Los peces viejos viven más tiempo si comen las heces de los más jóvenes
Investigadores del Instituto Max Planck de Biología del Envejecimiento de Colonia han descubierto que los peces viejos viven más tiempo si consumen microbios de las heces de los peces más jóvenes, según la edición preliminar de un artículo publicado en bioRxiv.org. El hallazgo arroja luz sobre el papel de la microbiota intestinal en el envejecimiento.
La vida es fugaz para los killis de la especie Nothobranchius furzeri, uno de los vertebrados con una vida más corta de la Tierra y excepcional capacidad de adaptación al medio. Se trata de peces de agua dulce que habitan charcas y estanques efímeros que se forman durante las estaciones lluviosas en Mozambique y Zimbabwe. Cuando deja de llover y las altas temperaturas provocan que el agua se evapore, los peces mueren. Pero antes, los animales entierran sus huevos, que sobreviven sin agua durante los meses de sequía y eclosionan cuando vuelve la estación de lluvias. Esta es la razón por la cual en algunas zonas se los conoce popularmente como los «peces que nacen con la lluvia». Los killis empiezan a reproducirse con solo tres semanas de edad, hecho que los convierte en una especie de vertebrado muy útil para la investigación en el campo del envejecimiento.
N. furzeri viven entre tres y nueve meses, pero los investigadores han conseguido incrementar su corta vida alrededor de un mes sustituyendo las bacterias intestinales de los peces de mediana edad (nueve semanas y media) con la microbiota presente en peces más jóvenes (de seis semanas). En el estudio, los científicos primero trataron a los ejemplares de mediana edad con antibióticos para limpiar su flora intestinal, luego los colocaron 12 horas en un acuario estéril al que se añadió el contenido intestinal de los jóvenes. Aunque estos peces no suelen comer heces, sí que las probaron para ver si se trataba de alimentos, de modo que ingirieron microbios en el proceso. Los microbios trasplantados recolonizaron con éxito los intestinos de los peces que los recibieron. A las dieciséis semanas de edad, los microorganismos intestinales de los individuos de mediana edad que habían recibido la comunidad de «microbios jóvenes» todavía se parecían a los de los peces de tenían seis semanas de vida.
Estudios anteriores con distintos animales ya indican que existe un vínculo entre el microbioma y el envejecimiento. Se ha visto que, a medida que envejecemos, los seres humanos, y también los ratones, tendemos a perder parte de la diversidad microbiana y desarrollamos una comunidad más uniforme de microbios intestinales, con especies raras y patogénicas que llegan a dominar en los individuos más viejos. El mismo patrón es válido para los killis, cuyos microbios intestinales a una edad temprana son casi tan diversos como los de ratones y humanos. «Se puede saber si un pez es joven o viejo simplemente analizando su microbiota intestinal», explica Dario Valenzano, investigador del Instituto Max Planck de Biología del Envejecimiento de Colonia y autor principal del estudio.
Los investigadores aún desconocen la forma en que las bacterias intestinales influyen en la esperanza de vida. Una posible hipótesis podría basarse en la explicación anterior: a medida que el sistema inmunitario se debilita con la edad, las bacterias que son dañinas se vuelven más abundantes que las intestinales sanas, por lo que el trasplante de bacterias intestinales jóvenes y sanas podría contribuir a que el microbioma del intestino de un pez de mediana edad se vuelva más saludable. Otra posibilidad sería que las bacterias intestinales jóvenes tuvieran un efecto directo sobre el propio sistema inmunitario.
En los humanos, los trasplantes fecales pueden ayudar a tratar algunas infecciones recurrentes, pero, según Valenzano, es demasiado pronto para considerar este mismo procedimiento para alargar la esperanza de vida de las personas.
Fuente: investigacionyciencia.es