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Descubren 234 nuevas especies en el Gran Mekong

A más de 900 pies (275 m) sobre el nivel del mar, en las accidentadas montañas del norte de Vietnam, Luan Thanh se encontraba bajo el oscuro dosel del bosque tropical; la lámpara sobre su cabeza estaba descompuesta. Desesperado por continuar con su expedición, solicitó apoyo a dos ayudantes locales que se llevaron la lámpara a reparar. Cuando regresaron, trajeron un extraño regalo.

“Me entregaron una serpiente macho absolutamente impresionante”, recuerda Luan. “A primera vista, pensé que era una especie poco común”.

Como investigador y conservacionista familiarizado con la biodiversidad de la región, Luan se sorprendió de no poder identificar a la elegante y oscura criatura. Y con justa razón: resultó que se habían topado con una nueva especie aún no descrita por los científicos. La serpiente se conoce como Rhabdophis hmongorum, o H’mong keelback, llamada así en honor a los ayudantes que la encontraron, miembros del grupo étnico H’mong.

La serpiente fue una de las 234 especies descubiertas este año en la región del Gran Mekong, que se extiende a lo largo de Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia y Vietnam, famosa por su extraordinaria biodiversidad. Y este notable recuento es solo la punta del iceberg, ya que excluye animales invertebrados como arañas, babosas y mariposas, así como hongos, musgos y algas. Un nuevo informe de WWF revela estos hallazgos y la increíble biodiversidad de la región.

¿Cómo se descubren nuevas especies y qué podemos aprender de ellas?

Una nueva especie de begonia

El hecho de que los científicos no hayan descrito formalmente una especie no significa que sea desconocida para alguien. Las begonias, como la de alas angulares, son populares como plantas de ornato. Pero aún se están haciendo nuevos descubrimientos que pueden incorporarse en la literatura académica a través de diversos medios, a menudo con la ayuda de las comunidades locales que han vivido junto a estas especies durante milenios. Tal fue el caso de la Begonia kayinensis.

Un entusiasta local, C.S. Paing, publicó una foto de la planta en las redes sociales y llamó la atención de un equipo de investigación, incluyendo Mya Bhone Maw, una candidata a doctorado de Myanmar que trabaja con el Jardín Botánico Tropical de Xishuangbanna. Intrigados por las distintivas hojas de la planta, Mya y sus coautores colaboraron con M.K. Naing, un explorador local y administrador de Native Species Conservation and Identification en Myanmar, una iniciativa que documenta la biodiversidad del país a través de una comunidad de comprometidos investigadores locales e internacionales. Tres años después de esa primera fotografía, los científicos confirmaron que, en efecto, se trataba de una nueva especie.

“En mi experiencia, los entusiastas de la naturaleza local aportan conocimientos y entusiasmo invaluables que pueden contribuir en gran medida al descubrimiento de nuevas especies”, comenta Mya. “Por lo general están muy familiarizados con el entorno local y pueden acceder a zonas remotas o de difícil acceso que los investigadores profesionales tal vez no puedan visitar con regularidad”.

Un erizo vampiro

En la compleja tarea de documentar nuevas especies, la colaboración es clave. Las asociaciones entre investigadores, comunidades e instituciones pueden cubrir continentes e incluso generaciones. Tomemos como ejemplo el recientemente descrito Hylomys macarong, un erizo de pelaje suave con dientes parecidos a colmillos, lo cual inspiró su nombre científico, ya que «Ma ca rong» en vietnamita significa «vampiro». Esta especie fue fotografiada en estado silvestre por un equipo del Centro de Investigación Ruso Vietnamita en 2009. En total, coautores de seis países y coleccionistas que se remontan a la década de 1930 ayudaron a identificar esta especie. “Los especímenes que llevaron a la descripción del H. macaron habían estado almacenados en el Smithsonian desde la década de 1960”, señala Arlo Hinckley, investigador del Smithsonian, subrayando el valor de “explotar” las colecciones de los museos y el potencial de los avances genómicos para acelerar los descubrimientos.

