El “pequeño” secreto de la rata inmune al dolor
La rata topo desnuda (Heterocephalus glaber) es una roedor bastante singular. Para empezar no tiene pelo, ni falta que le hace, porque vive, como se deduce de su nombre, en túneles subterráneos que excava en las sabanas del este de África (Etiopía, Somalia y Kenia), en un ambiente bastante «caldeado», en la oscuridad y con poca concentración de oxígeno.
Como las abejas, en sus colonias hay una reina, la única hembra fértil, uno de los pocos casos en que ocurre esto en los mamíferos (eusociales). Como toda reina que se precie, tiene sus privilegios. Para empezar, dispone de vértebras especializadas en la parte inferior de la espina dorsal que se alargan tras su primera o segunda gestación hasta alcanzar un tercio más de longitud que las demás hembras.
Además, sólo ella tiene el privilegio de reproducirse en la comunidad, que suele estar formada un número que varía entre 20 y 300 individuos, tanto machos como hembras. La mayoría de ellos, por designio real se convierten en trabajadores, cuya misión es excavar túneles y buscar comida. Unos pocos están al servicio personal de la reina y su progenie. Y otro grupo son soldados que defienden la red de túneles de los ataques de serpientes, zorros, águilas o búhos.
La reina escoge cuidadosamente a los padres de su prole: hasta tres machos reproductores, que suelen ser los más grandes y viejos de la colonia. Y lo de viejos no es un decir. Vivir bajo tierra y en grupo en el que hay individuos especializados en la vigilancia, les permite estar protegidos y conseguir lo que en la superficie es bastante improbable para animales tan pequeños: vivir hasta los 30 años y en algunos casos superarlos.
Y lo más importante, no parecen sufrir los achaques que aparecen al cumplir años, al menos en nuestra especie, ni siquiera a la hora de reproducirse. Pero estas no son sus únicas «virtudes». También parecen ser resistentes al cáncer, una patología asociada generalmente al envejecimiento.
Por si todo lo anterior fuera poco, también son inmunes a cierto tipo de dolor. No es extraño que los científicos se hayan fijado la «superrata topo» para tratar de descifrar sus muchos secretos relacionados con la salud.
Investigadores del centro Max-Delbruck de Medicina Molecular de Berlín, creen haber averiguado por qué estos roedores son resistentes al dolor. Su trabajo se publica en la revista Cell Reports.
Haciendo honor al nombre del centro en el que trabajan, los investigadores han descifrado el mecanismo molecular que impide que el cerebro de estos animales se entere de que están mordisqueando una guindilla o que se han sumergido en agua demasiado caliente con una quemadura en la piel… Algo que para la mayoría de los mortales serían experiencias sumamente desagradables o hiperalgesias.
«Creemos que la evolución ha seleccionado para esto un truco muy sutil que consisten en hacer que la señal del dolor se vuelva parcialmente no funcional, pero no totalmente, sino solo suficiente para que no se convierta en un peligro para el animal», explica el autor principal Gary R. Lewin.
Habitualmente, en respuesta a las altas temperaturas y la inflamación, una molécula llamada factor de crecimiento nervioso (NGF, por sus siglas en inglés) inicia una cascada de señales en las neuronas sensoriales que permiten al cerebro registrar el dolor.
Mediante una docena de experimentos cuidadosamente diseñados, Lewin y sus colegas encontraron que lo que diferencia a la rata topo desnuda de otros animales a la hora de sentir el dolor es un pequeño cambio en la primera etapa de esa cadena de alerta, que comienza en un canal celular llamado TRPV1 .
Para averiguarlo intercambiaron estos canales o compuertas, entre las células de ratón y rata topo. Y después de muchas pruebas y comprobaciones que incluyeron a otros 26 mamíferos, dieron con una especie de interruptor, que la rata topo tenía modificado. La «sutil» modificación consistía en el cambio de uno de los tres aminoácidos que dan forma a una parte de la molecula TrkA, un receptor que interviene en la cadena de sensibilización al dolor.
«A pesar de que la versión del receptor TrkA de la rata topo desnuda es casi idéntica a la de un ratón o una rata, ese pequeño cambio tiene un efecto muy importante sobre la capacidad del animal para sentir dolor», explica Lewin. Ese pequeño cambio en el receptor TrkA de la rata topo desnuda no le hace disfuncional, sino solo hipo-funcional. De hecho, la rata topo desnuda puede responder al dolor, pero a intensidades diez veces superior a lo normal.
Este trabajo ha encontrado que las ratas topo desnudas nacen con más o menos con la misma sensibilidad al dolor que los ratones recién nacidos, pero la van perdiendo en la edad adulta, y el motivo está en que los «sensores del dolor» se reducen a la tercera parte, en comparación con cualquier otro mamífero.
«La evolución puede haber seleccionado un receptor TrkA que funciona lo suficientemente bien como para que los animales se desarrollen durante el proceso embrionario, pero deja los adultos con un menor número de receptores nerviosos y parcialmente libre de dolor».
Esta característica, sentir menos el dolor, es muy útil en la vida de las ratas topo desnudas: «La pérdida de la hiperalgesia térmica podría ayudarlas a sobrevivir en sus concurridas colonias subterráneas, con muchos individuos, donde el contacto cercano puede ser incómodamente caliente y la hiperalgesia térmica puede no ser útil en un entorno tan cálido».
Es posible que la pérdida de receptores sensoriales en la edad adulta puede ayudar a los animales a conservar energía, razonan los investigadores. Y es que estos peculiares roedores viven en las regiones desérticas bajo tierra, y tienen que trabajar duro para conseguir su comida. Por eso su tasa metabólica es más baja que la de cualquier mamífero. «La evolución ha inactivado todo lo que no sea absolutamente necesario para sobrevivir, incluyendo los receptores nerviosos adicionales».
Aunque estos roedores probablemente nunca van a ganar un concurso de belleza, las ratas topo desnudas fueron elegidas en 2013 por la revista Science como vertebrado del año, precisamente porque dos estudios de habían encontrado pistas sobre por qué estos la rata topo desnuda pueden vivir 30 años libre de cáncer.
Fuente: abc.es