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Las categorías gramaticales nos permiten explicar el mundo: Concepción Company Company

“La gramática toma cuerpo en categorías, no existe gramática sin categorías, todas las lenguas del mundo tienen al menos cinco grandes clases”

Se le llama categorías a las grandes clases de palabras que tiene una lengua, un repositorio cognitivo, cerebral, que tenemos todos los seres humanos, “si no nacimos con una patología cerebral”. Las clases se actualizan en el habla y “se actualizan de manera distinta, según la lengua, y también según la variante de la lengua, no se actualizan igual en el español de México que en el de Ecuador, aunque compartamos una gran comunidad hispanohablante”, señaló Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional, al continuar con el curso “Lengua, gramática y percepción del mundo”.

Con la conferencia “Los pilares de la gramática. Las categorías”, la maestra universitaria se refirió a la importancia de las categorías, porque con ellas “organizamos nuestro mundo, lo clasificamos, relacionamos unas cosas con otras y nos comunicamos con categorías. La gramática toma cuerpo en categorías, no existe gramática sin categorías, todas las lenguas del mundo tienen al menos cinco grandes clases.

“A las palabras que sirven para nombrar las cosas del mundo, concretas o abstractas, se les llama sustantivos; para decir algo sobre esas cosas, predicar sobre ellas, usamos los verbos; las que sirven en la modificación de las cosas son los adjetivos; para modificar el modo en que decimos, en que predicamos, están los adverbios; y todas las lenguas tienen formas para unir las cuatro clases anteriores entre sí, una con una, dos con dos, una con dos, una con tres, se cuenta con nexos o preposiciones y conjunciones, el pegamento con el que hacemos sintaxis y ponemos una palabra detrás de otra”.

Esas cinco categorías están en cualquier lengua. Además, hay lenguas que tienen otras categorías, en español los pronombres; lenguas que tienen clasificadores, como la lengua totonaca, en la que casi no se puede decir taza a secas, sino que hay que decir cómo el individuo percibe esa taza y le pone una palabra que viene de oreja, para decir taza-oreja, con lo que se indica que eso se puede agarrar.

“Hay lenguas que tienen palabras reverenciales, como el náhuatl, el mundo del respeto y de la jerarquía intercomunicativa. Hay lenguas que tienen intersecciones propias como ¡oh!, ¡ah!, e impropias como mierda, carajo, mocos. Puede haber otras categorías, pero estas cinco son básicas para todas las lenguas, porque con ellas clasificamos, ordenamos, comunicamos, ponemos unas palabras con otras y decimos cómo vemos el mundo y qué está ocurriendo en el mundo”.

Dentro de esas categorías hay dos tipos: léxicas y gramaticales. Las léxicas son sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios, las cuales se pueden emitir solas, son autónomas, si digo de qué color es su chamarra, la señora puede decir verde, a secas, ¿qué comemos mañana?, mole. Esas palabras que se pueden emitir solas se llaman categorías léxicas.

Las que no se pueden emitir solas y requieren de las léxicas para ponerse en funcionamiento en una lengua se llaman categorías gramaticales, “no voy a decir la a secas, no tienen ninguna creatividad, pero son el pegamento con el que los hablantes logramos hablar, encadenar palabras en la vida cotidiana. Tenemos la idea de que los sustantivos sólo son sustantivos, los verbos sólo son verbos, pero vamos a ver que somos seres muy flexibles, de sintaxis muy libre y podemos hacer magia”, destacó Concepción Company Company.

Categorías para explicar al mundo

Sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios y preposiciones o conjunciones fueron los conceptos diseccionados por la lingüista durante la sesión, donde definió a los sustantivos como los conceptos que nos permiten nombrar las cosas del mundo, concretas y abstractas, se caracterizan por ser estables en el tiempo, con lo que el significado de mesa, de amor, de zapato, de aceite, de coraje o de actitud “no cambia según lo emita yo o alguna otra persona”. Nada va a cambiar, por eso se habla que son estables, no varía el significado según el momento de expresarlo ni de quien lo expresa.

“Se habla de que hay un prototipo de sustantivo que nos enseñaron en la escuela primaria, que son las cosas del mundo. Se caracterizan porque las puedo contar: una mesa, dos mesas, tres mesas, son delimitables (la mesa tiene patas y un tablero), son descomponibles en partes y se diferencian entre sí. Son el mundo que nos rodea, concreto y abstracto, el mundo que nos es pertinente”, comentó la colegiada.

Este es el prototipo del sustantivo con el que los maestros de primaria nos enseñan, pero nos podemos alejar del prototipo, debilitando las propiedades de ser delimitables, de ser descomponibles, con lo que encontramos las masas: aceite, lodo, sangre, barro, son palabras que son idénticas a sí mismas y, entonces, necesitan sustantivos prototípicos para actualizarse en el habla; por ejemplo, un vaso de agua, una botella de aceite, un litro de sangre.

