Un buzo se ha topado con una de las medusas más raras del mundo. Sólo ha sido fotografiada dos veces en la vida
Se estima que actualmente hay alrededor de 10 millones de especies en nuestro planeta. Y, a pesar de siglos de estudio, esfuerzo y dedicación, un 86% de esas especies todavía no han sido descubiertas, según muestran diversos estudios. Eso significa que se han catalogado menos del 15% de las especies que vagan por el planeta Tierra. No sólo eso: con el ritmo de descubrimiento actual, es muy probable que gran parte de ellas dejen de existir antes de que podamos documentarlas.
El caso de los océanos no es muy diferente. El número de especies que podría encontrarse en los mares se estima entre 150.000 y 10 millones, siendo un millón la cifra más plausible para el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM. De todas estas, solamente se conocen alrededor de 250.000, lo que significa que cerca del 70% aún son un misterio.
Es el caso del animal que protagoniza la historia de hoy. Más de una decena de tentáculos a rayas se arrastran detrás de un cuerpo translúcido, salpicado de anillos de diferentes tamaños. Dentro, un órgano rojo brillante (posiblemente la cavidad gastrovascular). Un espectáculo fascinante para nuestros ojos. Una maravilla de la naturaleza en su máximo esplendor.
En realidad se trata de una medusa. Una tan rara que solo ha sido avistada en dos ocasiones en la vida.
El cómo es igual de sorprendente. Un buzo que se encontraba en la costa de Queensland, Australia, grabó una medusa enorme nadando junto a él. A las horas publicaba el vídeo en Facebook comentando que era más grande que una pelota de fútbol y nadaba «bastante rápido». Resulta que, según confirmaban algunos biólogos más tarde, se trataba de la Chirodectes maculatus (que significa «manchada» en latín), una especie de medusa extremadamente rara que se encuentra en Australia.
Esta especie fue descrita en 2005 por primera vez. Un equipo de científicos australiano dirigido por el biólogo Paul Cornelius consiguió capturar un espécimen en 1997 al que llamaron Chiropsalmus y comentaron en aquel artículo su reticencia a diseccionar al animal, así que solo hicieron observaciones externas. No sería hasta un año más tarde que el organismo fue registrado en el género Chirodectes por la científica Lisa-Ann Gershwin, quien publicó un estudio sobre la medusa.
En este reportaje de Vice, el Dr. Allen Collins, zoólogo para el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian explicaba que pese a que no es posible distinguir todos las características de la especie Chirodectes maculatus en el video, encaja muy bien en la descripción. También hace hincapié en que el patrón de color en la «campana» de la medusa es diferente al descrito por los científicos originales. La de 2005 tenía manchas sólidas, mientras que la del video tiene anillos.
Aún así, el experto expone que lo más probable es que «sea un espécimen de una especie de Chirodectes estrechamente relacionada pero aún no descrita» y se sorprende de que «algo tan grande y llamativo en apariencia solo se vea dos veces en la historia».
En cuanto al veneno del animal, hasta el momento no hay hay casos registrados de su picadura en humanos. Sin embargo, debido a su gran tamaño y la venenosa naturaleza de los quirodrópidos, lo más probable es que la medusa Chirodectes sea muy venenosa. Una lástima, porque es un animal precioso.
Fuente: xataka.com