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Para Monod, sólo en el azar reside el origen de toda novedad y la evolución de la biosfera: Pablo Rudomin

¿Realmente hemos aprovechado este conocimiento, o permanecemos atados al pasado, incapaces de tomar decisiones informadas y sometidos a un destino ineludible?”, fue la pregunta eje que se planteó el colegiado

En 1970 apareció el libro El azar y la necesidad: ensayo sobre la filosofía natural de la biología moderna, escrito por el biólogo y bioquímico francés Jacques Monod, el cual “marcó un antes y un después en la biología molecular al explorar sus implicaciones filosóficas y espirituales”, según las reflexiones de su tiempo que todavía siguen vigentes.

Como una manera de rendir homenaje a la publicación y, en especial, para reflexionar desde diferentes perspectivas y con la mirada de nuestro tiempo, El Colegio Nacional lanzó el libro El azar y la necesidad: cincuenta años después, coordinado por el colegiado Pablo Rudomin y compilado por Ruth Guzik Glantz.

“Estos son tiempos complejos, aunque no los únicos que ha enfrentado la humanidad. Sin embargo, hoy contamos con herramientas capaces de procesar vastos volúmenes de datos y establecer posibles relaciones causales. Esto debería permitir anticipar y abordar ocasionalmente los desafíos que enfrentamos como individuos y como sociedad. Surge, entonces, la pregunta: ¿realmente hemos aprovechado este conocimiento, o permanecemos atados al pasado, incapaces de tomar decisiones informadas y sometidos a un destino ineludible?”, se preguntó el colegiado.

Con esas inquietudes, varios especialistas abordaron la pertinencia del libro de Monod, un ensayo que, centrado en la filosofía natural de la biología moderna, provocó intensos debates, pues, aunque sus conceptos se basaban en el conocimiento científico de la época, y si bien algunos siguen vigentes, otros requieren una revisión a la luz de los avances actuales.

Monod señaló que todos los seres vivos comparten dos clases principales de macromoléculas, proteínas y ácidos nucleicos; observó que todos los organismos utilizan las mismas secuencias de reacciones bioquímicas, lo que lo llevó a preguntarse si los componentes químicos son los mismos y se utilizan de la misma forma, “¿de dónde surge la asombrosa parte biomorfológica y fisiológica?”.

Para Monod, comentó Pablo Rudomin, los nucleótidos y los aminoácidos son el equivalente lógico de un alfabeto que codifica la estructura y función de las proteínas. La reproducción celular garantiza la invariancia de la especie, transmitiendo de manera fidedigna la información escrita en el ADN.

“Sin embargo, este proceso no es perfecto, ya que incluye errores aleatorios que pueden alterar el mensaje genético. Estas mutaciones accidentales, una vez incorporadas al ADN, se replican y trasmiten, exponiendo a la población a la selección natural. Monod concluye que sólo en el azar reside el origen de toda novedad y la evolución de la biosfera. Monod también cuestiona si el comportamiento de los seres vivos responde a un propósito, lo que para él no implica un fin determinado, si no la conservación y reproducción de la especie mediante la transmisión de su invariancia”, enfatizó el biólogo mexicano.

Las lecturas sobre Monod

El Colegiado Christopher Domínguez Michael realizó una lectura más vinculada al ámbito cultural y literario del personaje y su obra. Desde su óptica, definió a Monod como un hombre representativo de su tiempo, un científico con gran compromiso político, algo frecuente en la tradición francesa. Monod fue miembro del Partido Comunista francés hasta que el escándalo por la grave intromisión del estalinismo en las ciencias biológicas lo llevó a retirarse del partido, aunque mantuvo una posición de izquierda.

“Fue de los que se opuso, como la gran mayoría de los intelectuales y científicos franceses, a la guerra de Argelia, y participó en el movimiento estudiantil de 1968”. El azar y la necesidad se considera el correlato científico del existencialismo francés. Monod, gran amigo de Albert Camus y ávido lector de su obra El mito de Sísifo, inscribió de alguna manera su publicación en estas coordenadas, reuniendo la metafísica con una exploración filosófica de la existencia”, destacó el también miembro de El Colegio Nacional.

De acuerdo con el crítico literario, el volumen transmite una sensación de tristeza. Publicado en 1970, en un mundo bipolar marcado por la rivalidad entre la Unión Soviética y Estados Unidos, Monod y otras personas de su tiempo veían estas sociedades como simétricas, creyendo que ambas mostraban que “el camino de la humanidad es la verdad y la ciencia”.

