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Violencia y discriminación bloquean la prevención y atención a consumidores de fentanilo: Said Slim Pasaran

Alberto Segovia sostuvo que se debe “reconocer que cada vida es valiosa, que cada individuo tiene el derecho a ser tratado con dignidad y respeto, independientemente de sus decisiones de consumo de sustancia”

La doctora María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional, coordinó el conversatorio Situación actual del consumo de fentanilo en México: nuevos desafíos en la investigación, atención comunitaria y políticas de salud, en el que se discutió el impacto en la salud de uno de los opioides más potentes y adictivos del mundo y se reflexionó sobre la respuesta comunitaria de la sociedad civil en la frontera norte de México.

De acuerdo con la psicóloga mexicana, “se pensaba que la adicción era una falla moral, un problema social y no necesariamente un problema de salud. Durante mucho tiempo pensamos que el mejor tratamiento era la abstinencia completa, pero ahora sabemos que la recaída forma parte de la enfermedad y del proceso. Lo que se busca, más que la abstinencia, es lograr que las recaídas sean menos frecuentes, menos graves y duraderas, para que los pacientes puedan recuperar su vida”.

Explicó que actualmente la atención de los consumidores se encuentra en manos de la asociación civil, por lo que se requieren recursos para cumplir con esa responsabilidad. Aunque “se ha mejorado la atención dentro de los hospitales y centros de salud, todavía está por debajo de lo que se necesita”. Por eso se debe voltear a ver a la comunidad, porque así los pacientes llegan a los tratamientos. “Necesitamos un tratamiento integral que nos permita atender todas las necesidades de las poblaciones”.

“Las investigaciones demuestran que las opciones de tratamiento flexibles pueden salvar muchas vidas, es decir, una persona puede no estar lista para dejar de un día a otro las drogas, pero si está lista para hacerlo paulatinamente, o puede mantener unas (sustancias) y dejar otras más graves, lo que le va a permitir mejorar su calidad de vida y disminuir la mortalidad prevenible”. La colegiada enfatizó que la psicoterapia, las condiciones del medio ambiente en el que viven las personas como las insalubres, la violencia, la pobreza, la discriminación y otras enfermedades tienen que atenderse al mismo tiempo, porque el tratamiento no sirve, si no se modifica el entorno.

Con relación al dolor crónico causado por el fentanilo, Medina-Mora explicó que las infecciones recurrentes, las ulceraciones crónicas y la isquemia tisular pueden generar dolor neuropático y nociceptivo persistente, exacerbado por la destrucción de los nervios periféricos y la inflamación constante. “No reconocer el tratamiento del dolor aumenta el sufrimiento físico y afecta la calidad de vida, por lo que los pacientes recaen por falta del mismo tratamiento”.

Lo anterior crea un círculo vicioso en el que el dolor crónico puede motivar un mayor consumo de drogas para aliviar síntomas y potenciar el malestar. Al responder a la pregunta ¿Qué significa recibir tratamiento y mantenerse en recuperación?, la colegiada explicó que, en Estados Unidos, sólo 13% de las personas con trastornos por uso de sustancias reciben tratamiento y sólo 11% de las personas con TU-opio reciben al menos uno de los tres medicamentos que les permitirían dejar el uso de drogas, Metadona, Buprenorfina y Naltrexona.

Medina-Mora hizo hincapié en las políticas de cuidado que abarcan aquellas acciones públicas referidas a la organización social y económica del trabajo destinado a garantizar el bienestar físico y emocional cotidiano de las personas con algún nivel de dependencia. “Estas políticas consideran tanto a los destinatarios del cuidado, como a las personas proveedoras, e incluyen medidas destinadas a garantizar el acceso a servicios, tiempo y recursos para cuidar y ser cuidado”.

Fentanilo y sus impactos

Por su parte Clara Fleiz, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, detalló que el fentanilo ingresó en la frontera norte de México casi de manera silenciosa, cambiando la vida de las personas que consumen sustancias psicoactivas. Recordó que existen dos tipos de fentanilo, el primero, es de uso médico, que funciona como un anestésico de acción rápida y un analgésico para dolores intensos en cirugías y traumatismos. Va directo a los receptores del cerebro que controlan el dolor y es un medicamento seguro y eficaz.

El segundo, es el fentanilo como droga, que se fabrica en laboratorios clandestinos sin ningún control de calidad y su producción es relativamente sencilla. “Se mezcla con facilidad en otras sustancias: heroína, cocaína y metanfetaminas. El fentanilo las vuelve más potentes y el efecto es más rápido. Los efectos son euforizantes, relajación y bienestar. Además, el fentanilo como droga es sumamente adictivo y su distribución ilícita se da en las calles, por lo que es el responsable de las muertes por sobredosis”.

Expuso que la droga fentanilo se vende en polvo, pastillas y su forma de administración puede ser inyectada, fumada, tomada. Al responder a la pregunta ¿Cuáles son los impactos del fentanilo en la salud física y emocional?, la investigadora, que actualmente coordina un estudio en el norte del país sobre opioides y estimulantes tipo metanfetamínico, aseguró que, en sobredosis, el fentanilo tiene un alto grado de letalidad, dos miligramos pueden ser suficientes para ocasionar una muerte.

