Los peces loro ingresan a la lista de especies mexicanas en riesgo
Después de ocho años, se actualizó la Norma Oficial Mexicana que enlista a las especies protegidas en el país. Varias de ellas habitan en el Sistema Arrecifal Mesoamericano, la segunda barrera de coral más grande en el mundo.
Quienes los estudian los llaman los “jardineros de los arrecifes”, porque gracias a ellos se puede disminuir la presencia de macroalgas en estos ecosistemas. También se les debe agradecer su contribución a la producción de la arena que tapiza las playas del caribe. Se trata de los peces loro —entre ellos la especie Scarus guacamaia—, llamativos por sus colores y la peculiar forma de su mandíbula. En las últimas dos décadas, su número ha disminuido por la degradación de su hábitat y por la pesca.
Para tratar de detener la baja de su población y los impactos que eso podría ocasionar a ecosistemas como los arrecifes, 10 especies de pez loro del Caribe ingresaron a la Norma Oficial Mexicana NOM-059, la lista nacional de especies que se encuentran en alguna categoría de riesgo.
Además de los peces loros, al listado también entrarán otras especies que habitan la segunda barrera de coral más grande en el mundo, el Sistema Arrecifal Mesoamericano, un ecosistema que se enfrenta a la contaminación provocada por aguas residuales que están matando a sus corales.
Peces al servicio del arrecife
Desde hace 10 años se buscó que México contara con herramientas legales para la protección de las diferentes especies de pez loro, recuerda Mélina Soto, coordinadora de Healthy Reefs, organización no gubernamental enfocada en la conservación del Sistema Arrecifal Mesoamericano. Países como Honduras, Guatemala y Belice, que también albergan parte de los arrecifes mesoamericanos, ya protegían a estas especies, pero en México no existían herramientas para su conservación. “Los peces loro aún no están en una situación de extinción pero su número es cada vez menor”, resalta Soto. Y una de las causas, además de la pérdida de su hábitat, es el aumento de su pesca.
Estos peces son llamados los “jardineros de los arrecifes” porque se alimentan de las macroalgas que crecen entre las rocas y los corales. Además, sus heces contribuyen a la formación de las playas en la región. Un pez adulto puede llegar a producir entre 20 y 40 kilos de arena en un año. La disminución de las poblaciones de peces loros ya comenzó a tener impactos en el Caribe mexicano. En la última década han proliferado las macroalgas, la cuales afectan la salud de los corales. Los peces loro, resalta Soto, brindan “un servicio ecosistémico, son aliados muy importantes para la conservación de los arrecifes”. Al proteger a estas especies también se ayuda al ecosistema.
José Luis Funes, especialista en vida silvestre y derecho ambiental, destaca que es la primera vez que una especie ingresa a la NOM-059 como un reconocimiento a los servicios ecosistémicos que brindan. Las diez especies de peces loro del Caribe mexicano estarán ahora bajo la categoría de Protección especial.
Corales estresados
En la actualización de la NOM-059, cuya publicación se realizó este jueves 14 de noviembre, también se incluyeron cuatro tipos de coral: dos que se encuentran en el Pacífico (Porites sverdrupi, que se ubica en Peligro de extinción; y Pocillopora inflata, considerada como Amenazada) y dos del Caribe: el coral de estrellas rocoso o masivo (Orbicella annularis) y el coral estrella montaña o masivo (Orbicella faveolata), dos de las principales especies formadoras de arrecife.
El coral de pilar (Dendrogyra cylindrus) no entró a la lista. “Cuando se solicitó su ingreso, la especie aún no se encontraba en una situación tan crítica como lo está ahora”, dice Baruch Figueroa Zavala, coordinador del Programa de Ecosistemas Costeros del Centro Ecológico Akumal.
Esta especie, detalla Figueroa, es una de las más golpeadas por “el síndrome blanco”, enfermedad que afecta a los corales y que ha provocado la casi total desaparición del Dendrogyra cylindrus. A finales de 2014 se detectó en las costas de Florida y a los arrecifes de Quintana Roo llegó entre julio y agosto de 2018, posterior al arribo de masivo de sargazo a las aguas del Caribe.