Olbeth Hansberg, filósofa e investigadora, reconoció que, si bien “apenas” han pasado 50 años desde la publicación de El azar y la necesidad: ensayo sobre la filosofía natural de la biología moderna, para la ciencia eso es muchísimo. Durante este tiempo, han ocurrido muchos cambios, mientras que la filosofía continúa repasando las mismas cuestiones “sin llegar a grandes soluciones, aunque sí cambia sus argumentos. Además, le importa cada vez más considerar lo que dice la ciencia. “La filosofía ha cambiado, pero en realidad 50 años no son nada”, concluyó.

Monod abogó por una visión del mundo basada en la objetividad científica, centrada en las ideas de azar y necesidad, así como en su interacción. El libro es una defensa de la naturaleza mecanicista de los procesos biológicos, y postuló que la vida surge de la interacción de mutaciones fortuitas y leyes deterministas.

“Las mutaciones genéticas aleatorias o al azar introducen la variabilidad, mientras que la necesidad determina qué rasgos persisten”. Monod enfatiza la objetividad científica como el único marco epistemológico legítimo, afirmando que después del conocimiento objetivo y verdadero, no existe otra fuente de conocimiento, ni otro propósito inherente.

“Darse cuenta de que existimos por azar y no dependemos más que de nosotros mismos y de nuestro ambiente, es una idea que puede ser aterradora, pero si se entiende bien, puede ser liberadora. Monod piensa que es una gran oportunidad para que los seres humanos construyan sus propios valores y propósitos: esto es, la ética y el significado no derivan de la naturaleza o de un Dios, sino que son productos humanos: el ser humano es producto del azar, pero también es creador de necesidad”, dijo la también integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM.

En el volumen celebratorio, El azar y la necesidad: cincuenta años después, publicado por El Colegio Nacional, participan únicamente once integrantes de la institución: siete científicos y cuatro humanistas, de disciplinas como la astronomía, la biomedicina y la lingüística.

Durante la presentación, realizada en el Aula Mayor de El Colegio Nacional, el colegiado Javier Garciadiego conversó sobre el contexto histórico en el queJacques Monod vivió y escribió su ensayo, analizándolo particularmente desde la perspectiva de los grandes acontecimientos históricos.

Más que eso, aseguró que, en la historiografía, la polémica entre el azar y la necesidad fue una discusión desnivelada, con una versión claramente ganadora. “En el proceso histórico real la discusión me parece totalmente prescindible. Por ejemplo, ¿fue un mero azar que Madero se convirtiera en espiritista y que así se politizara, o que a la hermana pequeña de Villa la molestara sexualmente un hacendado? Los deterministas asegurarían que, de no haber pasado estos hechos, hubieran surgido otros líderes y caudillos, pero que la Revolución estaba destinada a ocurrir”, enfatizó el historiador.

“Pongámonos más serios. Se dice que la Revolución estalló porque México tenía una terrible dictadura y una inequitativa estructura agraria; sin embargo, otros países pasaron por lo mismo y hasta peores estructuras agrarias, pero no hubo revoluciones. Ambas serían causas necesarias, pero no suficientes, lo que me llevaría a preguntar si existen causas suficientes en los procesos históricos. Reitero: rechazo todo determinismo, y el azar, y las contingencias e interesantes, a sabiendas que son meras fantasías”.

El divulgador de la ciencia José Gordon resaltó la controversia en la que se internan el doctor Antonio Lazcano y Luis Felipe Rodríguez al diferir con Monod, no sólo en los asuntos científicos que ya rebasaron las ideas del francés, sino también en ciertos análisis con los que no están de acuerdo. Lazcano subraya una postura de Oparin distinta a la de Monod, señalando que él primero incorporó a su esquema la presencia del DNA y la síntesis de proteínas. Además, Oparin no sólo rechazó “una y otra vez las visiones teleológicas y reduccionistas de muchos biólogos moleculares, sino que siempre se negó a otorgar al azar un papel ontológico”.

“No es una diferencia que nazca del avance de la ciencia, al grado de que no son válidas algunas de las premisas que se estaban planteando; por lo que, en su reflexión, Monod está convencido de que la aparición de la vida por accidente es altamente improbable y se dio gracias a una combinación afortunada de los dados cósmicos, que difícilmente se podría repetir en otras partes del universo”.

En ese sentido, “muchos de los comentaristas del libro siempre plantean el problema de que solemos llamar azar a todo aquello que no entendemos”, señaló el escritor. Otro ejemplo es el de Luis Felipe Rodríguez, quien tampoco concuerda con Monod, sobre todo porque “no es tan arbitrario lo que sucede en el universo para que haya vida”.

Incluso, afirma que “en la actualidad ya estamos en la posibilidad de cambiar la propuesta de Monod y decir que no podemos ni afirmar ni negar que la vida haya aparecido en el universo solamente sobre la Tierra”.

Fuente: El Colegio Nacional

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