“Y si nos alejamos todavía más del prototipo nos van a salir sustantivos abstractos que ni siquiera tienen moléculas como amor, gusto, ira, coraje, actitud, sino que son cómo percibimos el mundo abstracto, sabemos que están ahí esos conceptos”.

En el caso de los verbos, Company Company explicó que hay cuatro clases básicas, las cuales tienen que ver con qué le pasa a los sustantivos; según qué tanto quedan afectados o qué tanto se modifica el sustantivo cuando se acomoda con un verbo.

De esta manera, hay cuatro clases de verbos, unos se llaman de realización, producen un cambio radical en el sustantivo, como “Juan comió la manzana, donde ocurrió que la manzana deja de existir o se puede convertir en el símbolo del pecado y de la tentación”.

“Cuando voy bajando la afectación del sustantivo consigo verbos de logro, que es una mínima afectación: si digo planchar la camisa o lavar la jerga, la jerga sigue siendo la misma, sólo que más limpia, y la camisa tendrá menos arrugas. Se llaman verbos de logro”.

Después hay unos verbos donde al sustantivo no le pasa nada, las palabras pesan, cada palabra que coloco seguida de otra es para decir algo específico, no tenemos por qué saber gramática, pero intuimos que estamos diciendo algo, lo que queremos comunicar y decir; si le bajo la afectación al sustantivo, como ver una película, escuchar la radio o leer un libro, no le pasa nada al sustantivo. La película está ahí, el libro igual, lo único que queda en los verbos de actividad es una sensación psicológica del que hace la actividad.

Por otro lado, los adjetivos especifican cualidades del sustantivo: papel liso, papel rectangular, papel horizontal, papel blanco, papel opaco; pueden indicar cantidades cuando van colocados con sustantivos contables, como un papel, ocho papeles o cien papeles. “Fíjense que este un es un adjetivo, así como dos, tres o cien, pero a partir de cien se empieza a decir un ciento y funciona como un sustantivo y esa es una característica de las lenguas del mundo”.

“Todas las lenguas del mundo tienen del uno al 10. La mayoría de las lenguas del mundo tienen cantidades algo mayores a 10, pero no hay ninguna garantía de que en nuestra cultura y en nuestra comunidad conceptualicemos palabras como millón, ni como un centenar de algo”.

Modificar a los sustantivos

En la lengua madre, el latín, el modo de modificar verbos se hacía con adjetivos, pero también tenía una serie de adverbios. Sin embargo, qué ocurre cuando se acaban los adjetivos léxicos, las palabras que son adjetivas por sí mismas, se tienen que echar mano de las preposiciones y lo que hacen las preposiciones es potenciar la adjetivación.

Los adverbios modifican verbos, explicó la colegiada, lo hizo lentamente, califica al modo de hacer algo del individuo; siempre me dices lo mismo, modifica ese siempre; llego tarde, no me esperes, donde tarde y no transforman la idea de la espera.

La posición es igual de interesante en toda la conceptualización, destacó, porque sí puede cambiar el significado del adverbio: “sólo yo lo sé hacer o yo solo lo sé hacer; en el primer caso, se quiere decir que los demás no sirven, pero en el segundo caso significa que lo puedo hacer en solitario”.

“La posición del adverbio es clave según lo que queramos decir. Es una clase muy compleja, porque no se sabe cuántos sustantivos tiene el español, ni cuántos adjetivos o verbos, porque lo que se encuentra en el diccionario es sólo el repositorio de un equipo que fijó 100 mil palabras, pero en la banqueta somos mucho más creativos. ¿Cuántos adverbios tiene la lengua española?, no se sabe, porque puedo decir respiré hondo y respiré profundamente”.

La quinta de las categorías gramaticales se refiere a las preposiciones o las conjunciones, consideradas como el pegamento que une e hila todas las categorías anteriores; “este pegamento mágico hace que seamos los únicos mamíferos superiores sobre el planeta capaces de crear cadenas de linealidad informativa. Ningún lenguaje animal tiene pegamentos de este tipo, pueden tener bloques informativos, pero no pegamento”, señaló la colegiada.

“Son las formas a un rasgo definitorio que se llama productividad o recursividad: la pata de la cama de la recámara de mis papás, sólo de expresó toda una información. Otro ejemplo sería Juan me comentó que Luisa le dijo que ya Martín le había informado que el carpintero le avisó que sólo puede ir el sábado, pero tengo que dejar de usar que, porque la oreja del otro se bloquea”.

La recursividad no tiene límite en el cerebro, sino en la oreja del oyente, apuntó la lingüista, lo cual indica que la lengua es un hecho de comunicación fundamental y que el oyente pone límites en qué tanta linealidad y encadenamientos se pueden hacer, es una economía fantástica, “pues con un solo de, un que, un para, puedo hablar prácticamente al infinito. Es una magia del cerebro”.

Fuente: El Colegio Nacional