Una víbora de foseta verde brillante

La Trimeresurus uetzi, una víbora de foseta descubierta en Myanmar, debe su descripción a la comparación de especímenes e investigaciones antiguas y recientes. Cuando el investigador y experto en serpientes Joseph Slowinski murió trágicamente por una mordedura de serpiente en 2001, durante una expedición en Myanmar, dejó atrás una importante colección. El investigador Gernot Vogel intervino para recopilar fotografías detalladas de especies vivas, superficialmente similares, analizar sus características y utilizar más análisis de ADN para realizar comparaciones cruzadas, examinando alrededor de 1,000 especies en total. «Estas colecciones son la memoria de la vida en nuestro planeta», menciona Vogel.

Un helecho submarino

El tiempo y la evolución de la tecnología pueden ayudar a los investigadores a encontrar nuevas especies que se esconden a simple vista. Lindasea kohkongensis, un helecho submarino que se encuentra en Camboya y Malasia fue descrito por Chun Hwang, del departamento de Biología de la Universidad Nacional de Jeongbuk, utilizando microscopios electrónicos para investigar los diminutos patrones y las venas de sus frondas y esporas que se asemejan a las plumas.

Una orquídea sin hojas

De vez en cuando, se encuentra una nueva especie en un lugar sorprendente, sin necesidad de viajar a los lugares más remotos. La Chiloschista quangdangii es una delicada orquídea sin hojas que fue recolectada por residentes locales en los bosques cerca de la aldea Lung Moui de Vietnam. Llevaban las plantas al mercado local, donde las ofrecían a la venta. Se sabe poco sobre el hábitat y la rareza de esta especie, pero la extensa colección de estas plantas con fines comerciales sugiere que es probable que ya esté en crítico peligro de extinción.

Un gecko con dedos de hojas

El gecko dedos de hoja de Muangfuang fue encontrado al pie de una montaña en Laos, cerca de un templo budista. Su pariente, el gecko dedos de hoja de Gialai, fue encontrado por investigadores que estaban estudiando los reptiles de la región en la misma época. Se encontraba en el suelo, entre las hojas, justo al lado de la carretera nacional. Los incendios arrasaban los alrededores, producto de la tala y quema para agricultura. Estas dos especies forman parte de un género que evolucionó por separado durante millones de años. Hoy, los mismos hábitats en los que evolucionaron para prosperar están siendo alterados drásticamente. Con la misma rapidez con la que se descubren, corren el riesgo de desaparecer.

Un tritón salamandra

Algunas especies descubiertas este año, como el tritón salamandra Tylotriton ngoclinhensis, probablemente en peligro de extinción, descubierto en una sola y elevada zona montañosa de la región central de Vietnam, ya cuentan con ayuda. La protección de las especies en sus hábitats naturales es siempre la máxima prioridad, pero este tritón salamandra cuenta con protección adicional ya que en Cologne Zoo y en la Estación de Biodiversidad Melinh en Vietnam se han criado 500 ejemplares de una especie similar. «Esto ayuda a ganar tiempo y a prevenir el proceso de extinción», menciona Thomas Ziegler, del Cologne Zoo. «Más adelante, si es necesario, se pueden reintroducir los animales a la naturaleza cuando se hayan solucionado los problemas. Literalmente, el arca tiene que regresar a tierra».

La crisis de la biodiversidad

En todo el planeta, las especies están disminuyendo a un ritmo alarmante. La región del Mekong es el núcleo de la zona Asia Pacífico, donde las poblaciones de vida silvestre monitoreadas han disminuido en un 60%. Pero también es donde viven dos tercios de la población mundial. A medida que las economías se desarrollan rápidamente y los impactos del cambio climático se aceleran, la presión sobre la naturaleza aumenta día a día, como la crisis de las trampas de lazo que está diezmando las poblaciones de vida silvestre en toda la región. Solo hay que observar el río Mekong, la arteria vital de la zona, para corroborarlo: se estima que el 19% de los peces del río Mekong están en vías de extinción.

¿Te imaginas un mundo donde las especies se extingan antes de tener la oportunidad de descubrirlas? Cuanto mejor comprendamos nuestro entorno natural, mejor podremos protegerlo.

Los científicos ciudadanos, las comunidades locales, las organizaciones de conservación, los gobiernos y las instituciones de investigación tienen un importante papel por desempeñar. Debemos trabajar juntos para descubrir y luego proteger rápidamente la extraordinaria, hermosa y vitalmente importante biodiversidad del Gran Mekong.

Fuente: worldwildlife.org

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