Los Investigadores escribenPolítica cyti

Murciélagos en la salud pública: entre el bien y el mal

Sergio Ticul Alvarez-Castañeda (CIBNOR), Cintya A. Segura-Trujillo (CIBNOR) y Consuelo Lorenzo-Monterrubio (ECOSUR)

Los murciélagos siempre han sido un grupo polémico, principalmente, por sus hábitos nocturnos y voladores; a pesar de estar presentes en tácticamente todo el mundo, se les ha estigmatizado por lo poco que se pueden ver. El humano ha creado un mundo de misterios y mitos entorno a los murciélagos, desde percibirlos como creaturas temibles asociadas a los vampiros, hasta creerlos ratones que al ser viejos les crecen alas, vincularlos a deidades (Camazots), o convertirlos en iconos de la cultura pop (Batman).

Lejos de este imaginario colectivo, los murciélagos son aliados silenciosos de la humanidad al ser el grupo de mamíferos que más servicios ecosistémicos le aporta. Como ejemplos, solamente mencionaremos dos: el primero es la polinización de los agaves, plantas muy importantes en nuestra cultura, ya que de ellos se extrae el pulque y los diferentes mezcales, en especial, el tequila; el segundo, el control biológico de insectos, arañas, alacranes y ciempiés, entre otros. Arriba del 75 por ciento de los murciélagos consume insectos y artrópodos, muchos de ellos considerados plagas de cultivos de importancia alimentaria para el humano, por lo que los murciélagos son magníficos controladores biológicos (Wilson 1973; Kunz et al. 2011).

Los murciélagos también consumen insectos de importancia sanitaria, como es el caso de los mosquitos de la familia Culicidae (géneros Culex, Aedes y Anopheles), cuyas hembras son hematófagas y vectores de enfermedades. Los Culex son vectores del virus del Nilo Occidental, la filariasis, la encefalitis equina y la malaria aviar (Farajollahi et al. 2011), los Aedes de fiebre amarilla, el dengue, el zika y la dirofilariasis canina (Gubler 2002), y los Anopheles transmiten, principalmente, la malaria (Manguin et al. 2008).

Se ha observado que la depredación de mosquitos por murciélagos reduce un 32 por ciento la puesta de huevecillos de mosquitos (Reiskind y Wund 2009); también se estima que un solo murciélago puede consumir hasta 1,300 mosquitos entre una y dos horas de alimentación (Wetzler y Boyles 2017). Se ha encontrado, mediante análisis moleculares, que en ambientes tropicales la mayoría de las especies de murciélagos se alimentan, al menos parcialmente, de mosquitos (Segura-Trujillo et al. en prensa).

En contraparte, se ha propuesto a los murciélagos como reservorios de zoonosis (Jones et al. 2008): muchos de ellos causantes de enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes (que aumentan con rapidez en incidencia o intervalo geográfico, Morens et al. 2004), como el Ebolavirus causante del Ébola (Calisher et al. 2006) o el SARS-CoV-2, generador de la covid-19; ambas enfermedades pueden ser mortales para el ser humano y se propagan de manera rápida.

Los primeros brotes del Ébola se produjeron en aldeas remotas cerca de la selva tropical de África Central y Occidental; la transmisión al ser humano es por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados, sea muertos o enfermos, y por consumo de su carne cruda. Los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae (OMS 2017).

El coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo grave o SARS-CoV-2, causante de la enfermedad covid-19, se descubrió y se aisló por primera vez en Wuhan, China. Aún no está claro el origen de la enfermedad, pero estudios filogenéticos apuntan a que el virus es similar a los que se han encontrado en murciélagos (Cui et al. 2019); probablemente, pasó al humano a través de mutaciones o recombinaciones sufridas en un hospedador intermediario en algún animal vivo del mercado de Wuhan (Paraskevis et al. 2020).

Una de las ideas más difundidas recientemente de contagios virales en el humano son atribuidas al consumo de carne de murciélago, mal cocinada o a los fluidos de las especies. Sin embargo, para ambos virus no hay indicio, ni evidencia que indique que la transmisión de los virus sea por vía de ataque de los murciélagos, contaminación de fuentes de alimentos o transmisión a través de mordeduras.