“Cuando el sargazo se descompone, se produce la llamada `marea marrón´, aportando una enorme cantidad de nutrientes al agua marina y provocando una gran pérdida de oxígeno en el agua, propiciando condiciones óptimas para la proliferación de patógenos. Si a eso le sumamos la contaminación crónica del mar —producida por las aguas residuales, los lixiviados de los basureros al subsuelo, bloqueadores solares, pesticidas y fertilizantes— y encima los efectos del calentamiento global, lo que tenemos es una situación de estrés extremo para los corales, por lo cual están muriendo rápida y masivamente”, explica Figueroa.
En tan solo un año, el síndrome blanco destruyó entre el 40 y 50 % de la cobertura de coral en el Caribe mexicano, casi la misma superficie perdida en las últimas cuatro décadas. En la región solo se había tenido un evento similar en los años setentas y ochentas, con la mortalidad masiva de corales Acroporidos. Las aguas residuales no solo favorecen a los patógenos que dañan al coral, también propician el crecimiento de las macroalgas, señala Mélina Soto.
Para tener una dimensión de la cantidad de aguas residuales que se vierten en el Caribe mexicano, la coordinadora de Healthy Reefs ofrece estos datos: menos del 50 % de la población de la ciudad de Cancún está conectada al drenaje y en Puerto Morelos, la cifra es del 38 %. Además, las plantas de tratamiento de aguas residuales que se tienen en la Península de Yucatán “son de nivel secundario, cuando deberían ser de nivel terciario”.
Especialistas que estudian la vida marina del arrecife mesoamericano se preguntan cómo detener la enfermedad que está matando a los corales. Hasta ahora la respuesta que encuentran es el “cerrar la fuente” de contaminación: “Hay que sanear las aguas —dice Figueroa, del Centro Ecológico Akumal— tener normas oficiales más duras respecto a los contenidos de bacterias, nutrientes y cualquier tipo de contaminante que eventualmente ingresará al mar”.
En riesgo por la pesca incidental
México tendría que actualizar su NOM-059 cada tres años, de acuerdo con la ley ambiental. En la práctica esto no sucede. La anterior norma se publicó en 2010. En 2015 y 2018 se dieron acciones para su actualización, pero no se concretaron.
A finales de 2018, por ejemplo, ya se había anunciado que se incluirían a las diez especies de pez loro, pero fue hasta el 28 de octubre de 2019 que en el Diario Oficial de la Federación se publicaron los comentarios y respuestas del grupo de trabajo encargado sobre el tema, un paso necesario par poder actualizar la NOM-059, lo cual sucedió este 14 de noviembre.
Con la publicación de la nueva NOM-059 ya es oficial la protección a las especies cuya inclusión recién se aprobó, entre ellas seis mobulas, que incluyen a la mantarraya gigante (Mobula birostris).
De las mantas hay mucho más preguntas que respuestas. Se sabe que tienen el cerebro más grade de todos los peces, que son curiosas, que se alimentan de plancton, que habitan en zonas alejadas de las costas y que su reproducción es muy baja. Las hembras ingresan a su edad reproductiva hasta los 15 años y los machos, a los diez; pueden llegar a tener una cría cada cinco años. Las especies más pequeñas, conocidas como rayas, pueden reunirse en grupos de decenas de individuos.
Karen Fuentes, fundadora y directora de la organización Mantas México Caribe, explica que tanto las mantarrayas gigantes como las rayas son especies muy vulnerables a la pesca incidental, además de que las utilizan para carnada de tiburón.
En varias regiones del mundo, entre ellas México, se desarrollan proyectos de investigación para conocer más sobre sus hábitats, sus rutas migratorias y cómo las está afectando la contaminación de los mares. En la zona del Caribe mexicano, la organización que dirige Karen Fuentes forma parte del Proyecto Manta Trust, iniciativa que investiga a estas especies, impulsa leyes para su protección y trabaja en comunidades pesqueras para desarrollar con los pobladores planes de conservación y manejo de las mantas.
