Científicos identificaron en el Cañón del Combeima la Pasiflora dulimae, en peligro crítico con solo siete ejemplares hallados
En las montañas del Cañón del Combeima se ocultaba una enredadera de tallos verdes, hojas en forma de abanico y frutos morados del tamaño de una canica. Hoy, bautizada como Pasiflora dulimae en honor al Nevado del Tolima, es reconocida como una especie nueva para la ciencia. El hallazgo viene acompañado de una alerta: apenas siete plantas han sido registradas en la zona.
Colombia es uno de los países con mayor riqueza en pasifloras: cuenta con más de 180 especies descritas, entre ellas frutos tan conocidos como el maracuyá, la granadilla o la curuba. Cerca de un tercio son endémicas, lo que convierte al país en un reservorio clave para la conservación de esta familia vegetal.
En este escenario, el Tolima aparece como un epicentro de diversidad. Allí, a más de 2.600 metros de altitud, un grupo de investigadores confirmó la existencia de P. dulimae, especie que solo crece en este rincón del planeta.
“Colombia es un país megadiverso y no necesitas ir a una selva primaria para encontrar algo nuevo para la ciencia. Esta planta estaba al borde de la carretera en el Cañón del Combeima”, expresó el ingeniero agrónomo John Ocampo Pérez, referente en el estudio de pasifloras y profesor de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.
El hallazgo se publicó en la revista internacional Phytotaxa, tras superar la revisión de expertos. En el artículo participaron Ocampo, el biólogo David Lozano Cifuentes, de la Universidad del Tolima, y los investigadores Boris Villanueva y Lina Corrales, del Jardín Botánico de Bogotá.
El nombre elegido, dulimae, rescata la palabra con que los pueblos pijao nombraban al Nevado del Tolima: “dul” significa nieve e “ima” abundancia. Un gesto que une ciencia y memoria cultural.
Una especie al borde de la desaparición
La nueva pasiflora está clasificada en “Peligro Crítico” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su área de ocupación no supera los 8 km² y no se encuentra en zonas protegidas como el Parque Nacional Natural Los Nevados.
“Para mitigar dicha situación es importante educar a las comunidades para que sepan que esta pasiflora es endémica y valiosa, y que si la encuentran no la destruyan. También necesitamos conservar su hábitat y tener copias de seguridad en jardines botánicos, por si se pierde en su ambiente natural”, indicó Ocampo, integrante del grupo de Investigación en Recursos Fitogenéticos Neotropicales (GIRFIN) de la UNAL.
El Jardín Botánico de Bogotá, con experiencia en conservación de colecciones vivas, será clave en este esfuerzo.
Retrato de una joya botánica
A diferencia de sus parientes cultivados, P. dulimae es discreta: tallos de hasta cinco metros, hojas obovadas con manchas brillantes, flores pequeñas de tonos verdes y púrpuras, y frutos diminutos de color morado. Florece entre junio y agosto, siguiendo el pulso de las lluvias en el Cañón del Combeima.
“El maracuyá o la granadilla no tienen esta combinación de hojas con nectarios visibles, coronas florales verdes y púrpuras, y frutos tan pequeños”, explica Ocampo.
El descubrimiento, resultado del año sabático del profesor, es también un aporte al conocimiento de la biodiversidad nacional. “Este es uno de los productos de mi sabático, un aporte concreto al conocimiento de la biodiversidad colombiana”, afirmó.
El hallazgo confirma que, aún en las carreteras y montañas del Tolima, la ciencia puede encontrar tesoros que dependen de la acción humana para no desaparecer.
Fuente: elolfato.com


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