Además, con la sobredosis, la respiración se puede hacer muy lenta o detenerse; se pueden producir lesiones en la piel de las personas que utilizan fentanilo por vía inyectada; y se genera un impacto en la salud mental como ansiedad, malestar depresivo, conducta suicida y traumas. “Un reto es hacer investigación con incidencia social, así como investigación con activismo. Se requiere el diagnóstico, pero el diagnóstico lo requerimos para transformar las políticas de salud y sociales de nuestras comunidades”, concluyó Fleiz.

Modelo de reducción de daños Prevencasa

Por su parte, Luis Alberto Segovia, director de Prevencasa, se refirió al consumo de fentanilo como una de las principales preocupaciones en la salud pública, debido a su alta potencia y su creciente disponibilidad en el mercado de drogas ilícitas. “En una base comunitaria de reducción de daños, como en Prevencasa, es importante tener un panorama claro sobre el impacto del fentanilo en la comunidad”.

Explicó que la reducción de daños se enfoca en la persona, no sólo en la sustancia. “Es una filosofía de cuidado, de entender que la salud es más que la ausencia de enfermedad, que es bienestar, dignidad y la capacidad de tomar decisiones informadas”.

En palabras del experto, las intervenciones de reducción de daños en esta materia consisten en ofrecer información clara y veraz sobre los riesgos y las formas de minimizar
esos riesgos. La información debe ofrecer lo siguiente: el acceso a insumos para consumo seguro; el tratamiento de sustitución de opioides; la Naloxona para revertir sobredosis; el acceso a salud, agua, alimentación, educación para prevención; y la creación de espacios seguros donde las personas puedan recibir apoyo sin miedo al estigma o a la criminalización.

Agregó que la reducción de daños también consiste en reconocer que cada vida es valiosa, que cada individuo tiene el derecho de ser tratado con dignidad y respeto, independientemente de sus decisiones de consumo de sustancia.

En el conversatorio, Segovia compartió el modelo de atención integral que utiliza la organización de la sociedad civil Prevencasa que consiste en el acceso a materiales estériles para un consumo seguro; una clínica de curaciones; la atención médica, psicológica, nutricional y rehabilitación física; el acceso a Naloxona y atención de sobredosis; agua potable; regaderas y ropa limpia; zonas seguras de prevención y consumo supervisado tanto inyectables como inhalables; testeo de sustancias; talleres informativos sobre fentanilo y otras sustancias; espacios para la recreación (viernes de cine; y la investigación y monitoreo sobre las dinámicas de consumo.

“La reducción de daños se basa en el principio del respeto a los derechos humanos. Es reconocer que, al reducir los riesgos asociados con el consumo, podemos salvar vidas. No sólo salvar vidas en un sentido físico, sino también en un sentido emocional y social. Podemos salvar la dignidad, la esperanza y la oportunidad de una mejor calidad de vida”, concluyó el especialista.

¿Cómo entendemos el consumo de drogas?

Al tomar la palabra, Said Slim Pasaran, coordinador de Integración Social Verter A.C, comentó que el consumo de drogas es un problema con efectos negativos en el ámbito de la salud individual y comunitaria; y son las condiciones económicas, políticas y sociales las que impactan en el consumo problemático de estas sustancias.

“México mantiene una política de drogas fundamentada en estigmatización y discriminación hacia las personas que las consumen, priorizando acciones de seguridad, como los decomisos de sustancias psicoactivas ilegales, en vez de la promoción de intervenciones eficaces de salud pública, como la reducción de daños”.

Detalló que la Política Nacional de Drogas del Gobierno Federal ha detenido iniciativas para la regularización de la marihuana y la reclasificación de la naloxona. “Urgen procesos de sensibilización para actores clave, incluyendo a las personas que consumen drogas, en relación con los derechos humanos. Además, es necesario implementar campañas oficiales basadas en el acceso a la información, respaldadas por evidencia científica y dirigidas a diversas poblaciones, con un enfoque juvenil y de diversidad sexual y ética de género”.

También, es imperativo eliminar prácticas violatorias de los derechos humanos gubernamentales ejercidas como los tratamientos involuntarios en los centros de rehabilitación privados, enfatizó el especialista. Explicó que las personas que consumen (fentanilo) enfrentan varios tipos de violencias y discriminaciones que impiden la prevención y la atención del consumo de sustancias psicoactivas.

En las calles de Mexicali, por ejemplo, el uso más común de drogas inyectadas son la heroína y el cristal, la gran mayoría viven en situación de calle, tienen empleos informales, tienen problemas de salud mental y viven en condiciones desfavorables. “Por cada diez personas con esta adicción, ocho son hombres”.

Recordó que las acciones que inciden en Políticas Públicas, consisten en establecer estrategias de comunicación para posicionar temas claves; gestionar la participación de la sociedad civil y de la comunidad en espacios de discusión y de toma de decisión; fomentar la discusión del impacto a nivel estructural, como participar en congresos nacionales e internacionales y publicando resultados del programa en espacios de divulgación científica; y posicionar la información respaldada por evidencia científica entre los tomadores de decisiones y en la comunidad afectada por la políticas de drogas”.

Fuente: El Colegio Nacional