“La salud pública es más visible que nunca y debemos aprovechar el momento para la verdadera transformación educativa”: Laura Magaña
En palabras de Germán Fajardo Dolci, “el futuro de la medicina está mucho más cercano de lo que pensamos y debemos fomentar la parte preventiva y proactiva, usando información genética y de hábitos individuales y colectivos para prevenir enfermedades”
Los ejes de transformación y retos que debe tomar en cuenta la educación médica para formar especialistas capaces de atender las demandas actuales y futuras de la población fueron parte de los escenarios que se abordaron en la mesa redonda Educación de los profesionales de la salud, coordinada por el colegiado Julio Frenk y transmitida en vivo el 28 de agosto por las plataformas digitales de El Colegio Nacional.
La sesión formó parte del ciclo La Enseñanza: reto para el siglo XXI, que coordina el colegiado Javier Garciadiego y conmemora el centenario de la Secretaría de Educación Pública. En ésta participaron María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional; Germán Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina de la UNAM; Claudia Leija Hernández, directora de Enfermería de la Secretaría de Salud; y Laura Magaña, presidenta de la Asociación de Escuelas y Programas de Salud Pública, de Estados Unidos.
Al tomar la palabra, el médico mexicano Julio Frenk se refirió a las transformaciones aceleradas e históricas que causaron la enfermedad COVID-19 y que marcaron un antes y un después en la educación de la salud. “Tenemos la obligación ahora de construir no una nueva normalidad, sino una mejor normalidad, que lo que venga sea mejor de lo que había antes, esa es nuestra obligación.”
El colegiado puntualizó que hoy se tienen más escuelas privadas que públicas con niveles de educación heterogéneos, instituciones y graduados con grandes desigualdades globales y con diversidad en materia de calidad. Recordó que antes de la pandemia había tres determinantes que señalaban una transformación en los profesionales de la salud: el avance de las ciencias del aprendizaje, los enormes avances tecnológicos y los cambios en el mercado laboral.
“Los alumnos de todas las carreras están graduándose al mercado laboral más dinámico en la historia de la humanidad, porque dado los avances en la automatización y, sobre todo, en la inteligencia artificial, la naturaleza de los trabajos ejecutados por profesionales, por gente que egresa de universidades, se está transformando día a día, ese dinamismo representa un reto para las instituciones educativas de transformación”.
El también sociólogo comentó que en la nueva estrategia educativa se deben tomar en cuenta dos dimensiones, la instrucción y la institución. “En una nueva estrategia pedagógica, en el ámbito de la instrucción deben tomarse en cuenta las preguntas claves: ¿qué enseñar?, ¿cómo hacerlo?, ¿cuándo? y ¿a quién?, con base a estás respuestas deben generarse cambios estratégicos, principios de rediseño educativo y el desarrollo continuo del liderazgo.”
En palabras del especialista, en la parte institucional, se tiene que cambiar la identidad, se debe aumentar el financiamiento, modificar la fuerza de trabajo académica, es decir los profesores deben ser agentes de cambio que permitan ampliar el conocimiento con nuevas herramientas, y se tiene que buscar la interacción global. “Esta es una visión panorámica de todos estos cambios, habrá enormes reformas en los años por venir, esperemos que todas ellas nos conduzcan a construir esa mejor normalidad de la que hablé.”
Por su parte, Germán Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina de la UNAM, afirmó que la capacidad de respuesta del sistema de salud depende del tamaño, composición, distribución y productividad de su fuerza laboral, que incluye médicos generales y especialistas.
“Históricamente el sistema ha operado con déficit de personal en diferentes geografías, que no se ha podido resolver debido al insuficiente presupuesto e infraestructura sanitaria, a la tasa de crecimiento poblacional a un mayor ritmo, al aumento de jubilados y a las barreras para el acceso efectivo a la atención médica, entre otros.”
El vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina comentó que se viven tiempos sin precedentes, en donde el foco debe ser los pacientes y sus comunidades y en ese sentido se debe educar a los futuros médicos. “El contexto actual de distanciamiento físico modificará para siempre la vida y la educación médica. Una educación médica moderna tiene que incluir aspectos como el avance científico y tecnológico, la expansión del conocimiento, enfoque preventivo y la actualización curricular. Además de los riesgos epidemiológicos, la multidisciplina, la interdisciplina y atención primaria a la salud.”
