DestacadaMedio Ambiente

Congelarse y volver a la vida, una de las ocho cosas muy extrañas que puede hacer una rana

Congelarse y volver a la vida

Las ranas de la madera de Alaska pasan mucho más tiempo congeladas que el filete que conservamos en casa, pero se recuperan con mucho mejor aspecto. De esta manera tan gráfica describía un grupo de científicos la espectacular hazaña de esta especie de batracio. Durante seis meses, las ranas hibernan en el suelo cubierto de hojarasca a una temperatura que puede alcanzar incluso los 20ºC bajo cero. Gracias a un sistema llamado de «crioprotección», que mantiene el agua dentro de las células, los animales superan sin daños la congelación y vuelven a la vida en cuanto llega la primavera.

«Hacerlo» de otra manera

Las casi 7.000 especies de ranas y sapos de todo el mundo utilizan seis posiciones de apareamiento conocidas. Sin embargo, la rana nocturna de Bombay (Nyctibatrachus humayuni), endémica de la India, lo hace de otra manera: a horcajadas. El macho se tumba sobre la espalda de la hembra, apoyando sus patas sobre, por ejemplo, una rama. En ese momento, libera su esperma sobre la espalda de su compañera y se aleja. Ya en solitario, ella pone los huevos, que serán fertilizados por el esperma que gotea por su espalda. Por lo tanto, no hay contacto entre los sexos durante la puesta de los huevos y la fertilización.

Hablar por señas

Esta pequeña rana de torrente originaria de Brasil ha impresionando a los científicos por su sofisticada forma de comunicarse. Es capaz de utilizar una amplia variedad de señales visuales, chillidos y saludos con las patas, según una investigación llevada a cabo por la Universidad Estatal Paulista en Brasil. Durante el cortejo, los machos hacen señas con los dedos de las patas, las propias patas, los sacos vocales, la cabeza y el cuerpo, mientras que las hembras se hacen notar con las patas y los movimientos del cuerpo. Todo un repertorio para llamar la atención.

Comer dinosaurios

Cierto es que esta rana está extinta, pero por su increíble capacidad bien merece entrar en la lista. Un equipo internacional de científicos asegura que la rana gigante Beelzebufo (nombre que significa «rana del infierno») habría sido capaz de comer pequeños dinosaurios. El animal, provisto de poderosos dientes y mandíbulas, podía superar los 40 cm de longitud y pesar 4,5 kilos. Vivió hace unos 68 millones de años en Madagascar.

Brillar en la oscuridad

Hypsiboas punctatus es el primer anfibio que brilla en la oscuridad. La especie ya era conocida para la ciencia, pero no ha sido hasta hace poco que se ha descubierto su capacidad de fluorescencia. La rana vive en montañas, pantanos, marismas y bosques tropicales y subtropicales de varios países de Sudamérica, como Argentina, Bolivia, Brasil o Colombia.

Mostrar el corazón latiente

Este anfibio descubierto recientemente en Ecuador muestra su corazón latiente bajo el pecho. Llamado Hyalinobatrachium yaku, mide apenas 2 cm de longitud y también puede distinguirse por las manchas de color verde oscuro relativamente grandes de la parte posterior de su cabeza y su llamada característica. Su comportamiento reproductivo es bastante inusual. Los machos suelen realizar sus llamadas bajo las hojas y cuidan de los huevos.

Cambiar de color durante el sexo

Los machos de al menos 178 especies de ranas sufren un cambio temporal de color durante su época de cría. Estos «galanes» pasan la mayor parte del año con colores marrones o verdes que se camuflan discretamente con su entorno, pero asumen tonos vibrantes cuando llega el momento de aparearse. La mayoría adquiere un amarillo brillante. Esta transformación no tiene como objetivo atraer a una deslumbrada compañera, sino que actúa como una señal de advertencia para que otros machos se mantengan alejados o no les confundan con una potencial pareja.

Oír con la boca

Las ranas Gardiner de las islas Seychelles, una de las más pequeñas del mundo, no tienen oído medio ni tímpano. La lógica dice que deberían ser completamente sordas, pero la realidad es que son capaces de croar y escuchar el canto de otros congéneres. Para lograrlo emplean un increíble mecanismo: oyen con la boca. Resulta que la boca actúa como un resonador, o amplificador, para las frecuencias emitidas por esta especie.

Fuente: abc.es