El calentamiento afecta la banquisa ártica y en consecuencia, al oso polar
El oso polar, un animal majestuoso pero hambriento y en riesgo de extinción, depende de algo que se derrite en nuestro planeta cada vez más caliente: la banquisa, o hielo marino.
En el Ártico rudo e implacable —donde el frío intenso es un modo de vida y, más aún, una necesidad— se destaca el oso polar, pero el hábitat donde caza y se alimenta desaparece bajo sus patas cada verano.
«Desde hace cientos de años la gente venera esta especie», dijo el investigador Steve Amstrup, científico jefe de la organización Polar Bear International. «El oso polar tiene algo especial».
El oso polar figura como «amenazado» en la lista de especies en peligro. Los científicos dicen que el oso polar es «el canario en la criósfera»: la señal de alerta máxima en el planeta. Sobre los gobernantes del mundo reunidos en Glasgow, Escocia, para discutir la manera de combatir el cambio climático pende la sombra del oso polar.
La actual titular del Programa Ambiental de las Naciones Unidas, Inger Andersen, dirigió antes la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una organización que vigila y clasifica las especies en peligro. Ella se preguntó: «¿Realmente queremos ser la generación que presenció cómo un animal tan majestuoso como el oso polar perdió la capacidad de sobrevivir?».
El estado del hielo marino
La banquisa, o hielo marino ártico —agua de mar congelada—, se reduce durante el verano y vuelve a formarse durante el invierno. El grado de reducción es la muestra del calentamiento global, dicen los científicos. Cuanto más se reduce durante el verano, más adelgaza, porque el verano de primer año es el más débil.
Julienne Stroeve, investigadora de la Universidad de Montana, dice que los veranos sin banquisa son inevitables. Muchos expertos coinciden con ella.
El excientífico jefe de la NASA Walled Abdalati, ahora investigador ambiental de la Universidad de Colorado, es uno de ellos.
«Es algo que la civilización humana no ha conocido», dijo Abdalati. «Es como golpear el sistema climático con una enorme maza hasta abrir un agujero enorme».
El calentamiento de los océanos y el aire ya es un hecho, como un tren de carga en movimiento. Pase lo que pase, la Tierra pronto verá un verano con menos de 1 millón de kilómetros de hielo marino desparramado en trozos diminutos a través del Ártico.
La gran pregunta es cuándo el Ártico «se parecerá a un océano azul», dijo Mark Serreze, director del National Snow and Ice Data Center (Centro Nacional de la Nieve y el Hielo).
La respuesta es, tal vez en la década de 2030, probablemente en la de 2040 y seguramente en la de 2050, dicen los expertos.
El Ártico se está calentando al doble de velocidad que el resto del mundo. En algunas temporadas ha sido el triple de rápido que el resto del globo, dijo el científico John Walsh, de la Universidad de Alaska en Fairbanks.
Esto se debe a la llamada «amplificación polar». El hielo blanco del Ártico refleja el calor. Al derretirse, el mar oscuro absorbe mucho más calor, lo que calienta los océanos con mayor rapidez.
La situación del oso polar
Hay 19 subpoblaciones de osos polares en el Ártico. Cada una tiene sus propias características. Algunas están realmente amenazadas, en particular las más australes, mientras que otras son poco menos que estables, pero su supervivencia en cada lugar está estrechamente ligada con el hielo marino.
Menos hielo marino significa concretamente menos osos polares.
Durante el verano, los osos polares salen al hielo a cazar, comer y engordar para poder soportar el invierno. Prefieren las zonas cubiertas de hielo en más de la mitad de su extensión porque son las más productivas para la caza, dijo Amstrup. Cuanto mayor es la extensión del hielo más pueden desplazarse y comer.
Hace apenas 30 o 40 años los osos contaban con una alacena repleta de focas y morsas sobre el hielo.
En la década de 1980, «los machos eran enormes, las hembras reproducían regularmente y los cachorros sobrevivían bien», dijo Amstrup. «La población lucía bien».
Con la pérdida de hielo, a los osos no les va tan bien, dijo Amstrup. Un indicio es que muchos cachorros mueren antes del primer año de vida.
Los osos polares son mamíferos terrestres que se han adaptado al mar. Los animales que comen —principalmente focas y morsas— son acuáticos.
La caza más productiva es en aguas poco profundas, cerca de tierra.
«Cuando el hielo marino está presente en esas aguas cerca de la orilla, los osos polares pueden hacer su agosto», dijo Amstrup.
Pero en veranos recientes el hielo marino ha retrocedido lejos de la costa. Esto los obliga a flotar sobre el hielo hasta aguas profundas —a veces de hasta 1.500 metros de profundidad— donde no hallan sus presas.
El futuro
En momentos en que los gobernantes del mundo están reunidos en Escocia para buscar la manera de contener el cambio climático, los científicos que vigilan el hielo marino y los osos polares saben que el calentamiento está en marcha.
Si los negociadores tienen éxito y todo resulta bien, es posible que el mundo vuelva a ver una cantidad significativa de hielo marino en el Ártico durante el verano hacia fines de este siglo y en el XXII, dicen los expertos, pero hasta entonces, «esa puerta está cerrada», dijo Twila Moon, científica del Centro Nacional de la Nieve y el Hielo.
Por eso, las esperanzas también se derriten.
«Es casi imposible para nosotros ver un lugar donde no llegamos a un Ártico esencialmente libre de hielo, aunque podamos hacer todo lo necesario para lograr emisiones mucho más bajas» de gases que atrapan el calor, dijo Moon. «El hielo marino es una de esas cosas que vemos en niveles devastadoramente bajos. Ya estamos viendo cómo afecta a los osos polares».
Fuente: AP