De acuerdo con el especialista, ante la realidad del Sistema Nacional de Salud que vive México, hacer un ejercicio de análisis de la educación médica no sólo es complejo, sino desafiante. “Las modificaciones en la salud con la recentralización de los servicios, la desaparición del Seguro Popular y la Subsecretaría de integración y Desarrollo, la creación del INSABI, el desabasto de insumos y medicamentos, el debilitamiento de la CONAMED y la pandemia, todos han producido un retroceso en la atención médica del país y tendrán un impacto negativo en la educación actual y futura.”
Explicó que la manera de ejercer la medicina en el mundo cambia todos los días; sin embargo, parecería que la forma en la que se enseña en el país es la misma de siempre y va rezagada y a una velocidad más lenta. “La formación de los médicos se debe hacer en un ambiente de cambio permanente. Los alumnos deben aprender medicina para siempre. La educación médica se tiene que centrar en la persona: el alumno, el profesor y, sobre todo, en el paciente.”
Agrego que para transformar este tipo de instrucción se requiere la evaluación y actualización curricular, así como la actualización y acreditación de los planes educativos para que los alumnos cuenten con una formación académica sólida y de calidad que les permita actuar ante las demandas de salud. “El futuro de la medicina está mucho más cercano de lo que pensamos y debemos fomentar la parte preventiva y proactiva, usando información genética y de hábitos individuales y colectivos para prevenir enfermedades, lo que no necesariamente está en los planes de estudio.”
En palabras de Fajardo Dolci, uno de los ejes de la transformación de la educación médica es la inclusión de la perspectiva de género, de los derechos humanos y del respeto a la diversidad humana. “En México formar un médico cuesta alrededor de 1 millón 200 mil pesos. Se debe revisar a fondo la formación de médicos generales y su inserción en el mercado laboral, son los asuntos más complicados para el Sistema Nacional de Salud, que a lo largo de los años se han intentado resolver sin éxito.”
La educación en enfermería
En su participación, Claudia Leija Hernández, directora de Enfermería de la Secretaría de Salud, comentó que, dentro de esta institución, el número total de recursos humanos de enfermería, prioritariamente en el sistema público, es de 332 mil 668 especialistas.
“A partir de la licenciatura en enfermería con maestrías y doctorados, actualmente podemos decir que el 50% de enfermeros en el Sistema Público de Salud, tiene nivel de licenciatura o más. Las especialidades más demandadas son administración, quirúrgica, cuidados intensivos y pediatría.”
De acuerdo con Leija Hernández, algunos de los principios de la educación en enfermería son el proceso sistemático y planificado para el desarrollo armónico y disciplinado de conocimiento científico y habilidades sociales, emocionales y espirituales, para que una persona sea capaz de otorgar cuidados de enfermería en todas las edades y contextos. Lo anterior basado en los principios éticos como la atención centrada en la persona, compromiso y disciplina.
“Para fortalecer la educación en enfermería se requieren acciones concretas. Se tienen que identificar las necesidades de formación y recursos disponibles, el diseño y validación de currículos académicos, la transferencia del conocimiento y el desarrollo de habilidades en aspectos éticos y razonamientos clínicos, así como, la supervisión y acompañamiento.”
La directora explicó que los procesos de formación de los enfermeros y las enfermeras son complejos y requieren de intervenciones de docentes y autoridades educativas. “Sin embargo, al ser una disciplina sanitaria requiere de intervención de la autoridad sanitaria para identificar las necesidades para responder a la demanda de servicios, establecer los estándares de calidad sobre los contenidos y duración mínima, así como la vinculación activa con las áreas educativas para el desarrollo de habilidades clínicas.”
Áreas que impulsan un verdadero cambio
Al tomar la palabra, Laura Magaña, presidenta de la Asociación de Escuelas y Programas de Salud Pública, con sede en Washington D. C., se refirió a la institución que preside, integrada hasta ahora por 133 escuelas y programas de salud pública, la mayoría de Estados Unidos, y de siete países, incluido México.
“En la pandemia el interés por estudiar la salud pública aumentó rápidamente. Los últimos datos de la asociación muestran que en el año 2020 aumentó un 16% la matrícula, pero hubo instituciones con un aumento del 50% y 60%. Y en el 2021 creció un 20% más que el 2020. De los estudiantes, 75% son mujeres. Con todo esto podemos decir que la salud pública de verdad es más visible que nunca por la pandemia y debemos aprovechar el momento para la verdadera transformación educativa.”