Desde 2013, Mantas México Caribe ha registrado con foto identificación a 450 individuos de manta birostris. “El que se incluya a estas especies en la NOM-059 es una oportunidad para hacer conciencia sobre la conservación de los mares mexicanos, sobre la contaminación, la sobrepesca y la pesca incidental”, resalta Fuentes y menciona que, cada año, cerca de 14 mil mobúlidos mueren por captura incidental en la pesca de atún.
Tiburones: los grandes ausentes
A la NOM-059 también ingresaron otras especies de fauna y flora, entre ellas varias aves que se ubicaron en la categoría de Amenazadas, como el playero dorso rojo (Calidris alpina), el playerito occidental (Calidris mauri) y el loro cachete amarillo (Amazona autumnalis). Los grandes ausentes en esta nueva lista —destaca José Luis Funes, especialista en vida silvestre y derecho ambiental— son los tiburones.
Investigadores mexicanos y organizaciones dedicadas a la conservación de estas especies propusieron que entraran a la lista el gran tiburón martillo (Sphyrna mokarran), el tiburon martillo baya (Sphyrna zygaena) y el tiburón martillo común (Sphyrna lewini). Ninguno de los tres se incluyó.
“Sus poblaciones están disminuyendo en forma drástica. A los tiburones se les sigue evaluando solo desde un punto de vista de aprovechamiento de pesca y no ambiental”, destaca Funes. Para este especialista, México tendría que agilizar los procesos de inclusión de especies en la NOM-059, además de contar con mecanismos que permitan vincular en forma más expedita los acuerdos y convenciones internacionales con la legislación mexicana.
Apostar a reservas marinas
Además, resalta Funes, para lograr un real cumplimento de la NOM-059, sobre todo con las especies marinas, se tendría que tener una colaboración más estrecha entre autoridades ambientales y pesqueras. “Dejar de ver al mar como un supermercado, mirarlo como un ecosistema que presta servicios ambientales muy importantes”, agrega el experto.
Para especialistas como Octavio Aburto, profesor-investigador del Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de San Diego, la NOM-059 es insuficiente para garantizar la protección de especies que presentan alguna categoría de riesgo. Aburto señala que, en el caso de los ecosistemas marinos, una herramienta que ha mostrado ser más efectiva es la creación de reservas marinas, espacios donde no se pueda desarrollar la actividad pesquera.
“Se ha comprobado —señala Aburto— que al tener zonas destinadas a reservas marinas, la cadena trófica se recupera. Para tener mares funcionando es necesario que 30 % de nuestros mares estén sin actividades extractivas, que sean semilleros y que permitan mantener la funcionalidad de ecosistemas”.
Melina Soto, de Healthy Reefs, destaca que si bien la NOM-059 requiere que en su implementación participen muchos actores, sí es una herramienta que en el caso de especies como los peces loro del Caribe mexicano permitirá avanzar en su protección y conservación.
Estas son algunas de las especies marinas que se incluirán a la NOM-059:
Protección especial:
- Pez loro guacamaya o arcoíris (Scarus guacamaia)
- Pez loro cola roja (Sparisoma chrysopterum)
- Pez loro medianoche (Scarus coelestinus)
- Pez loro azul (Scarus coeruleus)
- Pez loro rayado (Scarus iseri)
- Pez loro cola amarilla (Sparisoma rubripinne)
- Pez loro princesa (Scarus taeniopterus)
- Pez loro reina (Scarus vetula)
- Pez loro semáforo (Sparisoma viride)
- Pez loro banda roja (Sparisoma aurofrenatum)
- Mantarraya gigante (Mobula birostris)
- Raya diablo del Atlántico (Mobula hypostoma)
- Raya diablo de aguijón, raya diablo gigante (Mobula mobular)
- Raya diablo pigmea (Mobula munkiana)
- Raya diablo chilena (Mobula tarapacana)
- Raya diablo de aleta curva (Mobula thurstoni)
Especie Amenazada:
- Coral de estrellas rocoso o masivo (Orbicella annularis)
- Coral estrella montaña o masivo (Orbicella faveolata)
- Coral (Pocillopora inflata)
En Peligro de extinción:
- Coral (Porites sverdrupi)
Fuente: animalpolitico.com