Silvio Zavala, de los prominentes historiadores de México en el siglo XX: Javier Garciadiego
“No hay trabajo suyo, en su oceánica obra, que no me sorprenda y enriquezca”, a decir de Rodrigo Martínez Baracs
En la primera sesión del homenaje a don Silvio Zavala, destacado integrante de El Colegio Nacional, a diez años de su fallecimiento, el historiador Javier Garciadiego lo definió como uno de los historiadores más prominentes de México en el siglo XX y como uno de los miembros más destacados tanto de El Colegio Nacional como de la Academia Mexicana de la Historia.
Durante la mesa redonda, transmitida a través de las redes sociales de El Colegio Nacional, María Eugenia Zavala y Castelo, hija del historiador, recordó que su padre nunca quiso escribir una autobiografía, convencido de que esa tarea correspondía a los historiadores, no a él. Sin embargo, señaló que existen numerosos libros publicados sobre su correspondencia, además de referencias en las que el propio Zavala abordó eventos que marcaron su vida, como la Revolución Mexicana y la Guerra Civil Española.
“Uno de los puntos de inflexión en su vida ocurrió durante la Revolución de 1910, cuando su familia —su madre, su padre y su hermana mayor— tuvo que emigrar a Nueva Orleans. Mi padre era muy pequeño, tenía solo un año porque nació en 1909, pero siempre hablaba del impacto que tuvo esa experiencia. Decía que, nacido en Mérida, una ‘ciudad pequeña y colonial’, vio por primera vez otros lugares. Un episodio que lo marcó profundamente fue la muerte de su hermana Margarita por difteria durante el viaje; tuvieron que arrojar su cuerpo al mar, lo cual dejó una huella profunda en él”.
María Eugenia Zavala compartió también un breve recorrido visual por la vida de su padre, mostrando fotografías significativas, como una de 1922, cuando don Silvio tenía 13 años y se encontraba en la Hacienda de Santa María Acú, propiedad de la familia materna. “En Mérida nacieron varios de sus hermanos; eran cuatro en total, incluida la hermanita que falleció durante el viaje”.
“En algunos cuadernos encontrados se describe la vida de un adolescente en Mérida, donde el calor los llevaba a realizar travesuras. Hay fotografías donde aparece subido a una ventana o nadando en las piletas de las casas vecinas. Eran recuerdos que claramente lo divertían”.
Otra fotografía relevante muestra a don Silvio a los 19 años, con su cartilla de estudiante de la UNAM. María Eugenia explicó que, tras estudiar en el Instituto Literario y en la Universidad del Sureste —que cerró poco después—, Zavala ingresó a la UNAM y en 1931 viajó a España como becario. Dos años más tarde obtuvo su doctorado en Derecho a los 24 años y colaboró en la sección Hispanoamericana del Centro de Estudios Históricos de Madrid hasta 1936. Ese mismo año, tuvo que regresar a México debido al estallido de la Guerra Civil Española, un evento que marcó profundamente su vida y obra.
“En 1937, siendo secretario del Museo Nacional, concedió una entrevista donde reflexionó sobre la labor del historiador. Al regresar a México, estaba decidido a profesionalizar la disciplina histórica, contribuyendo activamente al desarrollo de la historiografía en el país”, destacó María Eugenia.
En 1996, en una entrevista publicada por el Diario de Yucatán, Zavala dejó instrucciones sobre el manejo de sus archivos personales. “En ese texto menciona cómo acumuló una vasta cantidad de documentos y libros a lo largo de su carrera. Esa tarea me llevó casi una década después de su fallecimiento, pero ya está concluida”, explicó María Eugenia.
De esa reflexión surgió uno de los conceptos que don Silvio consideraba centrales en su obra: “las relaciones entre un historiador y el tiempo”. Según él, era fundamental distinguir entre el tiempo personal, el tiempo social —marcado por eventos como la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial— y el tiempo histórico, que sirve como objeto de estudio en las obras historiográficas.
