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Confirmado: Los osos polares se están consumiendo

Los osos polares (Ursus maritimus) son criaturas hermosas y magníficas. Son animales capaces de vivir sobre el hielo del Ártico en uno de los climas más fríos de la Tierra. Una gruesa capa de piel aislante les protege del frío: su peludo “abrigo” blanco les camufla y, a la vez, su piel negra absorbe el poco calor que llega del Sol. Superan los 700 kilogramos de peso y son soberbios nadadores que pueden atravesar franjas de agua de cientos de kilómetros, probablemente también encaramándose a placas congeladas. Además, son muy astutos. Se alimentan de carroña o basura humana, pero sobre todo de focas, animales muy ricos en grasa. Aguardan en grietas donde estos escurridizos e inteligentes animales salen a respirar, o bien atacan a las que son más jóvenes e inexpertas. La vida en el frío norte es tan difícil, que no sorprende que las crías de oso polar necesiten 28 meses para aprender a sobrevivir.

Pero incluso los poderosos osos polares están claudicando ante la destrucción causada por el ser humano. El calentamiento global está haciendo retroceder el hielo del Ártico, y los osos tienen que nadar cada vez mayores distancias y tienen menos tiempo para cazar focas. Hace apenas dos meses unas desgarradoras imágenes de National Geographic mostraban un oso polar que parecía famélico, poco antes de morir. Ahora, un estudio publicado en Science ha demostrado que, en efecto, muchos osos se están consumiendo. Han observado que su tasa metabólica, el gasto de energía necesaria para vivir, es mayor de lo pensado, y que requiere más energía de la que están ingiriendo en la actualidad. El estudio, que ha analizado a estos animales durante la época en la que deben conseguir suficiente energía como para pasar el invierno, sugiere que los osos polares están a las puertas de una situación crítica.

“Hemos documentado caídas en la tasa de supervivencia de estos animales, un empeoramiento de su salud y un descenso de su población en la última década”, dice Anthony Pagano, primer autor del estudio, biólogo en la Universidad de California en Santa Cruz (EE.UU.). También forma parte del USGS, el Servicio Geológico de Estados Unidos, una institución que ha constatado la difícil situación que atraviesan los osos polares. “Este estudio identifica el mecanismo responsable de estas caídas”, dice Pagano.

Al margen del posible escepticismo sobre el calentamiento global, las cifras recogidas por estudios científicos hechos en el Ártico parecen bastante claras. Se ha calculado que la cantidad de hielo en el Ártico está cayendo a un ritmo de un 14 por ciento por década, y se ha constatado que esto disminuye el tiempo y el espacio que estos animales tienen para cazar. La población de estos animales era, al sur del mar de Beaufort, de 900 individuos en 2010, y se calcula que ha caído en un 40 por ciento en la última década. Estimaciones hechas en 2008 dicen que a mediados de este siglo, las dos terceras partes de la población de osos polares se habrá perdido.

¿Qué le está pasando los osos?

A pesar de este negro panorama, hasta ahora no había estudios que hubiesen analizado en profundidad lo que realmente le está ocurriendo a los osos, y si, efectivamente, están encontrando suficiente comida como para sobrevivir. Pero la investigación dirigida por Anthony Pagano ha estudiado directamente el gasto energético de estos animales.

Decirlo es más fácil que hacerlo. Por una parte midieron la tasa metabólica basal, el gasto energético en reposo, de un oso polar de zoo, “sencillamente” midiendo la cantidad de oxígeno que consumía con la respiración, en el interior de un habitáculo.

Por otro lado, midieron la tasa metabólica en el campo, el gasto de energía en el día a día, de nueve hembras de oso polar, en un período de ocho a 11 días y en tres años: en abril de 2014, de 2015 y de 2016. Como obviamente no se les podía poner una bombona de oxígeno para ver cúanto oxígeno consumían, usaron un método muy complejo: capturaron a estos animales durante un tiempo muy breve para inyectarles agua marcada con isótopos de hidrógeno y oxígeno. Días después, volvieron a capturarlos y midieron la presencia de estos isótopos en la orina y en la sangre. La relación entre las concentraciones de isótopos medidas permitió estimar la cantidad de dióxido de carbono producido en la respiración en ese tiempo y, por tanto, su tasa metabólica.

Además de todo esto, los investigadores les colocaron un collar con GPS para localizarlos, con cámaras para observar su comportamiento y con acelerómetros para medir cuánto se movían. Curiosamente, como los osos machos tienen el cuello más grueso, no pudieron participar en el estudio, porque los collares se hubieran caído, tal como explica a ABC Anthony Pagano.
Cazadores que dependen de las focas

Los resultados sugieren que bajo la gruesa piel negra de los osos polares hay una auténtica bomba metabólica. Han constatado que su gasto energético en el campo (el del día a día) es un 50 por ciento mayor de lo pensado, y que no pueden reducir esta actividad cuando no tienen suerte con las presas. Además, su tasa metabólica basal (en reposo) también es relativamente elevada. “Estos resultados subrayan que los osos polares han evolucionado como cazadores, particularmente de presas ricas en grasas”, escribe en un artículo de “Perspectivas” en Science John P. Whiteman. Lo que refuerza, en otras palabras, “su dependencia al acceso a focas”, en palabras de Pagano.

Dado que ahora queda claro que los osos polares dependen por entero de las focas para sobrevivir, también queda claro que el calentamiento global y el retroceso de los hielos tienen un impacto directo sobre ellos porque les dificultan poder cazarlas.

Un futuro desolador

Los datos recogidos por el estudio dicen que cuatro de los nueve osos perdieron un 10 por ciento de su masa corporal en un período de ocho a 11 días, lo que equivale a una pérdida de un uno por ciento de su masa al día (lo que ronda los dos kilogramos, por término medio), en una época, abril, en la que deben comer focas suficientes como para engordar un kilogramo al día y así luego pasar el difícil invierno. De hecho, los investigadores han calculado que una hembra de oso polar debería comerse una foca adulta, tres juveniles o 19 recién nacidas cada 10 o 12 días solo para mantenerse estable.

Teniendo en cuenta estas observaciones y otros muchos estudios hechos en el Ártico, los autores concluyen que: “una proporción cada vez mayor de osos no es capaz de cubrir sus demandas energéticas. Nuestros resultados indican que futuros incrementos en la actividad y el movimiento de estos animales, a causa de la fragmentación del hielo marino, incrementarán aún más su demanda de energía”.

Por ahora se sabe poco sobre las necesidades energéticas de estos animales en el verano, el invierno o durante la lactancia. John P. Whiteman escribe que es necesario seguir monitorizando lo que ocurre en los osos para entender cómo les está afectando el cambio climático, pero que, finalmente, “la pérdida de hielos, si no disminuye, llevará a la extinción de los osos polares en el medio salvaje”. Probablemente, y si el hombre no lo impide, la imagen de los osos polares sobre el hielo será un recuerdo de un mundo desaparecido y el anuncio de uno nuevo donde la naturaleza estará profundamente debilitada y empobrecida y quizás no pueda mantener al hombre.

Fuente: abc / agencias