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Los humanos han contagiado sus virus a los animales salvajes más de lo que se creía

Los seres humanos podrían intercambiar enfermedades con los animales con más frecuencia de lo que se pensaba. Un nuevo estudio muestra que se debería vigilar cómo se propagan los patógenos en ambas direcciones y a gran escala para evaluar el riesgo con mayor precisión, como se está haciendo con el SARS-CoV-2

Científicos de la Universidad de Georgetown (EE UU) han dirigido un estudio, publicado en Ecology Letters, que muestra cómo los humanos podrían transmitir patógenos a los animales mucho más de lo esperado. De hecho, los autores encontraron casi 100 estudios que describían pruebas de transmisión directa de humanos a animales en la fauna salvaje en libertad y en cautividad, con informes publicados que se remontan a la década de 1920.

El contagio de enfermedades ha atraído recientemente una gran atención debido a la propagación del SARS-CoV-2 en ciervos salvajes de cola blanca de EE UU y Canadá. Algunos datos sugieren que los ciervos han devuelto el virus a los seres humanos en al menos un caso –un proceso conocido coloquialmente como spillback–, y muchos científicos han expresado su preocupación por el hecho de que los nuevos reservorios animales puedan dar la oportunidad al patógeno de evolucionar a nuevas variantes.

Los humanos probablemente trasfieren sus enfermedades a los animales con bastante periodicidad. Pero no estudiarlo con la suficiente atención limita nuestra capacidad de averiguar cuándo pondrá en peligro la conservación, o potencialmente nuestra propia salud, en el futuro

Colin J. Carlson, autor

“Nuestro estudio es el primero que explora realmente lo extendido que está este tipo de contagio más allá de la covid-19. Descubrimos que los humanos probablemente trasfieren sus enfermedades a los animales con bastante periodicidad, pero no nos fijamos lo suficiente”, explica a SINC Colin J. Carlson, profesor de la institución americana.

“Vemos muchos casos de contagio en los zoológicos o en las poblaciones de grandes simios, lugares en los que los veterinarios vigilan de cerca a los animales. Pero probablemente se trata de un fenómeno común, y el hecho de que no lo estudiemos con la suficiente atención limita nuestra capacidad de averiguar cuándo pondrá en peligro la conservación, o potencialmente nuestra propia salud, en el futuro”, añade.

“La buena noticia es que probablemente podamos utilizar la información sobre la biología de las especies para predecir qué animales están en riesgo de contraer algunas enfermedades, y lo demostramos con el SARS-CoV-2”, continúa Carlson.

Detectar rápidamente los contagios

Anna Fagre, viróloga y veterinaria de animales salvajes de la Universidad Estatal de Colorado (EE UU) y otra de las autoras, expone cómo podríamos estar pasando por alto ciertos eventos de transmisión entre especies, y lo que esto podría significar no solo para la salud pública, sino para el estado y la conservación de las especies infectadas.

“Vigilar a largo plazo las poblaciones de animales salvajes permitirá detectar más rápidamente los episodios de transmisión y los impactos sanitarios asociados cuando se produzcan”, apunta Fabre, que también ha publicado una investigación sobre los riesgos de contagio del SARS-CoV-2 utilizando ratones ciervo norteamericano (Peromyscus maniculatus).

Para los autores, se puede utilizar la inteligencia artificial para anticipar qué especies podrían estar en riesgo de contraer el virus. “Estos datos sirven para elaborar modelos informáticos que nos ayuden a pronosticar qué animales pueden infectarse con un determinado patógeno, protegiendo así la salud de los seres humanos y de la fauna salvaje”, indica a SINC Fabre.

De esta forma, cuando compararon las especies que se han infectado con el SARS-CoV-2 con las predicciones realizadas por otros investigadores en los primeros momentos de la pandemia, descubrieron que fueron capaces de acertar la mayoría de las veces.

“La secuenciación de los genomas de los animales y la comprensión de sus sistemas inmunitarios han dado sus frutos”, puntualiza Carlson. “La pandemia dio a los expertos la oportunidad de probar algunas herramientas de predicción, y resulta que estamos más preparados de lo que pensábamos”.

Vigilar la transmisión en ambas direcciones

Los autores concluyen que el contagio puede ser predecible, pero el mayor problema es lo poco que sabemos sobre las enfermedades de los animales salvajes. “Estamos vigilando el SARS-CoV-2 más de cerca que cualquier otro virus en la Tierra, así que cuando se produzca el spillback, podremos detectarlo. Sin embargo, es más difícil evaluar el riesgo en otros casos”, dice Carlson.

En consecuencia, será complicado medir la gravedad del riesgo de retroceso para la salud humana o la conservación de la fauna silvestre, sobre todo en patógenos distintos del coronavirus.

Cada vez que los seres humanos y los animales entran en contacto estrecho, ya sea en las granjas, en los mercados de animales salvajes o en los zoológicos, nos preocupamos por las enfermedades que podrían transmitirnos. Pero deberíamos vigilar cómo se propagan en ambas direcciones

Colin J. Carlson, autor

“Cada vez que los seres humanos y los animales entran en contacto estrecho, ya sea en las granjas, en los mercados de animales salvajes o en los zoológicos, nos preocupamos por las enfermedades que podrían transmitirnos. Pero deberíamos vigilar cómo se propagan en ambas direcciones y a gran escala para evaluar el riesgo con mayor precisión, como estamos haciendo con la covid-19”, afirma el experto.

“El mayor reto que tenemos es conseguir suficientes datos para hacer afirmaciones sobre la evaluación del riesgo. Las cifras están bastante limitadas por el sesgo del muestreo, por lo que no podemos hacer conjeturas inmediatas sobre qué virus podrían ser un callejón sin salida en la vida silvestre y cuáles un problema a largo plazo. Por ello, necesitamos más información”, concluye.

Fuente: SINC