Esta perspectiva está recopilada en el libro Biografía de Silvio Zavala, publicado por El Colegio Nacional, que abarca su vida hasta 1993. Años después, en 1996, Zavala donó cerca de 10 mil documentos al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los cuales están resguardados en el archivo histórico de la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología. Sus libros, en cambio, fueron entregados al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
“Tras su fallecimiento, la colección en el INAH aumentó a 12 mil 215 documentos. En 2023, doné un pequeño fondo a la Academia Mexicana de la Historia, compuesto por primeras ediciones y libros con dedicatorias. Durante esa búsqueda encontré una carta de François Chevalier, escrita cuando mi padre cumplió 99 años. En ella, el historiador francés, cinco años menor que mi padre, destacaba cómo su obra seguía innovando al integrar conceptos de etnohistoria mundial que trascendían lo económico y social para incluir lo sociocultural, religioso y político”, concluyó la investigadora de El Colegio de México.
Su relación con la historia
Rodrigo Martínez Baracs abordó el tema “Hernán Cortés en la obra de Silvio Zavala” y, antes de adentrarse en ello, recordó su primer encuentro con el historiador. Ocurrió en 1971, cuando Martínez tenía 17 años y su padre, José Luis Martínez, lo presentó a Zavala en París durante una comida en la embajada. Más tarde, descubriría los escritos de Zavala sobre Vasco de Quiroga, el liberalismo cristiano español y los tomos dedicados al servicio personal de los indígenas en la Nueva España, textos que, según sus palabras, leyó “con deleite y provecho”. Destacó: “No hay trabajo suyo, en su vasta obra, que no me sorprenda y enriquezca”.
En 1933, Silvio Zavala obtuvo su doctorado con una tesis titulada Los intereses particulares en la conquista de la Nueva España, notable por su brevedad —apenas unas 100 páginas—. En esta, Zavala estudió las expediciones de descubrimiento y conquista de México, como las de Francisco Hernández de Córdoba (1517), Juan de Grijalva (1518) y Hernán Cortés (1519), centrándose especialmente en el conflicto legal entre este último y Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador de Cuba y promotor inicial de la expedición de Cortés.
“La tesis plantea que las expediciones de conquista no fueron financiadas ni decididas por la corona, sino por particulares que invertían sus recursos y arriesgaban sus vidas no a cambio de un sueldo, sino con la expectativa de obtener ganancias. Este modelo, normado por la corona en un marco político y jurídico, tuvo profundas repercusiones en la organización de la sociedad novohispana, marcando las dinámicas de premios y mercedes”, explicó Martínez Baracs.
El historiador resaltó que esta idea central tuvo su origen en la lectura que Zavala hizo de La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, cuyo primer capítulo relata cómo la iniciativa para el descubrimiento de México surgió de un grupo de colonos españoles pobres y desesperados en Cuba, motivados por la posibilidad de hallar tierras ricas al oeste de la isla, más que de un plan directo de la corona.
Zavala también valoró la importancia del trabajo de Francisco A. de Icaza en la edición de las Breves probanzas presentadas por pobladores y conquistadores de la Nueva España en los años 1540, documentos mediante los cuales se solicitaban encomiendas o cargos públicos. Sin embargo, en 1938, Zavala señaló que Icaza no había dado el debido crédito a Francisco del Paso y Troncoso, descubridor de las probanzas, ni a su paleógrafo, José Joaquín Gómez Ramírez, quien las transcribió.
“De forma contundente, aunque sin usar directamente la palabra ‘plagio’, Zavala sustentó esta crítica con elegancia y discreción en el prólogo de su estudio Francisco del Paso y Troncoso. Su misión en Europa (1892-1916), publicado ese mismo año por el Museo Nacional”, subrayó Martínez Baracs.
Aunque Zavala demostró que los participantes en las empresas de conquista no eran soldados en sentido estricto, ya que no recibían sueldo como los marineros, empleó este término siguiendo la tradición de Bernal Díaz del Castillo, quien a su vez lo tomó de Francisco López de Gómara en su Historia de la conquista de México (1552), aunque dicho uso no corresponde a las fuentes contemporáneas a la conquista.
Finalmente, Martínez Baracs destacó que Zavala no solo estudió los intereses particulares en la conquista de la Nueva España, sino que reveló cómo las normas privadas que regían la expedición de Cortés influyeron de manera duradera en la estructura final del reino novohispano. “Don Silvio mostró cómo la forma privada inicial de las empresas de conquista dejó una marca significativa en el posterior reparto del territorio y la organización social de la Nueva España”.
Fuente: El Colegio Nacional