“La reflexión que debe acompañar a la arquitectura en el siglo XXI es su relación con la naturaleza”: Felipe Leal
El especialista en obras culturales, educativas y residenciales aseguró que los temas ambientales deben ocupar buena parte del tiempo dedicado a la concepción de la arquitectura, no sólo como requisito, sino de forma integral. “Se tiene que reducir la huella sobre el suelo natural e intocado para convivir en espacios urbanos mejor distribuidos.”
“Nuestros andares están formados por huellas, la arquitectura es una portentosa huella de la memoria. Se apodera del espacio, lo limita, lo cerca, lo encierra”, afirmó el arquitecto Felipe Leal durante su ceremonia de ingreso a El Colegio Nacional. Con la salutación de Julio Frenk, presidente en turno de la institución, y la respuesta del colegiado Juan Villoro, el especialista en obras culturales, educativas y residenciales dictó la lección inaugural Las huellas de la memoria y los pasos del devenir.
Durante su intervención, antes de ofrecer al público una semblanza del nuevo integrante, Julio Frenk recordó que Felipe Leal es el tercer arquitecto en formar parte de la institución colegiada, después de José Villagrán y Teodoro González de León.
En la sesión, transmitida en vivo por vía digital desde el Aula Mayor de El Colegio Nacional el 26 de abril, Felipe Leal aseguró que la ciudad es el artefacto más grande y complejo que ha creado la humanidad, es el lugar del encuentro y de la convivencia, que se sufre y se goza.
“Ofrezco un tributo a quienes me enseñaron a ver la arquitectura y entender esta ciudad, desde la literatura, la vida cotidiana, el cine y la academia. A Efraín Huerta, Octavio Paz, Mario Pani, Francisco Serrano, Ramón Torres, Humberto Ricalde, Carlos Mijares y a mi padre, Juan Leal. Así como a mi amigo Teodoro González de León, de quien aprendí mucho.”
El autor de obras como el Corredor Peatonal de Madero y la recuperación de la Alameda Central destacó que “la arquitectura es un hecho cultural, una de las disciplinas más complejas de la creación humana, debido al conjunto de conocimientos, saberes y sensibilidades que se requieren para su realización. Es una de las manifestaciones más evidentes para conocer y acercarse al entendimiento de las civilizaciones, y una prueba fehaciente de la memoria material de los pueblos”.
El ahora colegiado destacó la importancia que ha tenido la arquitectura a lo largo de la historia, los valores simbólicos que posee y su cualidad esencial, que es el manejo y la creación del espacio en el más amplio sentido. “Esta disciplina evidencia la estructura de una sociedad y su orden espacial de manera nítida y contundente. Su objetivo principal es configurar espacios para ser habitados adecuadamente y con dignidad.”
Agregó que la arquitectura es un organismo vivo y evoluciona como la vida misma. Está hecha para celebrar el arte de vivir. Sin embargo, se calcula que sólo un 25% de la humanidad vive en condiciones aceptables. “Las políticas urbanas no se pueden basar únicamente en las leyes del mercado, ni la vivienda puede constituir tan sólo un elemento financiero. Se trata de un derecho que al valerse deriva en una crisis ética.”
En palabras del académico de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, se trata de reconstruir la trama ciudadana, de ganar la calle para el peatón, de hacer de la ciudad un lugar de encuentro, de construir colectivamente una ética para habitar.
Los pasos al devenir
Desde la perspectiva de Felipe Leal, las ciudades del siglo XXI se enfrentan a desafíos ambientales, económicos y sociales. La crisis sanitaria por COVID-19 plantea la necesidad de repensar el modelo de ciudad como un lugar con calidad de vida, con mayor seguridad, que apueste por la proximidad, por un uso y disfrute de espacios públicos cada vez más vegetados y dotada de una movilidad sostenible.
“Estamos frente a un cambio profundo para decidir cómo habitar la ciudad que nos espera, no basta con pensar, hay que actuar ante este desafío, proponiendo modelos de habitabilidad menos tóxica, donde la higiene resulte una premisa para la totalidad de los espacios construidos.”
“La reflexión fundamental que debe acompañar a la arquitectura durante este convulsionado siglo XXI es su relación con la naturaleza. Los temas ambientales deben ocupar buena parte del tiempo dedicado a su concepción, no sólo como requisito, sino de forma integral, asumiendo una nueva actitud frente al medio ambiente y al potencial de la riqueza natural.”
