Investigadores de Stanford registraron actividad celular en temperaturas extremas, un hallazgo que redefine los límites conocidos de la vida y sugiere ecosistemas ocultos bajo el hielo
Un equipo científico de la Universidad de Stanford descubrió que ciertas algas del hielo ártico pueden mantenerse activas y desplazarse incluso a -15 °C, la temperatura más baja jamás registrada para una célula eucariota en movimiento. El hallazgo, publicado en PNAS, cambia la percepción sobre los límites de la vida en ambientes extremos.
La investigación se llevó a cabo en el mar de Chukotka, entre Rusia y Alaska, donde los científicos extrajeron núcleos de hielo para estudiar las microalgas que habitan en los canales de salmuera. Allí comprobaron que las diatomeas —algas unicelulares con paredes de sílice— no permanecen inactivas, sino que se deslizan secretando mucílago, un mecanismo que les permite moverse incluso a temperaturas bajo cero.
“Las diatomeas son tan activas como podemos imaginar hasta que las temperaturas caen a -15 °C”, explicó el profesor Manu Prakash, coautor del estudio. El equipo observó que estas microalgas usan proteínas similares a las de los músculos humanos para desplazarse, lo que representa una adaptación evolutiva al ambiente polar.
El descubrimiento revela que los hielos del Ártico no son zonas biológicamente inertes, sino ecosistemas dinámicos donde los microorganismos juegan un papel esencial. Según los investigadores, estas algas podrían influir en la redistribución de nutrientes y en la formación de nuevas capas de hielo.
“El Ártico es blanco por arriba, pero verde por debajo”, expresó Prakash, destacando la importancia de conservar estos ecosistemas en riesgo por el cambio climático y la falta de apoyo a la investigación polar. “Cuando se pierden los ecosistemas, perdemos conocimiento sobre ramas enteras de nuestro árbol de la vida”, advirtió.
Fuente: radio3cadenapatagonia.com.ar
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