Investigadores de Stanford vinculan terremotos submarinos en la Antártida con gigantescas floraciones de fitoplancton.
- Terremotos submarinos.
- Fitoplancton en expansión.
- Hierro como nutriente clave.
- Océano profundo conectado con la superficie.
- Carbono capturado de forma natural.
- Antártida como laboratorio vivo.
Los terremotos en el océano profundo impulsan floraciones masivas de fitoplancton
Durante años, el fondo del océano y la vida en la superficie se han estudiado casi como mundos separados. Lo que ocurre a varios miles de metros bajo el agua parecía demasiado lento, demasiado remoto, como para influir en procesos biológicos visibles desde el espacio. Esta investigación rompe esa idea. Y lo hace con datos sólidos.
Un equipo de científicos ha demostrado que los terremotos submarinos profundos alrededor de la Antártida influyen directamente en el crecimiento del fitoplancton meses después, durante el verano austral. No es una relación simbólica ni anecdótica. Es un mecanismo físico, químico y biológico que conecta la actividad sísmica con la productividad marina y la absorción natural de dióxido de carbono.
El trabajo, publicado en Nature Geoscience, revela una interacción hasta ahora poco considerada entre el suelo oceánico volcánicamente activo y la base de la cadena alimentaria marina.
El papel silencioso del fitoplancton
El fitoplancton es microscópico, pero su impacto es descomunal. Estas algas flotantes sostienen la red trófica marina, generan una parte significativa del oxígeno atmosférico y actúan como uno de los mayores sumideros naturales de carbono del planeta. En el océano Austral, sin embargo, su crecimiento está limitado por un factor muy concreto: la escasez de hierro.
Aquí entra en juego el fondo marino. Bajo las aguas heladas que rodean la Antártida se extiende una red de dorsales oceánicas activas, atravesadas por fuentes hidrotermales que liberan fluidos calientes cargados de minerales. Entre ellos, hierro biodisponible.
Lo que no se sabía con claridad era por qué, año tras año, una misma floración de fitoplancton podía variar tanto en tamaño. Algunos veranos alcanzaba dimensiones comparables a grandes regiones continentales; otros, apenas se desarrollaba.
La pista sísmica
Tras descartar factores más evidentes —extensión del hielo marino, temperatura superficial del océano, luz disponible—, los investigadores dirigieron la mirada hacia abajo. Muy abajo. Al registro de terremotos.
El patrón resultó sorprendentemente claro: años con mayor actividad sísmica durante el invierno antártico precedían a veranos con floraciones mucho más intensas. Especialmente cuando se registraban terremotos de magnitud igual o superior a 5 en las proximidades de las fuentes hidrotermales.
La explicación es coherente con lo que ya se conoce en geofísica marina. Los terremotos pueden desbloquear conductos internos de las chimeneas hidrotermales, abrir nuevas fracturas y aumentar la emisión de fluidos ricos en hierro. También pueden modificar la temperatura y la química de estos flujos.
Ese hierro, contra lo que se pensaba hasta ahora, no tarda décadas en llegar a la superficie. En este sistema concreto, los datos sugieren un ascenso en cuestión de semanas o pocos meses, lo suficientemente rápido como para alimentar las floraciones estacionales.
Un océano más dinámico de lo esperado
Esta conexión entre terremotos y fitoplancton obliga a replantear cómo se modeliza el funcionamiento del océano Austral. No es solo un gran regulador térmico del planeta. Es un sistema dinámico donde procesos geológicos profundos influyen directamente en la biología superficial.
Las implicaciones ecológicas son notables. Estas floraciones sustentan poblaciones de kril, que a su vez alimentan peces, pingüinos, focas y ballenas. Se han observado incluso ballenas jorobadas alimentándose en estas zonas, coincidiendo con los años de mayor productividad.
No es un detalle menor. Cambios en la intensidad de estas floraciones pueden alterar rutas migratorias, disponibilidad de alimento y estabilidad de ecosistemas enteros.
Qué impacto puede tener en el medio ambiente
Desde una perspectiva climática, el hallazgo añade una pieza importante al puzle del ciclo global del carbono. El fitoplancton captura dióxido de carbono atmosférico durante su crecimiento y una parte de ese carbono acaba almacenándose en el océano profundo cuando los organismos mueren y se hunden.
Comprender qué factores naturales amplifican o reducen este proceso permite mejorar los modelos climáticos y estimar con más precisión cuánto carbono puede absorber el océano en las próximas décadas.
También invita a la prudencia. Si la actividad sísmica cambia —por procesos naturales o por alteraciones indirectas del sistema terrestre—, podría hacerlo también la capacidad del océano para actuar como sumidero de carbono. No es un interruptor simple. Es un sistema complejo, sensible y todavía poco conocido.
Fuente: ecoinventos.com


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