Una de las principales causas del origen del problema es el mal manejo que el humano hace de las especies silvestres. Está comprobado que el mecanismo de transmisión principal de ambos virus es por medio de las pequeñas partículas de líquido que “flotan” en el ambiente y que al respirar se hospeda en los pulmones (Li et al. 2020). El contagio de estos tipos de virus entre animales y humanos es mucho menor que entre humano y humano (Rodríguez-Morales et al. 2018), por lo que la fauna silvestre, al ser potencial reservorio de virus patógenos para el humano, no debería estar en nuestra dieta ya que no tenemos la capacidad inmunológica para poder combatir a los virus.

Las actividades benéficas que nos proporcionan los murciélagos son mucho mayores que las perjudiciales, por lo que son grandes aliados en nuestras vidas y lo pudieran ser mucho más, si tuviéramos la cultura de protegerlos y desmitificarlos. Los murciélagos son los aliados silenciosos y nocturnos que, sin percatarnos, ayudan a proteger nuestra salud, nuestras cosechas y nuestra producción de frutos.

Se agradece al proyecto 251053 apoyado por el Fondo Sectorial de Investigación para la Educación el financiamiento parcial a estas investigaciones.

Literatura citada

  • Calisher, C. H., et al. 2006. Bats: Important reservoir hosts of emerging viruses. Clinical Microbiology Reviews 19:531-545.
  • Cui, J, F. Li, Z-L. Shi. 2019. Origin and evolution of pathogenic coronaviruses. Nature Reviews Microbiology 17:181-92.
  • Farajollahi, A., et al. 2011. “Bird biting” mosquitoes and human disease: a review of the role of Culex pipiens complex mosquitoes in epidemiology. Infection. Genetics and Evolution 11:15 77-1585.
  • Gubler, D. J. 2002. Epidemic dengue/dengue hemorrhagic fever as a public health, social and economic problem in the 21st century. Trends in Microbiology, 10: 100-103.
  • Jones, K. E., et al. 2008. Global trends in emerging infectious diseases. Nature 451:990–993.
  • Kunz, T. H., et al. 2011. Ecosystem services provided by bats. Annals of the New York Academy of Sciences 1223: 1-38.
  • Li, Q., et al. 2020. Early transmission dynamics in Wuhan, China, of novel coronavirus–infected pneumonia. New England Journal of Medicine 382:1199-1207.
  • Manguin, S., et al. 2008. Bionomics, taxonomy, and distribution of the major malaria vector taxa of Anopheles subgenus Cellia in Southeast Asia: an updated review. Infection, Genetics and Evolution 8:489-503.
  • Morens, D. M., G. K. Folkers, y A. S. Fauci. 2004. The challenge of emerging and reemerging infectious diseases. Nature 430:242-249.
  • Olival, K. J., et al. 2017. Host and viral traits predict zoonotic spillover from mammals. Nature 546: 646–650.
  • Organización Mundial de la Salud (OMS). 2017. Recuperado de http://www.who.int/csr/disease/ebola/es/
  • Paraskevis, D., et al. 2020. Full genome evolutionary analysis of the novel corona virus (2019-nCoV) rejects the hypothesis of emergence as a result of a recent recombination event. Infection, Genetics and Evolution 79:104212.
  • Reiskind, M. H., y M. A. Wund. 2009. Experimental assessment of the impacts of northern long-eared bats on ovipositing Culex (Diptera: Culicidae) mosquitoes. Journal of Medical Entomology 46:1037-1044.
  • Rodríguez-Morales, A. J., et al. 2018. Severe fever with thrombocytopenia syndrome-A bibliometric analysis of an emerging priority disease. Travel Medicine and Infectious Disease 23:97.
  • Segura-Trujillo, C. A, et al . en prensa. Predation of culicid mosquitoes by a diverse group of bat species in different Neotropical environments. Acta Chiropterologica.
  • Wetzler, G. C., y J. G. Boyles. 2017. The energetics of mosquito feeding by insectivorous bats. Canadian Journal of Zoology 96: 373-377.
  • Wilson, D. E. 1973. Bat faunas: a trophic comparison. Systematic Biology 22:14-29.

Autores

El doctor en Ciencias Sergio Ticul Álvarez Castañeda es investigador titular E, adscrito al Programa de Planeación Ambiental y Conservación en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, La Paz, Baja California Sur, México (CIBNOR).

La doctora en Ciencias Cintya A. Segura-Trujillo colabora en el Laboratorio de Mastozoología. egresada del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, La Paz, Baja California Sur, México (CIBNOR).

La doctora en Ciencias Consuelo Lorenzo Monterrubio es investigadora titular D en el Departamento de Conservación de la Biodiversidad de El Colegio de la Frontera Sur, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México (ECOSUR).

Fuente: México es Ciencia