De acuerdo con la presidenta, la Asociación de Escuelas y Programas de Salud Pública, de Estados Unidos, realiza actividades que incluyen ocho áreas para impulsar un verdadero cambio en el sistema educativo. La primera de ellas es apoyar un sistema permanente, que incluya a la universidad y el desarrollo profesional a lo largo de toda la vida; la segunda es tener una visión de 360 grados, en la que hay experiencias diversas para los estudiantes; la tercera es pasar de contenidos teóricos a competencias esenciales como resiliencia, creatividad y agilidad para cambiar.
“Podemos imaginar una curricular donde las competencias esenciales tienen tres áreas: cognitivas y meta-cognitivas; sociales y emocionales como empatía, generosidad y resiliencias; y las habilidades técnicas, metodológicas y profesionales. Aspiramos a tener egresados que piensen y actúen con creatividad y sensibilidad para desarrollar nuevas maneras de vivir y nuevos modelos sociales.”
La cuarta área es una educación variable en el tiempo, de acuerdo con las necesidades de cada estudiante; la quinta es pasar de planes de estudios basados en cursos y contenidos aislados para pensar en temas fundamentales de la sociedad como la equidad, la identidad, la justicia y el sistema planetario; la sexta es plantear diferentes escenarios de aprendizajes como certificaciones digitales, micro maestrías o diplomados, no se puede ni se debe regresar a la normalidad pre-COVID; la séptima es redefinir el papel del profesorado, en el que se unifique la investigación, la enseñanza y la práctica profesional; y la octava es pasar del aislamiento profesional y académico a la colaboración interprofesional e intersectorial.
Educación de los profesionales de la salud: psicología
Por su parte, María Elena Medina Mora, miembro de El Colegio Nacional, mencionó los retos para la educación de los profesionales de la salud en materia de psicología. “Tenemos grandísimos retos como el sobrepeso, la obesidad y el riesgo de contagio de enfermedades transmisibles, cuyo origen tienen que ver con la conducta, la psicología y la salud.”
La experta en factores psicosociales relacionados con las adicciones explicó que la psicología de la salud es un área de especialización que se enfoca en cómo la biología, la psicología y los factores sociales influyen en la salud y en la enfermedad. En particular, se enfoca en la promoción de la salud y en la prevención y tratamiento de la enfermedad.
Con relación a los retos que la pandemia genera para la formación de profesionales, Medina-Mora comentó que el éxito de los esfuerzos para controlar y reducir la transmisión del coronavirus se basan en los cambios de conducta sostenidos y en la adaptación a una nueva realidad. Los profesionistas deberán estar capacitados para entender por qué surgió la desconfianza, por qué una parte de la población no sigue las medidas sanitarias, para entender cómo modificar conductas de protección, así como fomentar la comunicación que promueva la percepción del riesgo.
“Necesitamos profesionistas capacitados para respuestas y acciones de afrontamiento ante la amenaza de la pandemia y su continuidad, con altruismo en un mundo egoísta, y con un lugar de trabajo saludable y oportunidad de crecimiento.”
En palabras de la colegiada, se debe realizar una integración de la atención física y mental y ampliar la cobertura. Puntualizó que en México se tiene una falta de recursos humanos que son psicólogos, psiquiatras y psiquiatras infantiles. “Debemos tener profesionales capaces de desarrollar modelos efectivos de tratamiento, de implementarlos y llevarlos a la realidad, para eso la formación en la práctica se vuelve importante.”
En relación con el sistema de salud, comentó que la labor de la psicología no es sólo la posibilidad de que el personal de salud pueda atender su salud mental, sino que es una manera de mitigar el riesgo de desgaste y de enfermedad física y mental para reducir los errores médicos, para aumentar la calidad de la atención, a través de estrategias organizacionales que reconozcan y evalúen el problema.
De acuerdo con la directora de la Facultad de Psicología, de la UNAM, parte de los nuevos retos que deja la pandemia son el cuidado de los niños, tanto huérfanos como migrantes, porque tienen pérdidas y son sensibles al medio ambiente; las pérdidas con duelos complejos, aquellos que duran más tiempo de los necesario; los cuidadores de enfermos; el personal de salud, y el envejecimiento de la población.
“Tendríamos que hacer esta reingeniería e incorporar todas estas capacidades que traen otras profesiones en un trabajo escalonado y en una educación de currículo flexible. El manejo y acceso a la tecnología en la psicología es muy importante, se ha visto muy exitosa la intervención en línea, pero no tenemos las normas éticas y legales y los principios de calidad, lo tenemos que desarrollar, y también la motivación, interacción, empleabilidad y educación continua”, puntualizó.
Fuente: El Colegio Nacional