con levantamientos de pies u otros movimientos.

A diferencia de la forma en que los humanos bailan normalmente, ‘Snowball’ tendía a bailar en fragmentos de unos tres o cuatro segundos. Cada vez que escuchaba una melodía en particular, bailaba un poco diferente, un signo de flexibilidad y quizás incluso de creatividad.

‘Snowball’ no es el primer loro en moverse con la música, pero ha habido incertidumbre sobre cómo se adquieren tales movimientos. Los investigadores proponen que la razón por la que los humanos y los loros comparten una habilidad natural para bailar puede surgir de la convergencia de cinco rasgos: el aprendizaje vocal, la capacidad de imitación de movimientos no verbales, una tendencia a formarse a largo plazo vínculos sociales, la capacidad de aprender secuencias complejas de acciones, y la atención a los movimientos comunicativos.

Para los humanos el baile es una forma de interacción social. Patel explica que actualmente están analizando datos de un experimento diseñado para descubrir si lo mismo ocurre con ‘Snowball’.

Fuente: EP