De acuerdo con el autor del libro Las azoteas como elemento del paisaje urbano (Fonca 2011), no se puede consumir más suelo urbano, se tiene que diseñar las viviendas en terrenos compartidos y con edificaciones de cierta verticalidad. “Se tiene que reducir la huella sobre el suelo natural e intocado para convivir en espacios urbanos mejor distribuidos. Los problemas de salud no están relacionados con la densidad urbana, sino con la calidad de la urbanización. Hay que apostar a la calidad de las mismas, por su flexibilidad, buen funcionamiento, relación con el exterior, terrazas, balcones, ventanales, patios, cubos de luz y ventilación.”
Agregó que se debe abandonar el concepto de casas dormitorios y optar por la flexibilidad al facilitar en casa el trabajo y el estudio, y destinar más tiempo en el hogar. Explicó que la iluminación natural es un factor relevante, porque favorece la salud y el bienestar. Además, la distribución de las ventanas y la orientación de las mismas es fundamental, no haciendo a un lado la eficiencia energética y los aislamientos acústicos. “No podemos continuar diseñando edificios y ciudades como si nada hubiera pasado.”
Felipe Leal concluyó que como miembro de El Colegio Nacional abordará diversos temas relacionados con la cultura arquitectónica, el arte y la sociedad. En principio, se concentrará en tópicos relativos a la habitabilidad actual mediante foros que contribuyan a dar respuesta a las múltiples interrogantes, como las del destino que tendrán ciertas infraestructuras que resultarán obsoletas.
La piedra y el tiempo
Al tomar la palabra, el colegiado Juan Villoro leyó La piedra y el tiempo, en respuesta al discurso de Felipe Leal. Afirmó que la ciudad garantiza la vida en común necesaria para la supervivencia. “Estamos ante un espacio de salvación y agobio, que condensa las más extremas energías de creatividad y deterioro.”
“¿Es posible entender y regular el crecimiento de las ciudades? Felipe Leal se atreve a responder a esta pregunta. En su ingreso a El Colegio Nacional, se ha propuesto compartir un raro optimismo. A 500 años de la caída de Tenochtitlán, la desordenada Ciudad de México le parece mejorable. El caos es producto del acontecer humano, no puede erradicarse, pero puede mitigarse.”
Agregó que, a pesar de la importancia de la arquitectura y urbanismo en la reflexión contemporánea, sólo tres arquitectos han formado parte de esta institución: José Villagrán García, Teodoro González de León y ahora Felipe Leal. “Su llegada resulta no sólo imprescindible, sino urgente.”
Enfatizó que responder a los desafíos de la “marcha urbana” exige un trabajo en conjunto. “Pensar el espacio es por fuerza una tarea colectiva. Los retos que Felipe Leal percibe para la arquitectura y el urbanismo se inscriben en el contexto de la modernidad inacabada, como la llama el antropólogo Néstor García Canclini. Leal entiende el papel gregario de su profesión, construir significa dialogar con predecesores, no hay innovación sin precedentes”.
Comentó que “la arquitectura no puede ser ajena a la inequidad. Leal hace un llamado a suspender la especulación inmobiliaria. En una ciudad de franquicias, despersonalizada, con arquitectura de ninguna parte, donde se indica que la principal actividad urbana es el consumo, ejercer la memoria, recuperar su narrativa, es un acto de resistencia cultural, por eso Felipe Leal habla de las huellas de la memoria”.
El colegiado aseguró que el proyecto de “Azoteas verdes” del nuevo miembro de la institución invita a repensar la Ciudad como un vivero posible donde las plantas conquisten las alturas. “La convivencia con la naturaleza tiene para Leal un sentido de sanación”.
En palabras del escritor, la arquitectura es un espejo del cosmos, “habitamos un espacio inconmensurable que Leal se ha propuesto entender, su vocación recuerda un pasaje de Las ciudades invisibles, el libro de Ítalo Calvino. Imitación de las galaxias, la Ciudad de México requiere de un urbanismo casi digno de la astronomía”.
Juan Villoro aseguró que la hospitalidad antecede a la discordia. “Sólo gracias al noble oficio de la arquitectura tiene sentido la frase con que recibimos a Felipe Leal: Bienvenido a casa.”
Fuente: El Colegio Nacional