Las fantasmales luces de estas ciudades construidas por termitas esconden una trampa letal para sus habitantes
Anochece en el Parque Nacional de las Emas, en Brasil. Algunos de los termiteros que jalonan la interminable pradera del parque comienzan a iluminarse con cientos de diminutas luces verdes. Parecen auténticas ciudades en miniatura, pero sus luces esconden una trampa mortal.
Las masivas torres de tierra compactada son obra de termitas, pero las luces que salen de ellas no es obra de estos laboriosos insectos, sino de unos okupas bastante terroríficos: larvas de Pyrearinus termitilluminans. Son crías de escarabajo de fuego, una especie que se ha especializado precisamente en colonizar termiteros.
Los escarabajos adultos depositan sus huevos en la base del termitero. Las larvas que salen de esos huevos trepan por la pared y, cuando encuentran un lugar propicio, excavan pequeños túneles en forma de U y comienzan a brillar. Las desafortunadas termitas que vuelan hasta la entrada de uno de los túneles atraídas por la luz que emana de ellos solo encuentran esto:
Cuando una de las larvas detecta vibraciones procedentes de un insecto que se aproxima las glándulas de su cabeza brillan con más fuerza. En cuanto la desafortunada termita se pone a tiro, la larva emplea los pelos que recubren su cuerpo para lanzarse hacia adelante como un ariete y capturar el insecto.
Los científicos aún no tienen muy clara la relación entre las termitas y sus huéspedes asesinos, pero a la colonia no parece importunarle en exceso su presencia. Al fin y al cabo, las larvas de se alimentan solo de zánganos voladores, una variante de las termitas normales que surgen por miles del termitero en la época de cría y cuyo fin es establecer otras colonias.
Para que el ciclo de las termitas continúe, solo necesitan que una de las termitas aladas tenga éxito. La selección natural decide quien vive y quien muere, y los zánganos menos espabilados (o menos afortunados) son sacrificados a los demonios de luz que viven arriba. La naturaleza en todo su esplendor.
Fuente: gizmodo.com