La IA va en sentido contrario del progreso de la medicina, sostiene Leonardo Viniegra
La tecnología llega a suplantar, no a potenciar el ingenio, considera el investigador, autor del libro Ciencia y salud en nuestro tiempo
La inteligencia artificial (IA) va en sentido contrario al progreso de la medicina, consideró Leonardo Viniegra Velázquez, médico, profesor, investigador y autor del libro Ciencia y salud en nuestro tiempo: Crítica del pensamiento filosófico y científico en el campo de la salud, publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE).
Entrevistado por La Jornada, planteó que la idea de progreso es que los humanos sean mejores, tengan proyectos vitales relacionados con el cuidado del ambiente, solidaridad y apoyo entre la gente. En la salud, el progreso es que los médicos sean cada vez más acuciosos, que interactúen cada vez mejor con los pacientes, sean más finos en sus diagnósticos y ponderen más el uso de la tecnología para el diagnóstico.
Agregó que la tecnología llega para suplantar, no para potenciar nuestro ingenio. Y el progreso humano implica esto último, no ser cada vez más dependiente de ella.
El también coordinador de las unidades y laboratorios de investigación biomédica del Hospital Infantil de México Federico Gómez sostuvo que en el contexto del auge de la IA es necesario considerar que el buen uso de la tecnología no suplanta a las personas, pero si tenemos una inteligencia artificial que promete tener un trato más cercano con el paciente, que un médico, ¿podemos imaginar qué tipo de práctica médica se ejerce?
Explicó que hay espacios médicos en los que se comienza a analizar al paciente con los resultados de los exámenes de laboratorio y gabinete, no con el historial clínico, que permite conocer al paciente.
En su libro, Viniegra Velázquez hace una revisión crítica al quehacer científico y propone otras formas de mirar el ámbito de la salud.
Valorar condiciones de vida de las personas
El autor destacó algunos apartados de su libro, como El bien vivir: ¿Cuidado de la salud proyecto vital?, en el que explica que más allá de los chequeos periódicos y las restricciones en la dieta que contempla la medicina en beneficio de la salud, se tienen que valorar las condiciones de vida de las personas, el gusto por lo que hacen y el placer.
El cuidado de la salud empieza a secuestrar a la mayoría de la gente de todos sus intereses, la aversión a la enfermedad y la búsqueda interminable de estar sano, y aquí, cuando hablamos de proyecto vital, se trata de luchar por la dignidad en el espacio donde esté la persona. Cuando luchas por la dignificación de la vida, te dignificas, y esa es la contraparte de la medicalización de la vida, de vivir con la angustia de poder enfermarse.
Añadió que en el apartado Medicina supresora y medicina estimulante: Una mirada penetrante de la práctica médica, planteó que la medicina supresora nunca cura una enfermedad crónica; es la que promueve la industria química farmacéutica, que constantemente renueva sus fármacos, trata sólo de regular los padecimientos.
Destacó que los mayores recursos de estudios en salud provienen de la industria químico-farmacéutica, y si se quiere tener dinero para hacer una investigación, se tiene que trabajar en lo que le interesa a la industria.
Acupuntura y herbolaria
Viniegra Velázquez afirmó que lo contrario a la medicina estimulante son las medicinas tradicionales; por ejemplo, la acupuntura da estímulos al organismo para que se cure; la herbolaria de México es muy estimulante.
En el capítulo Crítica de la causalidad mecanicista en las ciencias de la salud, el autor cuestiona la forma en que se investiga un fármaco, donde dividimos a la población en dos grupos, a uno le damos una sustancia inerte y al otro el medicamento que queremos probar, y se analizan a partir de estadísticas lineales, probabilísticas, sin considerar la complejidad de los organismos; se simplifica de tal manera la idea de causalidad como si el organismo fuera una máquina con un rendimiento promedio.
En Colonialismo, ciencia y salud, Viniegra Velázquez reprueba que las instancias reguladoras de la investigación exigen publicar afuera, los problemas que interesan afuera, y con la sangría de recursos para eso es enorme.
Concluyó que su libro es una propuesta para que los practicantes de medicina dejen de poner en el centro a la enfermedad, y se enfoquen en comprender a la persona, para explicar esa condición.
La obra, prologada por Eduardo Monteverde, cuenta, además, con los ensayos Las presencias ignoradas de las ideas en el conocimiento, El reduccionismo científico y la reclusión de las conciencias y El orden cultural, la enfermedad y el cuidado de la salud.
Fuente: jornada.com.mx