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La humedad agravará las anunciadas olas de calor asesinas

Los científicos del clima dicen que las olas de calor asesinas prevalecerán cada vez más, pero suelen excluir un factor importante que podría empeorar las cosas: la humedad que magnifica el calor.

Ahora, un nuevo estudio global proyecta que en las próximas décadas los efectos de la alta humedad en muchas áreas aumentarán dramáticamente.

A veces, pueden superar la capacidad de los humanos para trabajar o, en algunos casos, incluso sobrevivir. La salud y las economías sufrirían, especialmente en las regiones donde las personas trabajan fuera y tienen poco acceso al aire acondicionado. Las regiones potencialmente afectadas incluyen grandes franjas del sureste de EE.UU., Amazonas, oeste y centro de África, zonas meridionales del Medio Oriente y la península Arábiga, el norte de India y el este de China.

«Las condiciones de las que estamos hablando básicamente nunca ocurren ahora, la gente en la mayoría de los lugares nunca las ha experimentado», apunta el autor principal, Ethan Coffel, estudiante graduado del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. «Pero se prevé que ocurran cerca del final del siglo», añade en un comunicado este experto, cuyo estudio se publica esta semana en la revista ‘Environmental Research Letters’.

Se proyecta que el clima cálido hará que se sequen aún más muchas áreas ya secas, en parte al cambiar los patrones de precipitación. Pero, por la misma razón, a medida que suben las temperaturas globales, la atmósfera puede contener más vapor de agua, lo que significa que las áreas crónicamente húmedas ubicadas a lo largo de las costas o ancladas en patrones de clima húmedo pueden ser más duras.

El calor húmedo es más opresivo que el tipo «seco» ya que los humanos y otros mamíferos enfrían sus cuerpos sudando; el sudor se evapora de la piel en el aire, llevándose el exceso de calor con él. Funciona muy bien en el desierto; pero cuando el aire ya está lleno de humedad, la evaporación de la piel se ralentiza y finalmente se vuelve imposible. Cuando este proceso de enfriamiento se detiene, la temperatura corporal central de uno se eleva más allá del rango tolerable; los órganos se esfuerzan y luego comienzan a fallar. Los resultados son letargo, enfermedad y, en las peores condiciones, muerte.

Utilizando modelos climáticos globales, los investigadores en el nuevo estudio mapearon las temperaturas actuales y proyectadas de «bulbo húmedo», que reflejan los efectos combinados del calor y la humedad. La medición se realiza cubriendo un paño saturado con agua sobre el bulbo de un termómetro convencional, que no corresponde directamente a la temperatura del aire. El estudio encontró que, en la década de 2070, las lecturas de bulbo húmedo elevado que ahora ocurren tal vez solo una vez al año podrían prevalecer entre 100 a 250 días al año en algunas partes de los trópicos. En el sureste de Estados Unidos, las temperaturas de bulbo húmedo ahora alcanzan a veces una cifra ya opresiva de 29 o 30 grados Celsius; para los años 2070 o 2080, ese clima podría ocurrir entre 25 a 40 días cada año, según los investigadores.

Experimentos de laboratorio han demostrado que las lecturas de bulbo húmedo de 32 grados Celsius son el umbral más allá del cual muchas personas tendrían problemas para llevar a cabo actividades normales en el exterior. Este nivel rara vez se alcanza en cualquier lugar hoy; pero el estudio proyecta que en los años 2070 o 2080 esa cifra podría alcanzarse uno o dos días al año en el sureste de Estados Unidos, y de tres a cinco días en partes de Sudamérica, África, India y China. En todo el mundo, cientos de millones de personas sufrirían. Según los investigadores, la zona más afectada en términos de impacto humano probablemente sea la densamente poblada India del noreste.

«Mucha gente se desmoronaría mucho antes de alcanzar temperaturas de bulbo húmedo de 32 C, o algo cercano», afirma el coautor Radley Horton, científico del clima en Lamont-Doherty. «Se encontrarían con problemas terribles», insiste Horton, para quien los resultados podrían ser «transformadores» para todas las áreas de la actividad humana: «economía, agricultura, militar, ocio».

El estudio proyecta que algunas partes del sur de Oriente Medio y el norte de India incluso alcanzarán a veces 35 grados Celsius a finales de siglo, igual a la temperatura de la piel humana y el límite teórico en el que las personas morirán en cuestión de horas sin enfriamiento artificial.

Usando una medida combinada de calor/humedad, el llamado índice de calor, sería el equivalente a casi 170 grados Fahrenheit (76,6 ºC) de calor «seco». Pero el índice de calor, inventado en la década de 1970 para medir la «sensación real» del clima húmedo del verano, en realidad termina en 136 (57,7 ºC); cualquier cosa por encima de eso está literalmente fuera de la tabla. En el lado positivo, el documento dice que si las naciones pueden reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero en las próximas décadas, se podrían evitar los peores efectos.

Solo se han registrado algunos eventos climáticos como los proyectados. El más reciente fue en Bandar Mahshahr, en Irán, el 31 de julio de 2015. La ciudad, de más de 100.000 habitante, se encuentra a lo largo del Golfo Pérsico, donde el agua de mar puede calentarse hasta los 90 grados Fahrenheit (32,2ºC), y los vientos marinos llevan humedad sobre la tierra. En ese día, la temperatura del aire «seco» solo fue de 115 grados Fahrenheit (46,1ºC).

La infraestructura de Handar Mahshahr es buena y la electricidad barata, por lo que los residentes dijeron que se adaptaron a ese evento al quedarse en edificios y vehículos con aire acondicionado y ducharse tras breves salidas a la calle. Pero esta puede no ser una opción en otros lugares vulnerables, donde muchas personas no tienen lujos de clase media.

«No se trata solo del calor o del número de personas. Se trata de cuántas personas son pobres, cuántas son viejas, quien tiene que ir al trabajo, quién tiene aire acondicionado», apunta el coautor del estudio, Alex de Sherbinin, del Centro de Columbia para la Red Internacional de Información de Ciencias de la Tierra. De Sherbinin señala que incluso si el clima no mata directamente a la gente ni detiene todas las actividades, la necesidad de trabajar en granjas o en otras actividades al aire libre en estas condiciones puede fomentar problemas renales crónicos y otros efectos nocivos para la salud.

«Obviamente, los trópicos sufrirán más», sentencia, añadiendo que las preguntas sobre cómo podrían verse afectados la infraestructura humana o los ecosistemas naturales están casi inexploradas. Solo unos pocos estudios previos han analizado el tema de la humedad en relación con el cambio climático. Fue en 2010 cuando un documento publicado en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ propuso el límite de supervivencia de 35 grados.

En 2015, investigadores publicaron un artículo en la revista ‘Nature Climate Change’ que mapeó áreas en las regiones del sur de Oriente Medio y el Golfo Pérsico como vulnerables a condiciones extremas. Hubo otro trabajo publicado este año en la revista ‘Science Advances’, que se centraba en las cuencas del río Ganges y el Indo, densamente pobladas y bajas. El nuevo estudio se basa en esta investigación anterior, ampliando las proyecciones a nivel mundial utilizando una variedad de modelos climáticos y teniendo en cuenta el futuro crecimiento de la población.

El profesor de Hidrología y Clima en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) Elfatih Eltahir, que ha estudiado el tema en Oriente Medio y Asia, dice que el nuevo estudio «es un documento importante que enfatiza la necesidad de considerar tanto temperatura como humedad para definir estrés calórico».

Fuente: Europa Press