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Detectan partículas radioactivas del accidente nuclear de Fuckushima en el vino de California

El eco del terremoto y posterior tsunami que sacudió la costa oriental de Japón en 2011 acaba de tener su último repiqueo al otro lado del Pacífico. Concretamente, en el norte de California. Allí, un grupo de físicos nucleares franceses del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) ha descubierto la existencia de partículas radioactivas en distintos tipos de vinos cosechados tras el desastre nuclear de hace siete años.

El estudio, que comprende el análisis de 18 botellas de vino rosado y cabernet sauvignon perteneciente a cosechas que abarcan del 2009 al 2012, ha utilizado una espectrometría de rayos gama que ha permitido detectar la existencia de Cesio-137, un isótopo radioactivo, en el vino embotellado tras el accidente. Los niveles de radiacción se duplican, además, en el caso del cabernet sauvignon.

En una entrevista concedida al The New York Times por uno de los responsables de la investigación, Michael Pravikoff, el científico destacó que el isótopo Cesio-137 no se puede encontrar de forma natural en el medio físico. De hecho, ha comentado que se trata de una partícula artificial creada por la “fisión nuclear en armas atómicas o en reactores”. El francés también explicó que el vino con Cesio-137 no existía antes de mediados del siglo XX, y que ciertos eventos nucleares han dejado “firmas únicas” en el tiempo y la proximidad de las uvas.

Tras el incidente nuclear de Japón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) explicó que la ingesta de Cesio-137 puede provocar un riesgo elevado de padecer cáncer. Sin embargo, también expuso que el nivel de material radiactivo de Fukushima presente en alimentos y bebidas de fuera de Japón es demasiado bajo como para que suponga un riesgo para la salud.

Por su parte, el Departamento de Salud Pública de California declaró el pasado viernes, 20 de julio, que no conoció la existencia del estudio hasta su publicación y que, a pesar de sus conclusiones, no existía “ningún riesgo para la salud y la seguridad de los ciudadanos de California”. De hecho, el propio Pravikoff dijo que los niveles de radiación hallados en las botellas de California eran tan bajos que, en algunos casos, los investigadores tuvieron que usar una técnica especial para medirlos: quemar el vino hasta convertirlo en cenizas. No obstante, en general, las pruebas se realizaron sin necesidad de abrir las botellas.

Fuente: elmundo.es