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Hay más de 50 mil millones de aves en el mundo

Un estudio de ‘big data’ basado en observaciones de la ciencia ciudadana y en algoritmos detallados, sugiere que hay unos 50.000 milones de aves en el mundo, unos seis pájaros por ser humano.

La investigación de la Universidad de Nueva Gales del Sur y publicada en PNAS indica además que las aves pertenecen a 9.700 especies diferentes, incluidas las aves no voladoras como los emús y los pingüinos.

«Los seres humanos hemos dedicado un gran esfuerzo a contar los miembros de nuestra propia especie, los 7.800 millones de personas –afirma el profesor asociado Will Cornwell, ecólogo de la UNSW Science y coautor del estudio–. Este es el primer esfuerzo exhaustivo para contar un conjunto de otras especies».

El equipo de investigación llegó a sus cifras reuniendo casi mil millones de avistamientos de aves registrados en eBird, una base de datos en línea de observaciones de aves realizadas por ciudadanos científicos. A partir de estos datos, y de estudios de casos detallados cuando se disponía de ellos, desarrollaron un algoritmo para estimar la población mundial real de cada especie de ave.

Este cálculo tuvo en cuenta la «detectabilidad» de cada especie, es decir, la probabilidad de que una persona haya visto esa ave y enviado el avistamiento a eBird. La detectabilidad puede incluir factores como su tamaño, color, si vuelan en bandadas y si viven cerca de las ciudades.

«Aunque este estudio se centra en las aves, nuestro método de integración de datos a gran escala podría servir de modelo para calcular la abundancia específica de otros grupos de animales», afirma el autor principal del estudio, el doctor Corey Callaghan, que realizó la investigación mientras era investigador postdoctoral en la UNSW Science.

«Cuantificar la abundancia de una especie es un primer paso crucial para la conservación –explica–. Contando adecuadamente lo que hay, aprendemos qué especies pueden ser vulnerables y podemos seguir cómo cambian estos patrones a lo largo del tiempo, en otras palabras, podemos entender mejor nuestras líneas de base».

El conjunto de datos del estudio incluye registros de casi todas (92%) las especies de aves actualmente vivas. Sin embargo, los investigadores afirman que es poco probable que el 8% restante, que se excluyó por ser tan raro que carecía de datos disponibles, tenga mucho impacto en la estimación general.

Sólo cuatro especies de aves pertenecían a lo que los investigadores llaman ‘el club de los mil millones’: especies con una población mundial estimada de más de mil millones. El gorrión común (1.600 millones) encabeza este exclusivo grupo, que también incluye al estornino europeo (1.300 millones), la gaviota de pico anillado (1.200 millones) y la golondrina común (1.100 millones).

«Resulta sorprendente que sólo unas pocas especies dominen el número total de aves individuales en el mundo –afirma el doctor Callaghan, que ahora trabaja en el Centro Alemán de Investigación Integradora de la Biodiversidad (iDiv) Halle-Jena-Leipzig–. ¿Qué tienen esas especies, evolutivamente, que las ha hecho tan hipersexitosas?», se pregunta.

Pero mientras algunas poblaciones de aves prosperan, muchas otras parecen mucho más escasas: alrededor del 12% de las especies de aves incluidas en el estudio tienen una población global estimada de menos de 5.000 ejemplares. Entre ellas se encuentran especies como el charrán crestado chino, el mirlo acuático y el rascón invisible.

«Podremos saber cómo les va a estas especies repitiendo el estudio dentro de cinco o diez años –dice el profesor Cornwell–. Si el número de sus poblaciones disminuye, podría ser una verdadera señal de alarma para la salud de nuestro ecosistema».

El estudio ha sido posible gracias a la ayuda de más de 600.000 científicos ciudadanos que contribuyeron con sus avistamientos al conjunto de datos de eBird entre 2010 y 2019, y el Laboratorio de Ornitología de Cornell, que gestiona el sitio eBird, ha puesto los datos a disposición del público de forma gratuita.

«Las grandes bases de datos globales de ciencia ciudadana, como eBird, están revolucionando nuestra capacidad de estudiar la macroecología –afirma–. Este tipo de datos simplemente no estaba disponible hace una década».

Pero, aunque el equipo de investigación confía en sus estimaciones, reconoce que es inevitable cierto grado de incertidumbre cuando se trabaja con grandes conjuntos de datos como éste. Por ejemplo, las personas que documentan los avistamientos pueden ser más propensas a buscar especies raras, o una especie puede ser tan rara que simplemente no hay suficientes datos.

«Cuando se hacen estimaciones a nivel mundial es necesario tener un margen de incertidumbre –afirma el profesor Shinichi Nakagawa, ecólogo y estadístico de la UNSW Science y coautor del artículo–. Nuestros hallazgos, aunque toscos en algunas áreas, representan los mejores datos disponibles que tenemos actualmente para muchas especies».

Continuamente se añaden nuevos datos a eBird, tanto de registros pasados como de avistamientos actuales. El equipo de investigación tiene previsto repetir su análisis a medida que se disponga de más datos.

«Tendremos que repetir y perfeccionar este esfuerzo para vigilar realmente la biodiversidad, sobre todo a medida que los cambios provocados por el hombre en el mundo continúan y se intensifican», adelanta Callaghan.

La observación de aves es una afición popular que se remonta a finales del siglo XVIII. La creciente popularidad de las aplicaciones y sitios web de los científicos ciudadanos ha convertido la observación de aves en una forma accesible de comprometerse con la ciencia.

Fuente: europapress.es