Los elefantes casi no tienen cáncer y un nuevo estudio descubre por qué
Los elefantes tienen unas 100 veces más células que un ser humano, y viven casi tanto como nosotros (su esperanza de vida es de 70 años), sin embargo, rara vez se topan con uno de nuestros mayores monstruos: el cáncer. El cáncer se produce cuando una célula muta al azar durante la división, por lo que el hecho de que solo alrededor de 1 de cada 20 elefantes desarrolle cáncer, en comparación con 1 de cada 5 humanos, es extremadamente curioso y, hasta ahora, el por qué de esta resistencia era un misterio para la ciencia. Un reciente estudio publicado en Cell Reports afirma que sus células tienen genes especiales capaces de reparar el ADN mutado.
Hace unos años, se atribuyó este rasgo a la sobreabundancia de un gen llamado p53, que suprime los tumores: mientras que los elefantes africanos tienen 40 copias, los humanos solo tenemos uno. Pero el nuevo estudio, realizado por científicos de la Universidad de Utah (EE.UU.), se centró en estudiar lo que se conoce como ADN basura, la parte del genoma que no codifica las proteínas que constituye el 98% de todo el ADN y que estudios recientes han descubierto que realiza otras funciones, como ser capaz de controlar cuándo y dónde se expresan los genes.
Después de exponer el ADN a la radiación gamma y observar cómo respondía al daño, el equipo identificó tres genes en el ADN de los elefantes: FANCL, VRK2 y BCL11A. Estos están involucrados en la reparación del ADN que protege contra las mutaciones, y están fuertemente asociados con las aceleraciones de los elefantes.
Debido a que los vertebrados tienen mucho ADN en común, habiendo evolucionado a partir de un ancestro común, muchos otros mamíferos también tienen estos genes. Las versiones humanas no nos protegen del cáncer de la misma manera que lo hacen en los elefantes, pero los investigadores afirman que el solo hecho de saber qué genes son capaces de ayudarnos a reducir su evolución en elefantes y determinar si podemos lograr un cambio similar en humanos.
Otros animales que el equipo estudió fueron el murciélago hibernando, para estudiar anormalidades en las extremidades; la orca y el delfín, para estudiar el desarrollo de los ojos y la córnea, así como la adaptación a entornos de alta presión para estudiar los trastornos de la coagulación sanguínea; la rata topo desnuda, para estudiar el desarrollo del ojo y el glaucoma; y la ardilla de tierra de trece líneas, para estudiar el albinismo y el síndrome de leopardo.
Decenas de miles de años atrás los elefantes habitaban en Eurasia, África y América del Norte y fue una de las familias más comunes de la megafauna, que incluía elefantes, mamuts y palaeoloxodon. En el planeta han quedado tres tipos de elefantes: el africano de sabana (Loxodonta africana), el del bosque (L.cyclotis), y el asiático (Elephas maximus). Un equipo de biólogos ha dividido a los elefantes africanos en dos especies de acuerdo con los resultados de los estudios morfológicos y genéticos: los resultados muestran que los elefantes y los mamuts viajaron mucho de continente a continente y se cruzaron entre sí.
Fuente: nmas1.org